lunes, 10 de junio de 2019

TIEMPO ORDINARIO. SEMANA X

LUNES, 10 DE JUNIO

Mateo 5,1-12
5 1Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; 2 y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
3Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
4Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
 7Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
9Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
11Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
12Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

COMENTARIO
5 1Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; 2 y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
La reacción de Jesús ante la multitud no es de rechazo, sino que va a anunciar la Buena Noticia. Veamos tres gestos que nos indican la importancia del momento:
·         Subió al monte. Simboliza el lugar de Dios, la esfera divina. Jesús como un nuevo Moisés sube al monte para proclamar la Nueva y definitiva Alianza que va a dar origen al Nuevo Pueblo.  Su esfera divina es su morada estable.
·         Y se le acercaron sus discípulos. Los que han escuchado la llamada, le han seguido, entran en la esfera divina, participan de la plenitud del Espíritu que hace posible la nueva y definitiva humanidad. Las cosas han cambiado: ya no es solo Moisés el que sube a la montaña para encontrase con Dios, con el Absolutamente trascendente. Ahora, es el Mesías, acompañado de los que escuchan su voz y le siguen, los que entran y participan de esa esfera divina. Es el Mesías, es Dios-con-nosotros, el pleno hombre porque tienen la plenitud del Espíritu el que establece la Nueva Alianza, esta es mi sangre de la nueva alianza.  Ya no hay distancia entre Dios y los hombres, el camino de acceso a la esfera de lo divino es la humanidad de Jesús, no hay nada que se interponga para acceder y hacer posible el Reinado de Dios en la humanidad.
·         Y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo. Lo que va a decir es de suma importancia. Enseñar no es informar. Es algo es más. Es dar a conocer algo que no conoces y que lo tienes que aplicar en tu vida. Lo que Jesús enseña y propone es un estilo de vida radicalmente nuevo, una nueva manera de pensar que provoca una nueva manera de actuar. 

3 Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Veamos cada uno de los elementos:
·         Dichosos, bienaventurados, felices. Cuando Dios reina sobre los seres humanos se produce la felicidad. Estos que eligen ser pobres no van a carecer de lo necesario ni van a tener que someterse a otros para obtener su sustento.  Se trata de una pobreza que consiste en renunciar a acumular y a retener bienes, a considerar los bienes como algo exclusivamente propio. Estos pobres siempre estarán dispuestos a compartir lo que tienen.
·         Los pobres. Es decir, dichosos/felices los que ponen su esperanza en Dios por no encontrar apoyo en la justicia de la sociedad. Jesús invita a elegir la condición de pobre poniéndose en manos de Dios, confiando en Dios. No se pude servir a dos señores a Dios y al dinero (Mt 6,24). El dinero implica y simboliza rango social, fama, prestigio y olvido de los que sufren. Solamente los que han roto con el ídolo del dinero entran en el Reino de Dios Esta opción por la pobreza es la puerta de entrada en el Reino y la que incorpora al nuevo pueblo de Dios.
·         De espíritu. Significa la fuerza y la actividad vital, la decisión. Por tanto, la felicidad de esta primera Bienaventuranza la podemos formular así: “dichosos los que deciden y eligen ser pobres, en el sentido de no poner su confianza en el dinero. Dichosos para quienes el dinero no es el valor absoluto, en contraposición a los pobres por necesidad. Y dichoso quien elige ser pobre, renunciando  a acumular riquezas, y con ello al rango, al dominio, al poder, al control, excluyendo de su vida la posibilidad de la injusticia,
·         de ellos es el Reino de los cielos. Estos tienen a Dios por rey, suyo es el Reinado de Dios. Sobre ellos ejerce Dios su Reinado, sobre ellos actúa Dios como Rey.

