MARTES, 11 DE JUNIO
MARTES: Mateo 5,13-16
13Vosotros sois
la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No
sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
14Vosotros sois
la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
15Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín,
sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. 16Brille
así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y den
gloria a vuestro Padre que está en los cielos”.
COMENTARIO
13a Vosotros sois la sal de la tierra.
Jesús
dice: vosotros sois la sal de la tierra.
¿Quiénes son “vosotros”? Son aquellos
que acaban de escuchar las Bienaventuranzas: los discípulos y el gentío. Unos y
otros están invitados a formar la nueva comunidad, signo del Reinado de Dios.
Es como si Jesús dijera: “depende de vosotros que esta nueva Alianza con los
hombres siga existiendo. Vuestra conducta será la garantía de llevar a cabo el
nuevo y definitivo proyecto de Dios en favor de la humanidad”. Es la nueva
efusión del amor de Dios, a través de Jesús, transmitida en las
Bienaventuranzas. Existe la posibilidad de una sociedad nueva fundada en la
palabra de Jesús.
13bPero si la
sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
Mejor
que "sosa" es traducir por
"necia", “si la sal se vuelve necia”. Es el mismo término que va a
utilizar Jesús en la parábola de las dos casas. La sal necia/sosa es la
persona/ comunidad que escucha el mensaje de Jesús, pero no lo pone en
práctica. Entonces, ¿con qué se le dará sabor a la sal?, ¿quién le va a hablar
del mensaje a esa comunidad? Se trataría de una traición al mensaje.
13cNo sirve más
que para tirarla fuera y que la pise la gente.
La
sal que no sazona no sirve para nada. La comunidad cristiana que no vive ese
mensaje, no sirve para nada. Esto parece cruel pero no se trata de una
imposición, sino de un proceso de maduración en el que el discípulo/comunidad
se va llenado del Espíritu de vida. Es una vida que se va poniendo en práctica.
Es una opción, no una obligación. La vivencia de las Bienaventuranzas es el
fruto de la presencia del Espíritu que recibe el que acoge la persona de Jesús.
14aVosotros sois
la luz del mundo.
La
imagen de "la luz" se aplicaba a Jerusalén como ciudad donde
resplandecía la gloria de Dios[1], y al Templo, exponente de la
santidad de Jerusalén. La ciudad santa y el Templo eran "luz del mundo".
Con la
presencia de Cristo todo eso ha terminado. Ya no hay una ciudad santa ni un
templo donde la gloria de Dios resplandece. Es en la comunidad guiada por el
Espíritu, que vive y hace realidad el Reino, donde resplandece su gloria. Allí
donde existe esta comunidad está el Espíritu de Dios. Se han acabado los
derechos geográficos a ser ciudad santa. Lo único que puede ser santo,
semejante a Dios, es el ser humano porque es el único que puede recibir el
Espíritu y parecerse a Dios mismo. Lo demás son cosas antiguas que en la edad
adulta del Espíritu no tienen sentido.
14bNo se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Es
una alusión a Jerusalén. Los discípulos son ahora la nueva Jerusalén. La
comunidad es el lugar donde resplandece la gloria de Dios. Esto no se puede
ocultar. La comunidad cristiana tiene un modo de comportarse que se hace
visible, poquito a poco, pero se nota alrededor.
15Tampoco se
enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el
candelero y que alumbre a todos los de la casa.
Aplicado
a la comunidad de discípulos, estas palabras indican que el grupo cristiano no
puede ser un círculo cerrado sin repercusión en el exterior. De alguna manera
se nota su presencia, nadie enciende una
vela para meterla debajo del celemín, la pone para que alumbre[2]. Jesús
ha venido a encender esa luz en nosotros para alumbrar a los demás. Esa luz
alumbra, se ve, se nota.
La
comunidad tiene la tarea de servir a los de casa. Desde fuera los demás ven si
la casa está encendida o apagada. La luz, como la vida, tiende a comunicarse.
El destino de la comunidad es servir al bien de la humanidad, no es un
auto-servicio. Esto sucede por la fuerza del Espíritu que habita en ella.
Cuando esto ocurre el discípulo/comunidad se convierte en luz.
16 Brille así
vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a
vuestro Padre que está en los cielos.
"Los
hombres”
son los que no son miembros de la
comunidad pero ella alumbra a todos. Las obras están al servicio de Dios. Las
buenas obras son aquellas que hacen “la casa” más humana. Nos detenemos en dos
expresiones:
-
den gloria. Este
dicho significa la posibilidad de conocer a Dios como Padre, da vida a la
humanidad. Dar gloria es engendrar vida, es liberar de la opresión, hacer la
vida más humana según el proyecto de las Bienaventuranzas. En consecuencia,
cuando las obras de los seguidores de Jesús sean así, la humanidad irá
comprendiendo el verdadero rostro de Dios: Padre y no juez, ni soberano, ni el
que tiene al hombre debajo para castigarlo, es Aquel que comunica al ser humano
su misma plenitud de vida.
-
vuestro Padre que está en los cielos. En estas palabras se mezclan la tradición del AT,
llamaba a Dios Rey, con la novedad del NT, llama a Dios Padre. Tener a Dios por Padre es lo mismo que tener a Dios por Rey.
Dios Reina comunicando su Espíritu, su vida, no imponiéndose. Al comunicar su
vida ese Rey se convierte en Padre. ¿Por qué Jesús lo llama vuestro Padre? Porque los discípulos están
dedicados a hacer lo que Dios Padre hace: engendrar vida.
[1] Is 60, 1: Levántate y
resplandece, porque llega tu luz, la gloria del Señor amanece sobre ti.
[2] La palabra "celemín"
es un antiguo término castellano que expresaba la medida del grano. De ahí paso
a designar el objeto, una especie de cajón de madera, con el que se medía o
pesaba el grano.
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