viernes, 8 de agosto de 2014

SEMANA XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
JUEVES

Del evangelio de Mateo 16,13-23
¿QUIEN DECÍS VOSOTROS QUE SOY  YO?
- EL MESÍAS
LO QUE ACABAS DE CONFESAR
ES LA PIEDRA QUE FUNDAMENTA LA IGLESIA
APÁRTATE DE MI SATANÁS



TEXTO
13Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? 14Ellos contestaron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. 15El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.
17Jesús le respondió: ¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. 19Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. 20Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

COMENTARIO
13Al llegar a la región de Cesarea de Filipo…
No hay que perder de vista la dinámica de toda la catequesis de Mateo. Estamos al otro lado, los discípulos han completado su travesía y llegamos a la capital del otro lado, a Cesárea de Filipo. Era lo más opuesto y lejano a Jerusalén con la carga judaica que esa ciudad lleva consigo, lugar de donde vienen escribas, fariseos, saduceos.
Ahora que los discípulos han llegado a las antípodas de Jerusalén, que se han universalizado y han llegado a la capital del otro lado, que están fuera del territorio donde reina la concepción mesiánica de David como rey poderoso, ahora es el momento de proponer a sus discípulos la cuestión sobre la identidad.

Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
14Ellos contestaron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.
Esta es la primera pregunta.
Hijo del hombre es una expresión que se refiere a Jesús mismo. Es equivalente a que decir yo, “de mi”[1] Mateo y sus lectores saben el significado de la expresión del Hijo del Hombre por la tradición cristiana, por ser una expresión que Cristo utilizó históricamente para referirse a sí mismo. Esta expresión evoca todo lo vivido con Jesús a lo largo del discipulado. Es el título con el que Jesús describe toda su andadura por la Historia, y en el discípulo evoca esto, el descubrimiento de quien es Jesús a través de su andadura junto a él: el hombre perfecto, pleno, acabado, con mayúsculas.
Por lo tanto, cuando en la primera pregunta Jesús dice ¿Quién dice la gente es que es el Hijo del Hombre? Equivale a decir: ¿la gente ha llegado a captarme a través de mi andadura por la historia como el que realmente soy?

Y los discípulos contestan: la gente te ve como un personaje excepcional; te compara y te ve con los grandes personajes del pasado: un enviado de Dios en continuidad con el pasado. Y esto, en cierto modo, es verdad, pero como no han profundizado no captan su condición única, no descubren la novedad de su mesianismo y, por tanto, no descubren su figura.
Hijo del Hombre es una expresión que tienen sentido para los discípulos, para los demás es un misterio. Cuando se entiende cuál es el camino manifestado en Jesús, cuando entendamos a Jesús y su caminar en sentido pleno, al Hombre con mayúsculas, es cuando el Padre nos revela que Él es el enviado, el Hijo de Dios vivo.

15El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.
Por esto, en la segunda pregunta, cuando Jesús les dice y vosotros ¿quién decís que soy yo?, los discípulos ya han captado la plenitud y la novedad que Cristo trae y la calidad de su mesianismo. La respuesta escenificada por Pedro podríamos traducirla así: “En nuestra andadura contigo hemos descubierto que eres la plenitud del ser humano, el hombre acabado, el Hijo del Hombre, esto es, el Hijo del Dios vivo. Además eres el Mesías, el enviado por Dios para que nosotros lleguemos también a ser sus hijos. Soy criatura llamada a ser hijo de Dios. Reconozco en ti, Jesús, al Ungido/Mesías enviado que me potencia para llegar a lo que debo ser”.


17Jesús le respondió: ¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Pedro no es nombre. Cristo o Mesías/Ungido no son nombres de Jesús, son “sobrenombres”. Son palabras que indican una función. La función de Pedro y la de todos ese ser piedra útil para la edificación de la Iglesia de Dios, para el pueblo de Dios.

Mi padre que está en los cielos, está en paralelo con Padre nuestro del cielo (Mt 6,9). Los que reciben del Padre la revelación sobre Jesús son los que ven en Jesús la imagen del Padre, al Hijo de Dios vivo. Y los que reciben de Jesús la experiencia de que Dios es Padre, lo pueden convocar como tal. Esta es la dicha de la que Pedro participa y todos los que siguen a Jesús. La bienaventuranza, Bienaventurado, se dice solo a Simón, pero es representante y solo como primacía, como hermano mayor.

