viernes, 2 de diciembre de 2022

VIERNES I SEMANA DE ADVIENTO
PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 29,17-24
Esto dice el Señor:…
Aquel día, oirán los sordos las palabras del libro;
sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos.
Salmo responsorial. Sal 26,1.4.13-14
El Señor es mi luz y mi salvación. 
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
 
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,27-31
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:
«Ten compasión de nosotros, hijo de David».
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
«¿Creéis que puedo hacerlo?».
Contestaron:
«Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
«Que os suceda conforme a vuestra fe».
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:
«¡Cuidado con que lo sepa alguien!».
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
REFLEXIÓN

Hay un proceso: 

  •  ser humilde: reconocer nuestra ceguera
  •  pedir ayuda: Jesús ten compasión de nosotros
  •  tener fe: ¿creéis que puedo hacerlo? Si, Señor… Dejarnos tocar los ojos, dejarnos tocar la mirada,…Que os suceda conforme vuestra fe
  •  agradecer: hablaron de él… agradecieron, manifestaron, anunciaron, alabaron

jueves, 1 de diciembre de 2022

 JUEVES. I SEMANA DE ADVIENTO

De la primera Lectura  Is 26, 1-6

 

Confiad siempre en el Señor,

porque el Señor es la Roca perpetua:

 COMENTARIO: 

Isaías es el profeta de la consolación. 
El pueblo de Israel está pasando por los peores momentos de su historia: ha sido invadido, arrasado, deportado... a causa de sus pecados. Lo que aparentemente parece castigo de Dios, abandono de Yahvé, no es real. Por eso: Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua.

Del Salmo responsorial: Salmo 117, 1 y 8-9. 19-21. 25-27a

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

COMENTARIO 

Señor, en este día te doy gracias...

en la mañana por.......

al mediodía por.........

en la tarde por.........

en la noche por .........

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21. 24-27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.


El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca.

Cayó la lluvia, 

se salieron los ríos, 

soplaron los vientos 

y descargaron contra la casa; 

pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. 

Cayó la lluvia, 

se salieron los ríos, 

soplaron los viento 

y rompieron contra la casa, 

y se hundió totalmente».


COMENTARIO


Señor, 

soy de los segundos, de los necios...

Cayó la lluvia de la soledad, de la incertidumbre, de la crítica, de la desaprobación, de la aprobación....

se salieron los ríos de las pasiones, de los controles, de los miedos, de las rabias...

soplaron los vientos de la ansiedad, de la inseguridad, del descontrol, del pecado, de la culpa...

y rompieron contra mi vida, 

y me hundí.... 

¿y ahora que va a ser mi?

¿Y ahora que vas a hacer de mi?


Y sé que estas lluvias seguirán cayendo,  

estos ríos seguirán llenos de agua,

los vientos continuarán soplando,

seguirán rompiendo en mi vida...

y al final, y ahora, 

proclamaré: solo el Señor es mi Roca perpetua

Amén. 














miércoles, 31 de marzo de 2021

 (IX) RELATOS Y ORACIONES PARA LA SEMANA SANTA Y PARA SIEMPRE

 

VENCEDOR


 

 “… si él ofrece su vida por el pecado
verá descendencia,
prolongará sus días,
y la voluntad del Señor
se cumplirá gracias a él.

Después de las penas de su alma,
verá la luz y quedará colmado.

Por sus sufrimientos mi siervo
justificará a muchos
y cargará sobre sí
las iniquidades de ellos.

Por eso le daré en herencia multitudes
y gente innumerable recibirá
como botín,
pues se entregó indefenso a la muerte
y fue contado entre los malhechores,
él que llevaba los pecados de muchos
e intercedía por los malhechores”

 

(Is 53, 10-12)

 

La última palabra la tendrá la VIDA.

Detrás de la pasión vendrá la gloria.

Tras la cruz, la resurrección y el sepulcro vacío.

Las lágrimas darán paso al alivio.

La desesperación, a la esperanza.

 

Porque las historias, en Dios, se encaminan a una plenitud que nada, ni la muerte, puede vencer.

Porque la Justicia se alzará, invencible, sobre lo injusto.

Y eso, no solo para la otra vida.