Se trata de una opción que se tiene que hacer para entrar en el Reinado de Dios. Es la puerta de entrada. Una opción que hace cada uno, porque la opción es personal. Y esa opción es contra la riqueza como valor. Siendo esta la primera Bienaventuranza y siendo el código de la Nueva Alianza, está en paralelo con el de la Antigua Alianza, cuyo primer mandamiento decía: No tendrás otro dios junto a mí. Yo soy el Señor tu Dios, y amarás al Señor tu Dios con todo tu ser (Éx 20,3-5). Amar significa ser fiel. Y aquí dice que ese dios, frente al Dios verdadero, es el dinero. Hay que optar contra el dios falso por el Dios verdadero. Se trata de renunciar a la idolatría como consecuencia de acoger la manifestación de la fidelidad al verdadero Dios. El verdadero Dios es el Padre, el que quiere ser Padre de todos los hombres y quiere comunicar a todos vida y felicidad, el que quiere suprimir toda injusticia.
Con esta opción, el hombre personalmente se libera de toda complicidad con la injusticia del mundo, que nace siempre de la acumulación del dinero, que es lo que produce el prestigio social, la diferencia de clases, el poder o dominio de unos sobre otros. Y el dominio basado en el temor. Si uno depende de otra persona para comer, tiene que someterse, tiene que decir "sí" a todo. En el dinero están los tres falsos valores: el dinero, el prestigio y el poder. El que renuncia al dinero, renuncia a los tres, que son los falsos valores de la sociedad, los que crean injusticia e infelicidad en el mundo.
La opción propuesta por la primera Bienaventuranza lleva a su perfección la metanoia o conversión propuesta por Jesús. Quien elige ser pobre renunciando a acaparar riquezas, y con ello al rango y al dominio, excluye de su vida toda posibilidad de in­justicia.

4Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
¿Quién son los mansos? Los que sufren. Pero, ¿de qué sufrimiento se trata? Habría que terminar o completar la expresión diciendo “dichosos los que sufren opresión”.
Esta bienaventuranza está tomada del Sal 37. Hay que ver este Salmo para ver qué significa. La palabra del Sal 37, en hebreo, es la misma que pobres, pero el griego le ha dado el sentido que se deduce del contexto. Y es sobre los que carecen de independencia y libertad, los que están sometidos a otros. El Salmo trata de eso.
Heredaran la tierra. Jesús no promete la posesión de una tierra como patrimonio familiar, sino la universalidad de la tierra como símbolo de libertad, de la independencia de la tierra como plenitud del ser humano. O sea, los que estaban sometidos van a encontrar su libertad y su independencia. Es una manera de acabar con la injusticia que causa opresión y sometimiento.
Toda esta heredad es efecto progresivo de la historia del mensaje del Evangelio. O debe serlo porque, hasta ahora, tampoco se ha visto nunca. Difícilmente se han visto comunidades cristianas al estilo de la primera bienaventuranza.

Esta Bienaventuranza y las que siguen están en futuro, mientras la primera está en presente. La primera constituye la comunidad cristiana, que es el Reinado de Dios, el lugar donde Dios Reina y, una vez que existe esa comunidad cristiana, empieza el proceso liberador de la Humanidad, que es de lo que se trata. La liberación es hacer que la gente pase de un estado negativo, de opresión, de falta de libertad, de injusticia, a un estado positivo donde exista la libertad, la autonomía, la justicia, el amor, la solidaridad. Lo que está diciendo el evangelista es: el hecho de que empiece a existir, por opción, la primera Bienaventuranza permitirá que la gente pueda encontrar el lugar donde habite la justicia. 


