MIÉRCOLES, 17 DE JULIO
Mateo 11,25-27
25En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: Te doy
gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. 26Sí,
Padre, así te ha parecido bien. 27Todo me ha sido entregado por mi
Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el
Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
COMENTARIO
25En aquel
momento tomó la palabra Jesús y dijo: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se
las has revelado a los pequeños. 26Sí, Padre, así te ha parecido
bien.
Jesús
alaba al Padre por su modo de proceder.
La manifestación del Mesías
podría haber sido de manera espectacular y autoritaria, pero el Padre ha
querido hacerlas depender de las disposiciones del hombre. Dios esconde estas cosas: es una manera de
hablar. Es el ser humano el que se incapacita a sí mismo para ver, se atribuye
a Dios lo que es responsabilidad mía.
·
Los pequeños /sencillos. Son los que tienen
un interior limpio, los que no tienen intereses torcidos. Solo a estos se les
permite discernir, en las obras de Jesús, la mano de Dios. Tienen que ver con
la primera de las Bienaventuranzas, felices
los pobres en el Espíritu. Son los que tienen necesidad de salvación, los
que se dejan transformar por el Espíritu.
·
Los sabios y entendidos. No quiere decir los
inteligentes. Hace referencia a Is 29,14: a los hipócritas, no-sinceros, los
que tienen intereses torcidos…Todo esto les inutiliza y les impide aceptar las
conclusiones a las que deberían llegar al interpretar/discernir las obras de
Jesús.
27Todo me ha
sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie
conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Identidad
entre Jesús y el Padre.
Jesús
es la presencia de Dios en la tierra. Es Dios-con-nosotros. La relación íntima
entre Jesús y el Padre la establece la comunidad del Espíritu. El conocimiento de Dios, del que se glorían los sabios y entendidos, que se adquiría
a través del estudio de la ley, no es verdadero conocimiento. Los que creen
esto, aunque se tengan por sabios, son necios. Nadie puede conocer al Padre
sino a aquel a quien el Hijo comunique el Espíritu, que establecerá una
relación semejante a la suya.
El
verdadero conocimiento de Dios,
consiste en conocerlo como Padre y experimentar su amor. Este conocimiento y
experiencia solo puede conocerse a través del Hijo. Solo se puede practicar a
través del Espíritu que el Hijo nos transmite.
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