Creo que es un mensaje sobre nuestro hoy y nuestro ahora.

Sobre la voluntad de luchar.

Sobre el coraje para abrazar la vida en toda su intensidad.

Sobre la conciencia de que no hay que rendirse.

Porque El está con nosotros.

martes, 30 de marzo de 2021

 (VIII) RELATOS Y ORACIONES PARA LA SEMANA SANTA Y PARA SIEMPRE

 

MALTRATADO 

No tenía gracia ni belleza
para atraer la mirada,
ni aspecto digno de complacencia.

Despreciado,
desecho de la humanidad,
hombre de dolores,
avezado al sufrimiento,
como uno ante el cual
se oculta el rostro,
era despreciado y desestimado.

Con todo,
eran nuestros sufrimientos
los que llevaba,
nuestros dolores
los que le pesaban,
mientras nosotros le creíamos
azotado, herido por Dios
y humillado.

Ha sido traspasado
por nuestros pecados,
triturado por nuestras iniquidades
el castigo, precio de nuestra paz,
cae sobre él,
y a causa de sus llagas
hemos sido curados …

 

(Is 53, 1-6)

 

Hay una lógica que no conduce a ningún sitio.

Una lógica que solo engendra incomunicación, aislamiento y soledad:

La lógica del más fuerte.

La lógica de la guerra.

La lógica del odio.

La de una verdad que se impone por la fuerza.

La de quien construye desde el poder…

 

Jesús nos muestra otra lógica.

La de quien responde al mal con bien.

La de quien calla ante la mentira, porque sabe que la verdad brotará más fuerte.

La de quien no devuelve violencia, pero pese a todo planta cara a lo injusto.

La de quien, en lugar de lavarse las manos, se las mancha y se las ensucia al tratar de aliviar y limpiar lo que necesita ser transformado.

La de quien, contra toda apariencia, vencerá a la muerte.

lunes, 29 de marzo de 2021

 (VII) RELATOS Y ORACIONES PARA LA SEMANA SANTA Y PARA SIEMPRE

Hay varios textos bíblicos que tienen una fuerza profunda, y que describen, con un tono poético y una dimensión profética, lo que ocurriría con Jesús, lo que nos disponemos a celebrar en estos días. Son los cánticos del siervo, del profeta Isaías.

Desde ellos, los primeros cristianos, las primitivas comunidades, interpretaron el escándalo de la muerte de Jesús en la cruz.

Algunos comentan que desde estos Cánticos se anticipa el misterio del Dios sufriente, del Hijo de Dios entregado a la muerte… y se avanza la gloria de su Resurrección. Queremos recorrer, estos días, alguna de esas imágenes, dejando que la historia de ese siervo que, para dar vida entrega la suya, hable a nuestras historias durante esta Semana Santa y al comenzar la Pascua.

 

EL SIERVO DEL SEÑOR

 

Aquí está mi siervo a quien protejo;
mi elegido, en quien mi alma se complace.

He puesto en él mi espíritu,
para que traiga la justicia a las naciones.

No gritará, no alzará el tono,
no hará oír su voz por las calles.
No romperá la caña cascada
ni apagará la mecha humeante.
Traerá, con toda seguridad, la justicia.

No desistirá. No desmayará
hasta que implante en la tierra
la justicia y sus leyes, que las islas esperan.

Esto dice el Señor, Dios,
el que creó los cielos y los desplegó,
el que asentó la tierra
y sus productos,
el que da aliento
al pueblo que la habita
y soplo a los seres que se mueven en ella:

Yo, el Señor, te he llamado
para la justicia,
te he tomado de la mano
y te he formado,
te he puesto como alianza del pueblo
y luz de las naciones,
para abrir los ojos a los ciegos,
para sacar a los presos de la cárcel,
del calabozo a los que viven en tinieblas…

 

(Isaías 42,1-7)

 

Elegido por Dios.

Como tú, como yo.

Elegidos, porque somos únicos.

Porque nuestra forma de ser, la palabra que puede salir de nuestros labios, nadie más la podrá pronunciar. Elegidos desde una ternura que atraviesa la eternidad para mostrarnos lo importantes que cada uno somos.