Es paralelo de las palabras de Pedro, tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo, están las de Jesús: tú eres Pedro y sobre esta piedra… “Todo el que profesa lo que tú has dicho se convierte en piedra apta pata al construcción de la asamblea/pueblo de Dios. Y sobre esta roca inamovible que es la confesión de fe que acabas de hacer edificaré mi comunidad que se edifica con piedras que como tu profesan esa fe en mí[2]. La fe en Jesús es la roca firme que permite la construcción de una sociedad humana nueva. Ni sobre Simón ni sobre sus sucesores se construye nada, no son cimiento, todos son piedras móviles, de paso por la vida, que elevan el edificio. El edificio crece con piedras, el cimiento no crece, es roca firma, asentado desde siempre y para siempre. Todo el que da adhesión a este cimiento se convierte en piedra utilizable para la construcción.

Continua Jesús: Y el poder del infierno/del Hades…Es  una expresión fija que designa, en la literatura bíblica y en la literatura griega, a la muerte. No la derrotará, no prevalecerá sobre la edificación cimentada sobre la roca que es el Dios vivo. Jesús es el Hijo de Dios vivo, su obra no puede estar sujeta a la muerte.  

19Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.
Estas dos nuevas imágenes, llaves atar/desatar, completan a la anterior. El creyente no es solo alguien que profesa un fe (v. 18). También es alguien que tiene un poder, llave, y debe actuarlo, atar/desatar. Si antes la imagen era arquitectónica/construcción, lo fijo, la fe inconmovible, ahora se completa con las funciones (llaves y actuación), lo móvil, las obras.
Son unas llaves que no hacen la función que esperaríamos (abrir/cerrar), sino atar/desatar. ¿Por qué pudiendo poner abrir/cerrar, que es lo lógico, nos pone atar/desatar? Parece que este texto no se refiere ni única ni exclusivamente al sacramento de la penitencia, porque este poder de atar/desatar no solo se da a Pedro, sino a todo discípulo, y no todos los discípulos y seguidores son sacerdotes (18,15-18); porque en ese mismo texto no se habla de sacramento de la penitencia, sino de corrección fraterna.
La potestad de las llaves y su poder de atar/desatar se da a todo discípulo y es una potestad terrena. No tiene esa imagen de Pedro, portero celestial. Nadie excomulga a nadie, nadie abre o cierra la puerta a otro, es uno mismo con la confesión de su fe o su no-confesión, con sus buenas obras o malas quien se está convirtiendo en “piedra” de edificación o no, quien se da acceso o se le cierra. La potestad de atar del Papa es la potestad del hermano mayor de dejar claro y en público lo evidente: que un hermano se ha autoexcluido.

Entonces, ¿a qué se refiere? No hace falta más que tomar estos verbos atar/desatar y ver en Mateo o en los demás evangelistas cuando aparecen. Hacen referencia al poder que tiene Jesús de palabra y obra para liberar al ser humano y darle plenitud: Jn 11,44: desatadlo y dejadlo andar, a Lázaro; Lc 13,15: desata a la mujer encorvada; Mc 7,35: se le desató la lengua y hablaba con dificultad.

Se refiere a la potestad de Jesús que tiene de dar plenitud a todo ser humano. Esa potestad la transmite al hermano mayor (v. 19) y a toda la comunidad (v. 18). Y se refiere no solo a las obras, sino a las palabras, a la mentalidad[3]. No basta con confesar la fe, ser piedra. Es preciso ponerla en práctica: piedra colocada en el muro, piedra activa.

20Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
¿Por qué Jesús prescribe el mandato del silencio?
En el texto ha quedado claro que las gentes no tienen un conocimiento pleno de Jesús y la concepción de su mesianismo. Pregonar que Jesús es el Mesías cuando el concepto que tenían no se ajustaba a la realidad, es confundir y malentender todo. Hay todo un proceso: 
·         Primero, es el proceso de seguimiento de Jesús y el vivir con él en casa/barca, universalizar ir a la otra orilla. En la medida que el discípulo vive con Jesús, lo conoce a Él y la calidad de su mesianismo para acabar confesándolo. Una vez llegados aquí, ya está caminando hacia Jerusalén (v.21), hacia la entrega total y la glorificación/plenitud del ser humano/ser hijo de Dios.
·         En el camino del seguimiento no hay saltos cualitativos: Cada uno debe seguir todos los pasos, no se puede evitar al otro un trecho del camino contándole lo que te ha sido revelado por seguir  todos los pasos; lo podrías confundir. Cada uno inexorablemente debe cumplir todas las etapas del seguimiento. Solo las experimenta el que ha seguido los pasos previos. En el proceso de la fe no basta con que me lo cuenten, cada uno ha de vivirlo.
·         Hablarle a otros sobre la identidad del Mesías, cuando no se tiene clara la calidad del mesianismo, solo puede dar pie a equívocos. De ahí el mandato del silencio.





