LUNES
4 DE JULIO
Mateo 9,18-26
18Mientras les decía esto, se acercó un jefe de los
judíos que se arrodilló ante Él y le dijo: Mi hija acaba de morir. Pero ven tú,
impón tu mano sobre ella y vivirá. 19Jesús se levantó y lo siguió
con sus discípulos.
20Entre
tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le
acercó por detrás y le tocó la orla del manto, 21pensando con solo
tocarle el manto se curaría. 22Jesús se volvió y al verla le dijo:
¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado. Y en aquel momento quedó curada la mujer.
23Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los
flautistas y el alboroto de la gente. 24dijo: ¡Retiraos! La niña no
está muerta, está dormida. Se reían de él. 25Cuando echaron a la
gente, Él cogió a la niña de la mano y ella se levantó. 26La noticia
se divulgó por toda aquella comarca.
COMENTARIO
18Mientras les decía esto, se acercó un jefe de los
judíos que se arrodilló ante Él y le dijo: Mi hija acaba de morir. Pero ven tú,
impón tu mano sobre ella y vivirá. 19Jesús se levantó y lo siguió
con sus discípulos.
La
fórmula inicial mientras Jesús les
hablaba indica la unión entre este relato y el anterior. El personaje o
jefe que llega manifiesta una fe en la acción de Jesús comparable a la del
centurión (Mt 8,5-13). La situación es semejante, pero su caso es más grave: la hija acaba de morir. Jesús no responde
palabra, simplemente se levanta y lo sigue con sus discípulos.
20Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre
desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, 21pensando
con solo tocarle el manto se curaría.
Una
mujer enferma se mezcla al grupo de discípulos que sigue a Jesús. Padece una
enfermedad, flujos de sangre, que la
hace impura. La Ley le prohibía tocar a cualquier persona, para no comunicar su
impureza.
El
número doce, aplicado a los años de
su enfermedad, es una clara alusión a Israel. Luego, la mujer enferma
representa al pueblo, cuya única posibilidad de curación se encuentra en
renunciar a la Ley que le impide el contacto con Jesús. Con su mensaje y su
acogida universal, por su contacto con los pecadores
(Mt 9,10-13), Jesús se ha salido de la ortodoxia/norma de Israel.
Prácticamente, Jesús sería ahora impuro,
pero, realmente, el “impuro”, es decir, el que no tiene acceso a
Dios-con-nosotros, a Jesús, es Israel. Para encontrar salvación/curación ha de
dar mostrar su confianza renunciando al exclusivismo y separación que le impone
la Ley.
La
fe de la mujer es comparable a la del jefe; su certeza de curación es total. En
ambos casos, Israel ve que su única salvación está en Jesús.
El
vestido, la orla del manto, equivale
a la persona. Jesús había curado con su contacto al leproso (Mt 8,3) y a la
suegra de Pedro (Mt 8,15). La unión de estas dos figuras muestra de nuevo que
la enfermedad de esta mujer es el nacionalismo exclusivista y este es el que
causa su impureza.
22Jesús se
volvió y al verla le dijo: ¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado. Y en aquel
momento quedó curada la mujer.
Jesús
se dirige a la mujer, (como antes al paralítico, Mt 9,2), figura de toda
persona: ¡Ánimo! Si al paralitico lo
llamó hijo, a esta la llama hija. Israel reconoce su situación de
pecado.
La
frase tu fe te ha salvado/curado
incluye la liberación afirmada por Jesús para el paralítico.
El
término hija, que se aplica
figuradamente al pueblo, pone a esta mujer en relación con la hija del jefe. Ambas, la mujer y la hija, son figuras de Israel:
-
la primera,
describe la causa de su mal: el exclusivismo;
-
la segunda,
simboliza que ese mal lleva al pueblo a la ruina definitiva, a la muerte. El padre / jefe ha sido incapaz de
mantenerla en vida.
23Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los
flautistas y el alboroto de la gente. 24dijo: ¡Retiraos! La niña no
está muerta, está dormida. Se reían de Él. 25Cuando echaron a la
gente, Él cogió a la niña de la mano y ella se levantó. 26La noticia
se divulgó por toda aquella comarca.
Hay
una multitud que se ríe de la esperanza que abre Jesús. Israel, simbolizado en
la muchacha, va a volver a la vida como futura esposa muchacha casadera/novia. Jesús es el Esposo (Mt 9,15) a quien está destinada y que le ofrece su
alianza.
Para
Jesús esa muerte no es necesariamente definitiva. Utiliza para designar a la
hija el término muchacha/joven, que
designa a la jovencita apta ya para el matrimonio. Con esa denominación Jesús
la hace pasar de la situación dependiente (v.18: mi hija) a la de independencia (vv. 24. 25: muchacha). En su nueva condición puede volver a la vida por el
contacto con Jesús. Ahí está la única esperanza para Israel; se requiere el acercamiento de Israel a
Jesús (mujer con flujos), renunciando a su sometimiento a la Ley, que le
impide hacerlo.
La
fama de Jesús se extiende.
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