Como en las leyendas, en las grandes obras de la literatura, en los mitos, en los mejores relatos: el elegido tiene una misión. Estos días nos asomamos a la vida del “elegido” de Dios: Jesús.

Y al mismo tiempo nos hacemos conscientes de que también nosotros, tú, y yo, hemos sido elegidos por Él, para traer la justicia a las naciones. ¿Qué responderemos?

sábado, 27 de marzo de 2021

 (VI) RELATOS Y ORACIONES PARA SEMANA SANTA... Y PARA SIEMPRE

Todas esas interpretaciones tenían una pregunta de fondo, aquella de la identidad del crucificado: ¿quién era aquel que murió en la cruz? y ¿por qué murió de aquel modo tan humillante y vergonzoso?.  Esta doble pregunta es de carácter cristológico, es decir, se centra en descubrir qué nos dice de la identidad de Cristo el acontecimiento de su muerte. Como hemos visto, las interpretaciones anteriores entran dentro de esta categoría.

 

Los seguidores de Jesús, especialmente los que se marcharon de Jerusalén tras la hostilidad referida en Hch 8,1 y recalaron en Antioquía y en otras ciudades de la diáspora, empezaron a plantearse muchos interrogantes y a sacar diversas consecuencias de la identidad de aquel crucificado. Por ejemplo:

1.     Si era cierto que la muerte de Jesús había tenido un sentido expiatorio, es decir, que suponía el perdón de los pecados de todos no solo de los judíos, como afirmaban las interpretaciones expiatorias, ¿qué papel tenía entonces el templo de Jerusalén, cuya función principal era reconciliar al pueblo con Dios a través de los sacrificios? Sólo en el templo de Jerusalén se podían ofrecer sacrificios a Yahvé para obtener el perdón de las transgresiones; de modo que, si éstas se habían perdonado en el acontecimiento de la muerte de Jesús, la pregunta inmediata era ¿para qué nos hace falta el templo?

Estas preguntas se empezaron a plantear, quizá comprensiblemente, entre los creyentes en Jesús de origen judío que vivían en la diáspora, aquellos que habían adecuado su vida religiosa como judíos sin acceso al templo. Aunque su relación con éste era, en general, de estima y apego, habían desarrollado una teología del perdón de los pecados al margen de los sacrificios, que no podían realizar. Probablemente esta preparación les resultó muy valiosa para dar este nuevo paso.

 

2.     Si la muerte en cruz de Jesús, además de perdonar los pecados, revelaba que la verdadera voluntad de Yahvé era salvar a todos mediante ese nuevo gesto, ¿qué objetivo tenía entonces la ley, la Torah? ¿Por qué era necesario recurrir a normas legales para cumplir la voluntad de Yahvé, si su voluntad de perdón y salvación se había manifestado, total y por encima de toda otra revelación, en la muerte de Jesús?

Esta nueva pregunta, igualmente consecuencia de la nueva identidad del crucificado, provocó una agitación y numerosas tensiones entre los primeros seguidores de Jesús porque planteaba la posibilidad (acaso necesidad) de una "nueva" alianza, puesto que la antigua estaba basada en el cumplimiento de la ley. Pablo, aunque no es totalmente consistente en este punto (compárese 2Cor 3,4-4,6 con Rom 9,1-5; 11,25-29), defendió la necesidad de una "nueva alianza" (1Cor 11,25; 2Cor 3,6) y le atrajo problemas sin cuento, especialmente de otros creyentes en Jesús de tendencia más judaizante (cf. Col 6,12-13).

 

3.     Como última consecuencia de esta reflexión se preguntaron por el sentido de la historia en general y del final de la misma en particular. Si una de las funciones de la muerte en cruz de Jesús y su posterior Resurrección era la inauguración del juicio escatológico en el que todo iba a quedar al descubierto y en el que a unos se les iba a premiar y a otros a castigar, esto quería decir que la historia estaba a punto de finalizar y que el único objetivo, al menos el primero, de los seguidores de Jesús era congregar en torno a sí al mayor número de creyentes para presentarse ante el Hijo del Hombre que iba a venir a juzgar. Esta visión escatológica imprimió a todos los seguidores una intensidad a su tarea difícilmente imaginable en otro contexto teológico.

 

Las consecuencias, por tanto, eran enormes y todas provenían de la interpretación cristológica, es decir, de la nueva identidad de Jesús que derivaba de la interpretación de su muerte y sus efectos.

Varios de los textos que Pablo recoge de la tradición previa lo subrayan; veamos dos.

1.     En 1 Cor 15,3, una de las interpretaciones más antiguas de la muerte de Jesús, se dice: "Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí:

que Cristo murió por nuestros pecados, según las escrituras,

que fue sepultado y que resucitó al tercer día según las escrituras".

Según este texto, es la muerte de Jesús, no su resurrección, la que se convierte en acontecimiento de perdón y de salvación. La muerte de  Jesús en la cruz alcanzará tal calado teológico que, si bien al inicio el primer y mayor impacto había sido el de la resurrección, en la experiencia de los helenistas de Damasco y Antioquía quedará prácticamente desplazado por el impacto de la cruz.

Esto no quiere decir que no les importara el acontecimiento de la resurrección ni que descuidaran las experiencias del Resucitado; ésas están detrás y, de algún modo, legitiman la pregunta por la cruz.

Lo más llamativo, sin embargo, es que, paradójicamente, todas las consecuencias las arrancan del acontecimiento de la muerte en cruz, del hecho de que Jesús muriera del modo más vergonzoso.

 


jueves, 25 de marzo de 2021

 SEMANA SANTA. CICLO B.

 DOMINGO DE RAMOS

Vamos a ver las lecturas de este Domingo de Ramos como los primeros cristianos. Nos servirá como marco para descifrar, comprender e interpretar la Semana Santa desde el punto de vista de la Escritura.

Todo desde la Cruz de Cristo. Desde el Crucificado.

Vamos a preguntarnos: ¿qué está pasando? ¿Qué ha pasado? ¿Quién es este que muere en la cruz? ¿Y qué Dios se nos revela? Mejor, ¿Qué imagen de Dios se nos revela a través de estos textos?

Siempre la referencia: El crucificado.  

Una imagen: el calvario visto desde el sepulcro.

 

·    El mayor problema que tuvieron los seguidores de Jesús en los primeros años fue explicar porqué Jesús, el Mesías, había muerto en la cruz, del modo más vergonzoso, humillante, aparentemente abandonado por Dios (Mc 15,34: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Y esto llevó a una gran diversidad en los modos de interpretar la muerte de Jesús.

 

·       Las respuestas variaron de acuerdo a los modelos que se utilizaron para entender aquel acontecimiento, en su mayoría tomados de las Sagradas Escrituras; de este modo, además de encontrar sentido por analogía (semejanza y desemejanza, al mismo tiempo) con prototipos o modelos del pasado, se subrayaba el significado teológico de aquella muerte: Dios tenía previsto y había anticipado de algún modo la muerte de su Mesías.

 

Lo primero que hacen las primeras comunidades, desconcertados por el acontecimiento de la cruz, es buscar imágenes, figuras, metáforas en el AT que ayudaran a dar una explicación, un sentido. Uno de los textos en los que buscan y encuentran es en el profeta Isaías:

 

PRIMERA LECTURA. Del libro de Isaías 50, 4‑7

El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; 

para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído, 

para que escuche como los discípulos.

El Señor Dios me abrió el oído; 

yo no resistí ni me eché atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, 

las mejillas a los que mesaban mi barba; 

no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.

El Señor Dios me ayuda,

por eso no sentía los ultrajes;

por eso endurecí el rostro como pedernal, 

sabiendo que no quedaría defraudado.

Palabra de Dios. 

 

Esta lectura pertenece a los cánticos del DeuteroIsaías (Is 40-55). Se trata de un autor del tiempo del exilio que proyectó el dolor y la esperanza del pueblo en un personaje piadoso que servía como tipo de la situación de Israel: por el rechazo y sufrimiento inocente del que fue objeto, cargó sobre sí las culpas de todos y fueron perdonadas por Dios e identificado con  el Siervo de Yahvé, identificado con el pueblo de Israel, con un individuo concreto, con el Mesías

Esta figura permitió al pueblo en el exilio interpretar el destierro y la suspensión del culto, no solo como un castigo por los pecados acumulados, sino como una oportunidad para que todos los pueblos viesen en ellos un modelo a seguir y se unieran a Israel en el cargar los pecados de otros se solapa en gran medida con la siguiente interpretación, la del sacrificio de expiación.