5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Los que lloran o "los que sufren" es una expresión tomada del capítulo 61 del profeta Isaías. En ese pasaje de Isaías viene una admirable frase, que se repite en otros evangelios: El Espíritu de Dios está sobre mí. He venido a consolar a los que sufren (2ª Bienaventuranza), he venido a anunciar la Buena Noticia a los pobres (1ª bienaventuranza). 
Se trata de los que sufren opresión, de los cautivos, de los que viven bajo las opresiones más duras como la marginación, el rechazo, el desprecio o el exterminio. Es un dolor profundo que no puede menos de manifestarse al exterior. Son las víctimas de una opresión tan dura que no pueden contener su dolor. Son los que viven pobres como consecuencia de la codicia de los demás (de los malvados). Han perdido su independencia económica (tierra, terreno…) y su libertad. Han de vivir sometidos a los poderosos que los han despojado. Su situación es tal que no pueden ni siquiera expresar su protesta.
El consuelo será el fin de la opresión.  Al formarse la comunidad cristiana, se crea el espacio donde se puede vivir sin opresión y en libertad. Esto está al alcance de todo el que quiera entrar en la comunidad. Los que están oprimidos, los que sufren ese dolor, pueden encontrar ahí su consuelo.

6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
El hambre y la sed indican el anhelo, el deseo de algo indispensable para la vida. La justicia es al hombre tan necesaria como la comida y la bebida.  Sin justicia el ser humano se encuentra en un estado de muerte. Sin justicia, el hombre no puede vivir o malvive. La vida en la injusticia es de muertos en vida. Lo mismo que el que no tiene que comer y no tiene que beber se muere, el que no tiene justicia es un muerto en vida. Esa es una vida que no es digna de vivirse.
Esta justicia es entre hombre y hombre. Justicia supone igualdad, dignidad, ser tratado como persona. Supone libertad, autonomía, derecho a decidir por uno mismo. En fin, todo lo que constituye una persona humana. Se trata de verse libres de la opresión, gozar de una vida digna, gozar de la libertad.

Jesús pro­mete que ese anhelo va a ser saciado, es decir, que en la sociedad humana según el proyecto divino, no quedará rastro de injusticia.  

7Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Otros autores prefieren traducir por los que prestan ayuda (J. Mateos), porque no se trata de un mero sentimiento, sino de una ayuda. Como aquellas "obras de misericordia corporales", en las que decíamos: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir a desnudo, etc. Son obras de misericordia. Esa es la Bienaventuranza. Por lo tanto, se trata de prestar ayuda: Dichosos los que prestan ayuda". Esta es la disposición de la comunidad.
 No se trata bondad como sentimiento, sino de obra. Ayudar al que lo necesita en cualquier terreno, empezando por  el corporal.
Dios derramará su misericordia a los que actúan así. 

8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Expresión tomada del Sal 24,4.
Limpio de corazón es el que no da cabida a malas intenciones contra su prójimo. Es transparencia en la conducta, crea confianza personal, y, como consecuencia, social. El corazón es la interioridad de la persona considerada en su aspecto estático, o sea, permanente. La persona que tiene el corazón limpio es la que no abriga mala intención para nadie. De manera que las malas intenciones internas producen una serie de actos que son los que manchan al hombre. Lo que se hace con mala idea o con mala intención.
Contrasta con el concepto de pureza/limpieza según la ley, que se consigue con ritos, normas y observancias. Ahora, en el la Nueva Alianza, la limpieza de corazón es buena disposición hacia los demás y sinceridad en la conducta. El corazón puro no es una posibilidad que se consigue solo en el templo. Ahora, el ser humano puede experimentar directa y personalmente a Dios.
Verán a Dios. Tendrán experiencia de Dios en su vida.

9Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
La paz, en el ámbito bíblico, es prosperidad, tranquilidad, derecho, justicia. Es el resumen de los valores que hacen posible la felicidad del ser humano. No es solamente lo que nosotros llamamos ausencia de guerra. La paz significa prosperidad, buenas relaciones humanas, derecho y justicia, prosperidad, tranquilidad, excelente relación humana, hermandad. Podríamos traducir por “dichosos los que trabajan por la felicidad de los hombres".
En una sociedad, donde todos estás dispuestos a prestar ayuda (v. 7) y donde hay sinceridad de conducta (v.8), se realiza plenamente la justicia, se disfruta de la felicidad humana.
Esta actividad hace al ser humano semejante a Dios por ser la misma que él ejerce con los seres humanos. Ser hijo es portarse como su padre. Por eso, Dios, a los que trabajan por la felicidad del hombre, los va a llamar hijos suyos. Porque se portan como él. Todo el interés de Dios es la felicidad de los hombres. Llamarles significa que lo son y son reconocidos como tales. Pero, además, van a ser reconocidos como hijos de Dios, es decir, van a dar al mundo lo que es la imagen del verdadero Dios.


10Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Es la bienaventuranza más paradójica de todas y completa la primera bienaventuranza.
Se suele traducir por la justicia, pero más bien habría que decir que es la "justa relación con alguien". Puede ser la relación de vida con Dios o la relación de vida con el hombre. La relación que debemos a Dios es la fidelidad y la relación que debemos al hombre es la de justicia u honradez. Preferimos hablar de fidelidad a Dios que, al mismo tiempo, es la fidelidad al hombre. Es la fidelidad a la opción que se ha hecho en la primera Bienaventuranza.
La Bienaventuranza expone la situación de los que viven, de hecho, en la elección por la pobreza, en contra del poseer, contra la ambición del poder, de la gloria, y la riqueza. Cuando se opta por el Reino de Dios, la persecución es una consecuencia, no es un fracaso, sino un éxito. Expo­ne la situación en la que viven los que han hecho la opción contra el dinero. La sociedad basada en la ambición de poder, gloria y ri­queza, no puede tolerar la existencia y actividad de grupos cuyo modo de vivir niega las bases de su sistema. Consecuencia inevitable de la opción por el Reinado de Dios es la persecución. Esta, sin embargo, no representa un fracaso, sino un éxito, dichosos, bienaventurados, felices. Aunque en medio de la dificultad, es fuente de alegría, pues el Reinado de Dios se ejerce eficazmente sobre esos hombres.

¿Por qué dice que de ellos es el Reino de los cielos o esos tienen a Dios por Rey o dichosos?  Porque esos experimentan el Reinado de Dios sobre ellos. De manera que, en medio de esa persecución más o menos cruenta, más o menos molesta, siempre hay una alegría especial, porque se tiene la experiencia de que Dios está con nosotros.

11Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. 12Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

La fidelidad de la bienaventuranza anterior ahora se concreta en por mi causa, por causa suya. Es la fidelidad a Jesús, a su mensaje, al compromiso hecho en la primera Bienaventuranza, a renunciar a la idolatría del dinero.
La sociedad ejerce sobre la comunidad o el grupo que decide vivir al estilo de Jesús, una presión: descrédito, enemigos. El motivo de esta enemistad no puede ser otro que la fidelidad de Jesús y sus valores. De otra manera: cuando al seguidor o comunidad de Cristo, en su intento de vivir en el espíritu de las Bienaventuranzas, los insultan, les den de lado, les niegan el saludo, les quitan el puesto… entonces, alegraos, saltad de alegría, porque la recompensa es Dios mismo.

En el cielo. Designa a Dios como agente. Dios es la recompensa. La persecución o el descrédito no son motivo de depresión o desánimo. Al contrario: la forma de vida de los discípulos causa impacto y esto es un éxito.  Esta manera de hablar designa a Dios como el que actúa. El actúa como Rey de los que viven perseguidos. Los discípulos toman en la historia el puesto de los profetas de antaño, pero, según este pa­saje, la acción profética es la vida misma según el programa propuesto por Jesús.
La vida de la comunidad va produciendo la liberación prometida para sectores oprimidos y a eso se debe la persecución.

En conclusión: Mateo nos presenta ocho bienaventuranzas. El ocho en la numerología bíblica es símbolo del mundo definitivo, va más allá de la primera creación (el primer día después de los siete días). Hace referencia al Reinado de Dios que se va hacer realidad en la tierra, ahora y en el futuro. Jesús se aparece a los ocho días (Jn 20,26), expresando el carácter pleno y definitivo de la era mesiánica.

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