JUEVES
9 DE JUNIO
Mateo 5,20-26
20Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que
la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos.
21Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y
el que mate será reo de juicio. 22Pero yo os digo: todo el que se
deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su
hermano imbécil, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama necio,
merece la condena de la gehenna del fuego. 23Por tanto, si cuando vas
a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano
tiene quejas contra ti, 24deja allí tú ofrenda ante el altar y vete
primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu
ofrenda. 25Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida,
mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al
alguacil, y te metan en la cárcel. 26En verdad te digo que no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
COMENTARIO
20Porque os digo
que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no
entraréis en el Reino de los cielos.
Jesús razona, argumenta lo que acaba de decir. La
fidelidad de los discípulos ha de situarse por encima de la de los letrados y
de los fariseos. El legalismo, el cumplimiento es insuficiente.
La puerta para entrar
en el Reino de Dios es precisamente la primera de las Bienaventuranzas: Bienaventurados –felices- los pobres en el Espíritu. Dichosos los
que no se creen autosuficientes, sino que necesitan de Dios para vivir.
21Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No
matarás", y el que mate será reo de juicio. 22Pero yo os digo:
todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si
uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el
Sanedrín, y si lo llama "necio", merece la condena de la gehenna del
fuego. 23Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el
altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, 24deja
allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda. 25Con el que te pone pleito
procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te
entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. 26En
verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
Jesús ataca la concepción de la ley mantenida por
los letrados. Jesús no pretende radicalizar la ley de Moisés, sino sacar las
consecuencias de un principio: el bien del ser humano y la creación de una
nueva sociedad donde reinen las relaciones propias del amor mutuo. Frente a la
casuística, Jesús requiere la limpieza del corazón, la actitud interior del
amor a los demás, el trabajo por la paz, etc.
No basta con lo que se dijo a los antiguos, a los
que han recibido y acogido la luz el Reino han recibido lo Nuevo, la Novedad de
la Buena Noticia, es un Dios nuevo “Padre" y un ser humano nuevo, el Hijo.
No matar es la prehistoria. No
odiar, también. Amar al enemigo significa que el mayor deseo es su bien, que su
maldad no produce odio sino dolor por su error. Y si descubrimos odio en
nuestro corazón, o vemos que alguien tiene algo contra nosotros, arreglar esto
es anterior y más importante que el mismo culto a Dios.
Jesús plantea la exigencia desde otro punto de
vista: no vale con abstenerse de la acción externa, la actitud interna merece
ya el juicio. Para el Reino se requiere la actitud favorable hacia los demás.
La mala actitud interior se manifiesta en el
insulto. En el Reino de Dios, el desprecio manifestado ya supone un tribunal
(Sanedrín) más elevado que el mismo homicidio.
Cuando el insulto llega excluir al otro del trato (=renegado) merece la
pena definitiva.
La condena del
fuego, la gehenna. Quiere decir quemadero. Se identificaba con el Valle del Gehinnon,
símbolo del castigo definitivo. Jesús advierte sobre las consecuencias para el
que no quiere reconciliarse.
Hay que recomponerla unida rota por alguna ofensa, y
esto tiene prioridad sobre todo acto de culto. Es inútil acercarse a Dios si
existe división.
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