Surge así una idea innovadora en el AT: el valor redentor del sufrimiento: el grano de trigo ha de morir para dar fruto. Sentido redentor del sufrimiento. Sufrir por los demás tiene sentido.

 

De este modo, los primeros seguidores de Jesús utilizaron esta figura para interpretar la muerte de Jesús como aquella que, precisamente por ser inocente y dolorosa, cargó sobre sí el dolor y el sufrimiento de todos aquellos que habían pecado y merecían la muerte. En este sentido se pueden entender las alusiones a la "entrega" de Cristo (Rom 4,25 o 1 Cor 15,1-8).


Otro texto que les resultaba familiar y también les ayudaba a dar respuesta sus preguntas eran los Salmos. Especialmente este, el Salmo 22.

SALMO RESPONSORIAL. Sal 21, 8‑9. 17‑18a. 19‑20. 23‑24

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? 

Al verme, se burlan de mí,

hacen visajes, menean la cabeza:

«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;

que lo libre, si tanto lo quiere.» R. 

 

Me acorrala una jauría de mastines,

me cerca una banda de malhechores;

me taladran las manos y los pies,

puedo contar mis huesos. R. 

 

Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica.

Pero tú, Señor, no te quedes lejos;

fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R. 

 

Contaré tu fama a mis hermanos,

en medio de la asamblea te alabaré.

Los que teméis al Señor, alabadlo;

linaje de Jacob, glorificadlo;

temedlo, linaje de Israel. R. 


Las palabras del comienzo de este salmo son puestas por Marcos en boca de Jesús en el relato de la Pasión que leeremos en el Evangelio:  

·       La oscuridad, el abandono, el silencio de Dios se convierten en “revelatorios”, reveladores [1]; pero eso hay que “verlo”, “reconocerlo” en la cruz, en el modo de morir Jesús (más que en otro momento de la vida de Jesús), como hace el centurión (Mc 15,39); esta “visión” y comprensión de Jesús (“hijo de Dios”) es una comprensión de Dios (padre de Jesús), de su modo de ser y actuar, que es su silencio, su aceptación total (no reactiva) de la libertad de los hombres, incluso la violencia de las personas sobre la víctima inocente; esto es lo que el lector de Marcos debe asumir; solo entonces se puede “terminar” el Evangelio, poner palabra al silencio de Dios.

 

·     La muerte de Jesús es la muerte de una víctima de la injusticia, de la violencia, de la codicia y del afán de poder de algunos poderosos, que vieron en su vida, en sus palabras y hechos, un desafío al ejercicio de su poder[2].

Debemos sacar de la ecuación de la muerte de Jesús a “Dios” (como si este fuese el destinatario, el beneficiario inmediato de un bien con el que negocia);

Dios no espera su muerte, ni la busca, ni la quiere, ni la necesita... El grito de abandono que se oye en la cruz (¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”, Mc 15,34) es el modo de explicar esta ausencia:

-        Dios no utiliza esa muerte como pago o compensación por deudas u ofensas; Dios no está esperando el sacrificio de la vida de su hijo para conceder el perdón a la humanidad.

-        La presencia de Dios en la cruz de Jesús es silenciosa, de aparente ausencia, como si no estuviera; hasta Jesús siente esa ausencia como abandono (aunque confiado: Sal 22).

 

·       La muerte de Jesús en la cruz es la revelación de cómo es Dios y cómo actúa; es decir, que no toma en cuenta las transgresiones porque no le ofenden (2 Cor 5,19).

La muerte de Jesús es soteriológica/salvífica también porque salva de una falsa imagen de Dios, de una idolatría, y permite entrar en una nueva relación con el Dios de Jesús que, reconcilia, ama y salva. 


