lunes, 10 de junio de 2019

TIEMPO ORDINARIO. SEMANA X


MARTES, 11 DE JUNIO



MARTES: Mateo 5,13-16
13Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
14Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. 15Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. 16Brille así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos”.

COMENTARIO
13a Vosotros sois la sal de la tierra.
Jesús dice: vosotros sois la sal de la tierra. ¿Quiénes son “vosotros”? Son aquellos que acaban de escuchar las Bienaventuranzas: los discípulos y el gentío. Unos y otros están invitados a formar la nueva comunidad, signo del Reinado de Dios. Es como si Jesús dijera: “depende de vosotros que esta nueva Alianza con los hombres siga existiendo. Vuestra conducta será la garantía de llevar a cabo el nuevo y definitivo proyecto de Dios en favor de la humanidad”. Es la nueva efusión del amor de Dios, a través de Jesús, transmitida en las Bienaventuranzas. Existe la posibilidad de una sociedad nueva fundada en la palabra de Jesús.

13bPero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
Mejor   que "sosa" es traducir por "necia", “si la sal se vuelve necia”. Es el mismo término que va a utilizar Jesús en la parábola de las dos casas. La sal necia/sosa es la persona/ comunidad que escucha el mensaje de Jesús, pero no lo pone en práctica. Entonces, ¿con qué se le dará sabor a la sal?, ¿quién le va a hablar del mensaje a esa comunidad? Se trataría de una traición al mensaje.

13cNo sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
La sal que no sazona no sirve para nada. La comunidad cristiana que no vive ese mensaje, no sirve para nada. Esto parece cruel pero no se trata de una imposición, sino de un proceso de maduración en el que el discípulo/comunidad se va llenado del Espíritu de vida. Es una vida que se va poniendo en práctica. Es una opción, no una obligación. La vivencia de las Bienaventuranzas es el fruto de la presencia del Espíritu que recibe el que acoge la persona de Jesús.

14aVosotros sois la luz del mundo.
La imagen de "la luz" se aplicaba a Jerusalén como ciudad donde resplandecía la gloria de Dios[1], y al Templo, exponente de la santidad de Jerusalén. La ciudad santa y el Templo eran "luz del mundo".
Con la presencia de Cristo todo eso ha terminado. Ya no hay una ciudad santa ni un templo donde la gloria de Dios resplandece. Es en la comunidad guiada por el Espíritu, que vive y hace realidad el Reino, donde resplandece su gloria. Allí donde existe esta comunidad está el Espíritu de Dios. Se han acabado los derechos geográficos a ser ciudad santa. Lo único que puede ser santo, semejante a Dios, es el ser humano porque es el único que puede recibir el Espíritu y parecerse a Dios mismo. Lo demás son cosas antiguas que en la edad adulta del Espíritu no tienen sentido.

14bNo se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Es una alusión a Jerusalén. Los discípulos son ahora la nueva Jerusalén. La comunidad es el lugar donde resplandece la gloria de Dios. Esto no se puede ocultar. La comunidad cristiana tiene un modo de comportarse que se hace visible, poquito a poco, pero se nota alrededor.

15Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa.
Aplicado a la comunidad de discípulos, estas palabras indican que el grupo cristiano no puede ser un círculo cerrado sin repercusión en el exterior. De alguna manera se nota su presencia, nadie enciende una vela para meterla debajo del celemín, la pone para que alumbre[2]. Jesús ha venido a encender esa luz en nosotros para alumbrar a los demás. Esa luz alumbra, se ve, se nota.
La comunidad tiene la tarea de servir a los de casa. Desde fuera los demás ven si la casa está encendida o apagada. La luz, como la vida, tiende a comunicarse. El destino de la comunidad es servir al bien de la humanidad, no es un auto-servicio. Esto sucede por la fuerza del Espíritu que habita en ella. Cuando esto ocurre el discípulo/comunidad se convierte en luz.

16 Brille así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
"Los hombres” son los que no son miembros de la comunidad pero ella alumbra a todos. Las obras están al servicio de Dios. Las buenas obras son aquellas que hacen “la casa” más humana. Nos detenemos en dos expresiones: 
-          den gloria. Este dicho significa la posibilidad de conocer a Dios como Padre, da vida a la humanidad. Dar gloria es engendrar vida, es liberar de la opresión, hacer la vida más humana según el proyecto de las Bienaventuranzas. En consecuencia, cuando las obras de los seguidores de Jesús sean así, la humanidad irá comprendiendo el verdadero rostro de Dios: Padre y no juez, ni soberano, ni el que tiene al hombre debajo para castigarlo, es Aquel que comunica al ser humano su misma plenitud de vida.

-          vuestro Padre que está en los cielos. En estas palabras se mezclan la tradición del AT, llamaba a Dios Rey, con la novedad del NT, llama a Dios Padre. Tener a Dios por Padre es lo mismo que tener a Dios por Rey. Dios Reina comunicando su Espíritu, su vida, no imponiéndose. Al comunicar su vida ese Rey se convierte en Padre. ¿Por qué Jesús lo llama vuestro Padre? Porque los discípulos están dedicados a hacer lo que Dios Padre hace: engendrar vida.



[1] Is 60, 1: Levántate y resplandece, porque llega tu luz, la gloria del Señor amanece sobre ti.
[2] La palabra "celemín" es un antiguo término castellano que expresaba la medida del grano. De ahí paso a designar el objeto, una especie de cajón de madera, con el que se medía o pesaba el grano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario