VIERNES 19 DE JULIO
Mateo 12,1-8
12 1En aquel tiempo atravesó Jesús en
sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar
espigas y a comérselas. 2Los fariseos, al verlo, le dijeron: Mira,
tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.
3Les replicó: ¿No habéis leído lo que hizo David,
cuando él y sus hombres sintieron hambre? 4Entró en la casa de Dios
y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni
a él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes.
5¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden
violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? 6Pues os digo
que aquí hay uno que es más que el templo. 7Si comprendierais lo que
significa quiero misericordia y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes.
8Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.
COMENTARIO
12, 1En aquel tiempo atravesó Jesús en
sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar
espigas y a comérselas.
Jesús
marcha por los sembrados, un sábado. Los discípulos son mencionados solo a
continuación El itinerario de Jesús es el de los suyos. Mateo señala que los
discípulos sienten hambre. No hacía
falta poner otra motivación para la libertad que muestran los discípulos. Mateo
expresa así un motivo para la acción.
2Los fariseos, al verlo, le dijeron: Mira, tus
discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado. 3Les
replicó: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron
hambre? 4Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la
proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino
solo a los sacerdotes.
Arrancar espigas estaba permitido por Dt 23,26 para proteger los
derechos de los pobres. Los fariseos, sin embargo, consideraban el arrancar
espigas como equivalente a la recolección, trabajo prohibido en sábado Ex 34,21.
Señalan el hecho a Jesús, esperando que corrija la conducta de los discípulos.
Se dirigen a Él sin ninguna fórmula de cortesía o respeto.
Jesús,
en vez de corregir a los discípulos, defiende su conducta. A la manera de la
controversia rabínica, Jesús responde:
-
Comienza con la
frase: ¿No habéis leído?
-
Cita a
continuación un episodio bien conocido de la historia de David (1 Sm 21,1ss),
quien, ante la necesidad propia y la de sus hombres, se permitió contravenir a
lo expresamente prescrito en la Ley Lv 24,9 y comió los panes de la ofrenda Lv 24,5s.
La
argumentación de Jesús se basa hasta este momento en que la necesidad del
hombre es razón suficiente para ignorar ocasionalmente un precepto de la Ley.
Con esta comparación pone la obligación del sábado, que para los rabinos era la
máxima, a la altura de un precepto ritual secundario.
5¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden
violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?
Jesús
añade otro argumento: ¿No habéis leído?.
Ahora, Jesús argumenta a partir de la Ley, es decir, de los libros de Moisés.
En la frase distingue entre el día de sábado y el precepto del descanso. No solo
el hombre puede eximirse de la obligación en caso de necesidad; la Ley misma
relativiza el precepto del descanso. De hecho, el trabajo en el templo era
mayor en los días festivos que en los días ordinarios, pues aumentaba el número
de ofrendas Núm 28,9s.
La
obligación del culto a Dios prevalece sobre la del descanso. La ley del
descanso -y, en consecuencia, la Ley entera- no es un absoluto.
6Pues os digo
que aquí hay uno que es más que el templo. 7Si comprendierais lo que
significa quiero misericordia y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes.
8Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.
Si
el templo exime de la obligación del descanso, hay aún una realidad superior al
templo, Jesús mismo. Reprochando a los fariseos no saber interpretar la
Escritura, si comprendierais,
confirma lo dicho con una cita de Oseas 6,6: es Dios mismo quien relativiza la
obligación del culto, anteponiendo al mismo el servicio al hombre:
-
Misericordia, significa
el amor que se traduce en ayuda.
-
Sacrificio: son
los mandatos cultuales en general y las del sábado en particular.
En
consecuencia, la censura hecha por los fariseos carece de fundamento. Opone
Jesús la ayuda al hombre a la piedad orgullosa y despectiva de los fariseos,
empeñados en condenar.
Jesús
da la razón última: el Hombre es señor
del sábado y, por lo tanto, de la Ley, que, según los fariseos, se resume
en el precepto del sábado. El trabajo en el templo era una excepción a la Ley
del descanso, que no por eso perdía su validez. Pero el Hombre no tiene por qué invocar excepciones. Señor significa superior al precepto y
libre de él. Mateo, por tanto, explica por qué los discípulos son inocentes:
porque participan de la libertad y del señorío de Jesús mismo. El que practica
la misericordia, es decir, la ayuda a los hombres, está por encima del culto,
que, a su vez, tiene la precedencia sobre el precepto del descanso. Es Jesús
quien realiza el plan/voluntad de Dios, no los que subordinan el bien del
hombre a los preceptos legales, como los fariseos.
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