San Marcos, el evangelio más antiguo, se hace la pregunta ¿Quién es este? Su evangelio comienza diciendo: Comienzo del Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios. La cuestión de la identidad es el hilo conductor de todo su evangelio: ¿Y vosotros quien decís que soy yo? Marcos pone su relato al servicio del creyente, la comunidad, que tendrá que buscar a lo largo del relato las respuestas a la pregunta de la identidad de Jesús. Y la identidad de Jesús llevará a la pregunta ¿Qué Dios se nos revela en este hombre?  

 

EVANGELIO: Pasión según San Marcos 14,1-15,47

 PISTAS PARA SU LECTURA:

·     Marcos destaca la profunda humanidad de Cristo, especialmente en Getsemaní. Predomina en sus palabras un tono de tristeza, incluso de amargura (14,37.48-49), con el que Marcos subraya la humanidad profunda de Jesús.

 

·       Las preguntas que se planteaban los primeros cristianos siguen presentes: ¿Quién es Jesús, Quién es el que ha muerto en la cruz? ¿Y a que Dios revela? ¿Qué imagen de Dios se nos revela en la cruz?

 

Cuatro veces se debate en estos capítulos la identidad de Jesús:

-        El sumo sacerdote le pregunta si es el Mesías (14,61). ¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito? A la pregunta responde Jesús en sentido afirmativo, pero centrando su respuesta no en el Mesías, sino en el Hijo del Hombre triunfante (14,62).

 

-        Pilato le pregunta si es el Rey de los judíos (15,2), Jesús responde con una evasiva: “tú lo dices” (15,2).

 

-        Los sumos sacerdotes y escribas ponen como condición para creer que es el Mesías que baje de la cruz (15,31-32), Jesús no responde. 31Los sumos sacerdotes se burlaban también de él diciendo:

-        A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. 32Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.

 También los que estaban crucificados con él lo insultaban.

 

-        El centurión confiesa que es hijo de Dios (15,39). Jesús ya ha muerto. Verdaderamente este hombre era hijo de Dios.

 

·       Marcos, que tiene muchas conexiones con Pablo, muestra al final de su evangelio la única confesión de fe que nadie acalla, la del centurión que confiesa, al ver morir a Jesús en la cruz: "verdaderamente éste es el Hijo de Dios" (Mc 15,39).

Esta coincidencia no es casual, obviamente; está reflejando un nuevo modo de interpretar la cruz que habla no solo del Crucificado sino, sobre todo, de Aquel a quien el Crucificado imita o revela.

 

·       Si esto era cierto, Dios no era como (Marcos y Pablo) había pensado, un Dios de poder que ejerce su dominio, controla y pide sacrificios sino todo lo contrario, el que se sacrifica, se abaja, despoja, se vacía.

Por tanto, el mejor modo de hablar de Dios no eran las bonitas parábolas que Jesús contaba, o los hechos que hacía, sino que la mejor y quizá única manera que tuvo Jesús para hablar plenamente de Dios fue la de imitarle totalmente, hasta el punto de que la muerte en cruz de Jesús no fue sino el último acto de imitación de Dios. Solo así se puede reconocer a Jesús en la cruz como Hijo de Dios (Marcos) y al Dios de la cruz como el Padre Dios despojado de todo poder, de todo privilegio, vulnerable, humillado, desposeído, vaciado.

 

·       La cruz obligó a modificar la imagen de Dios. Así, estas lecturas apuntan una nueva interpretación de la muerte de Jesús: Jesús no murió en la cruz únicamente como víctima de "los jefes de este mundo" (1 Cor 2,8);

su muerte fue, además, el último gesto, la última palabra inarticulada (y quizá la única capaz de transmitir el sentido pleno de su mensaje) con la que Jesús revelaba su identidad y, sobre todo, la de Dios.

El Padre de Jesús se revelaba, pues, de acuerdo a esta interpretación de la muerte de Jesús, igual al Crucificado: desprovisto de poder convencional, vaciado y entregado (Flp 2,6-11, ver Segunda Lectura). Esta interpretación aparece fundamentalmente en los textos paulinos y de Marcos.

 

·       Pablo, que bebe de las mismas fuentes que Marcos, sugiere la idea de que el crucificado no muere víctima de un Dios que necesita su muerte (ni la de nadie), sino que muere, fundamentalmente, porque era el único modo que tenía Jesús de imitar –revelar- a DIOS totalmente, de revelar quién es Dios sin confusión posible (cf. 2Cor 4,4.6).

Jesús muere no para resarcir, compensar, aplacar o satisfacer a Dios, sino para mostrar precisamente que nada de eso necesitaba porque amaba a los que merecían morir.

Jesús, el único que había descubierto la verdadera identidad de Dios, muere en la cruz para mostrar, imitándole, cómo actúa Dios, que DIOS no reclama nada para sí, ni retiene nada suyo para sí, sino que se entrega del todo para ofrecer una alternativa a la injusticia dominante (cf. Flp 2,6-7).

Dios es como Jesús en la cruz y sólo se le puede descubrir mirando al Crucificado (cf. Mc 15,39)

 

Y san Pablo – al mismo tiempo que Marcos- va a quedar fascinado por la “revelación”  de la muerte de Jesús en la cruz. Para Pablo el centro de la fe es un hecho: Jesús crucificado. Este es el centro de tu teología, de su Evangelio, de su buena noticia, y desde aquí le cambiará su vida y la forma de interpretar su vida, su fe, y los más diversos aspectos que afectan a la persona.

 

SEGUNDA LECTURA. Del Apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6‑-11

Cristo Jesús, siendo de condición divina,  /siendo imagen de Dios/

no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;

al contrario,

se despojó de sí mismo  tomando la condición de esclavo,

hecho semejante a los hombres. 

 

Y así, reconocido como hombre por su presencia, 

se humilló a sí mismo,

hecho obediente hasta la muerte, 

y una muerte de cruz.

 

Por eso Dios lo exaltó sobre todo 

y le concedió el Nombre–sobre–todo–nombre; 

de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble  en el cielo,

 en la tierra,

en el abismo,

y toda lengua proclame: 

Jesucristo es Señor,  para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios.

 

En este himno Pablo recoge una tradición antigua en la que se presenta a Jesús "siendo imagen de Dios" o "poseyendo la forma de Dios"; en cualquier caso imitando a Dios.

Pablo establece aquí una clara relación antinómica con las figuras de Adán y Eva.

 

Según narra Gen 1,26-27 Dios creó a ambos "a su imagen y semejanza"; sin embargo, lejos de aceptar los límites de esta identidad (Gen 2,16-17), ambos codiciaron convertirse en dioses (Gen 3,5.22) y malperdieron esa imagen que tuvo que ser sustituida con vestidos de piel (Gen 3,21).

El modelo de Adán, pues, está determinado por la codicia, por "considerar un botín el ser igual a Dios", por querer usurpar una imagen de Dios marcada por el poder, el honor, la eternidad, la omnisciencia, la omnipotencia, el dominio, la autoridad; Adán quiso utilizar los medios convencionales para imitar a Dios.

 

Este himno, sin embargo, ofrece una alternativa: Jesús, "siendo imagen de Dios", escogió para imitarle precisamente el camino contrario: el de la desapropiación, el vaciamiento, la autoentrega, la humillación, la impotencia.

Jesús utilizó unos medios no convencionales para imitar a Dios. Por tanto, es cierto que este himno es cristológico en cuanto que habla de cómo Jesús es el Mesías; pero es, fundamentalmente, teológico porque habla sobre todo de la imagen de Dios que Jesús revela especialmente en su muerte.

 

Este himno dice que el Dios de Jesús, el Dios Padre del que Jesús es Hijo no es como pensaba Adán, un Dios que codicia poder, honor, dominio, conocimiento y, por tanto, que legitima que los creyentes lo busquen; el Dios de Jesús,

es un Dios que busca su vaciamiento para llenar a otros,

su humillación para ensalzar a otros,

su impotencia para que otros tengan la fuerza,

su muerte para que otros tengan vida

 

Mientras que Adán con aquel comportamiento no se estaba pareciendo al Dios de quien era imagen, Jesús en la cruz lo imitó perfectamente, sin ambigüedad. Un Dios así, ¿quién puede codiciarlo?



[1] Gil Arbiol. La transformación del rostro de Dios en Pablo

[2] Cfr. Gil Arbiol. La misericordia desde las víctimas