[1] ¿Qué significa esta expresión en Mateo? Es una término que solo aparece de un modo continuo a partir del Mt 8, es decir, cuando Jesús comienza a actuar.  Hasta Mt 16,13, el pueblo, los adversarios y los discípulos son los destinatarios de las palabras del Hijo del Hombre.  Es una expresión absolutamente extraña, ininteligible, y misteriosa en la época de Mateo. En el uso cotidiano existía “hijo del hombre” en el sentido de ser humano, alguien. Pero la expresión doblemente articulada, el, del, es extraña, inusual, misteriosa. Cierto que la expresión se encentra en Dan 7,13 pero no procede de ahí o al menos su sentido y significado no se agota en Dan.

[2] La palabra piedra tiene varios significados:
Piedra. Es “petros”, en griego. Significa la piedra que puede moverse, incluso lanzarse. Es, por ejemplo, las piedras que se usan en una construcción. Pedro no es nombre ni existía como nombre de persona en griego antes del cristianismo ni Cefas (en arameo) tampoco.
Roca. “petra”. Significa la roca inconmovible, inmensa, anclada en el suelo, equivale al cimiento de una casa y en este sentido se usa en Mt 7,24-45: el hombre que construye su casa sobre roca.
Son conceptos muy diferentes. Jesús, tomando el sobre nombre de Pedro crea una imagen. “Simón por esta confesión que me has hecho, por esta fe que profesas, ahora es cuando tu sobrenombre de piedra se ha hecho realidad. Eres piedra labrada y apta para la construcción de mi Iglesia. Todo el que siga tu proceso se convierte en piedra apta para la construcción de la Iglesia”.
Y continua Jesús: Y sobre esta piedra/rocaLuego, esto ya no se refiere a Simón. Simón no es roca, sino piedra. La Iglesia no se cimienta sobre Simón, ni sobre ningún hombre. ¡Menuda garantía de estabilidad es Simón-Pedro que de aquí a unos versículos se opone a la entrega de Jesús y es llamado Satanás! (22-23). Estas palabras no se refieren a Simón, sino a la fe expresada por Simón, Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios, o se refiere al mismo Cristo que a la postre es lo mismo que lo anterior. Esta interpretación de San Agustín predominó durante la Edad Media y esta interpretación agustiniana derivó en una doble perspectiva:
-          No es el Papa el fundamento  de la Iglesia, sino a la inversa: la Iglesia es el fundamento y la madre del Papa. 
-          Tomás de Aquino intenta agregar a la interpretación cristológica de San Agustín, la interpretación papal, y dice: Cristo es fundamento de la Iglesia por sí mismo, Pedro es fundamento en tanto que confesó a Cristo. Esta distinción de Sto. Tomás es la que marcó decisivamente la interpretación católica posterior. Además no es exacto, Pedro en tanto confesó a Cristo se convirtió en piedra de construcción, no en piedra de fundamento.
-          La reforma protestante adoptó la interpretación de la Iglesia primitiva y la de San Agustín y las acentuó en sentido anti-papal: la roca es la fe, la roca es Cristo. Y Lutero dirá: Pedro es roca en tanto que encarna la fe, y no el poder. 

[3] Cfr. Mt 22,13: encontraréis en la aldea de enfrente un pollino atado, que no ha sido montado todavía, desatadloLa aldea de enfrente: la mentalidad opuesta a Jesús, enfrentada a él: la mentalidad del mesías triunfal, tiene atada la imagen del Mesías humilde. Es la misma aldea de donde Jesús sacó al ciego y le prohibió volver. Jesús es el que desata de un modo efectivo las auténticas mentalidades y concepciones de Dios y de su mesianismo, atadas por las mentalidades de la tradición de los mayores.

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