lunes, 16 de marzo de 2020

Resultado de imagen de CIEGO DE NACIMIENTO JESUS DE NAZARETDOMINGO IV DE CUARESMA



Juan  9,1-41
Yo soy la luz

TEXTO
9 1Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. 2Y sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego? 3Jesús contestó: Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. 5Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
6Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, 7y le dijo: Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado). Él fue, se lavó, y volvió con vista.
8Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: ¿No es ese el que se sentaba a pedir? 9Unos decían: El mismo. Otros decían: No es él, pero se le parece. El respondía: Soy yo. 10Y le preguntaban: ¿Y cómo se te han abierto los ojos? 11Él contestó: Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver. 12Le preguntaron: ¿Dónde está él? Contestó: No lo sé.
13Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: Me puso barro en los ojos, me lavé y veo. 16Algunos de los fariseos comentaban: Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado. Otros replicaban: ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos? Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: 17Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos? Él contestó: Que es un profeta.

18Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19y les preguntaron: ¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve? 20Sus padres contestaron: Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos; 21y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse. 22Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. 23Por eso sus padres dijeron: Ya es mayor, preguntádselo a él.
24Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: Da gloria a Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. 25Contestó él: Si es un pecador, no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo. 26Le preguntan de nuevo: ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos? 27Les contestó: Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos? 28Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. 29Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene. 30Replicó él: Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. 31Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. 32Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; 33si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder. 34Le replicaron: Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros? Y lo expulsaron.

35Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del hombre? 36Él contestó: ¿Y quién es, Señor, para que crea en él? 37Jesús le dijo: Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es. 38 Él dijo: Creo, Señor. Y se postró ante él. 39Dijo Jesús: Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos. 40Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: ¿También nosotros estamos ciegos? 41Jesús les contestó: Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís vemos, vuestro pecado permanece.

3.     COMENTARIO
ENCUENTRO Y CURACIÓN
9 1Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. 2Y sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego?
La escena se sitúa fuera del Templo, después que Jesús lo ha abandonado (Jn 8). No se señala lugar ni tiempo, luego puede ser en cualquier lugar y en cualquier tiempo. También hoy.
Jesús no va a buscar al ciego, sino que mientras va caminando, lo encuentra en la calle. El ciego forma parte de la sociedad judía. 
Los discípulos preguntan a Jesús. Su pregunta está basada en la ideología corriente del judaísmo: una desgracia era efecto del pecado y Dios castigaba en proporción a la gravedad de la culpa. Normalmente  cuando era una enfermedad de nacimiento solía atribuirse a un pecado de los padres. 

3Jesús contestó: Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. 5Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Jesús rechaza esta idea presente en el pueblo y en sus discípulos. El ciego de nacimiento no tiene experiencia ni esperanza de la luz, pero esto no se debe a una culpa heredada. En el Antiguo Testamento, la ceguera es símbolo de la opresión que sufre el pueblo. La falta de luz se debe a la acción de la tiniebla, la luz resplandece en las tinieblas y las tinieblas no lo sofocaron (Jn 1,5).

El ciego no sabe lo que es la luz. Nunca ha vislumbrado lo que significa ser persona ni, por lo tanto, lo ha deseado. Son otros los culpables de su ceguera. Su ceguera no es un castigo de Dios ni Dios es indiferente al mal. Este ciego representa a los que desde siempre han vivido sometidos, ni este ni sus padres, privados de toda libertad, sin aspiraciones de salir de esta esclavitud, por no conocer otra alternativa. Pero en él va a mostrarse lo que Dios quiere hacer con los que han nacido ciegos y siguen privados de su condición humana.Hay todo un proceso: el ciego no sabe lo que es la luz/salud para desearla - Jesús le muestra lo que es la salud/luz.

Jesús manifiesta el motivo de sumisión y existencia, tengo que hacer las obras de Dios. Hay que trabajar asociados al Padre para llevar a plenitud la creación del hombre. Las situaciones de injusticia son una oportunidad para colaborar con la acción de Dios. La injusticia es el mundo de la noche. Es el mundo sin Jesús, el mundo de las tinieblas. Es el momento del rechazo de Jesús como Mesías, el momento de los dirigentes del pueblo que someten al ser humano.
Estas palabras de Jesús terminan con la afirmación solemne: soy la luz del mundo. Su misión como Mesías es para todos, es universal. Él es el resplandor/liberación/felicidad/de la vida para toda la humanidad. Ahora, es el guía que marca el camino de los que confían en él, de los que le siguen, impidiendo que caigan bajo el dominio de la tiniebla/muerte.

6Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, 7y le dijo: Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado). Él fue, se lavó, y volvió con vista.
Jesús pasa a la acción. No consulta al hombre. Pero le deja libre, puede ir a lavarse o no. Jesús realiza unos gestos que nos ayudan a descubrir el significado del relato:
  • Escupió en la tierra… con la saliva. Esto es lo primero, es la creación. Se pensaba que la saliva transmitía la propia fuerza o energía vital. En vez de agua, es la propia saliva de Jesús con la que se hace barro.  Es símbolo de su fuerza, de su Espíritu, de su aliento divino, como nos narra el libro del  Génesis.
  • Hizo barro. Alude a la creación del ser humano (Gn 2,7). A una nueva creación de la persona, compuesta de tierra/carne y saliva/Espíritu de Jesús. El barro modelado por la saliva representa al hombre nacido del Espíritu. Jesús pone ante el ciego la realidad de su propia humanidad: el Hombre-Dios, el proyecto de Dios.
  • Untó en los ojos. Untar está en relación con ungir, con Cristo, “el Ungido”. Jesús lo invita a ser hombre pleno, ungido por el Espíritu e hijo de Dios.
·       Él fue. Jesús le envía a lavarse a una piscina que está fuera de los muros de la ciudad. No se menciona el agua de la piscina, porque es el agua del Espíritu que manará de las entrañas de Jesús. El ciego sigue las instrucciones.
·       Y volvió con vista. Ha recuperado su integridad humana. Ha descubierto lo que es el proyecto de Dios sobre el hombre, se ha fiado. Desde esa luz pude ver lo que es el mundo y la humanidad.

REACCIÓN DE LOS VECINOS
8Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: ¿No es ese el que se sentaba a pedir? 9Unos decían: El mismo. Otros decían: No es él, pero se le parece. El respondía: Soy yo. 10Y le preguntaban: ¿Y cómo se te han abierto los ojos? 11Él contestó: Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver. 12Le preguntaron: ¿Dónde está él? Contestó: No lo sé.
Comienzan las reacciones. Primero, la de los más cercanos, la de los que le han visto pedir limosna, sentado, inmóvil, dependiente de  los demás. Al darle la vista, Jesús le ha dado movilidad, autonomía. La novedad que produce el Espíritu produce dudas sobre su identidad. Siendo el mismo, es otro. Es la diferencia entre el hombre esclavo y el hombre libre. El que era ciego afirma su identidad, habla como Jesús: soy yo. Estas palabras reflejan la presencia del Espíritu, como en Jesús, que se ha encontrado a sí mismo.
Comienzan las preguntas, el interés. El hombre por su parte va repitiendo los hechos. Cada vez su relato es más escueto. Ese hombre que se llama Jesús: sabe que es Jesús, pero aún no lo conoce. Es importante descubrir el proceso que se produce en el ciego, manifestado en la manera de llamar a Jesús: hombre/Jesús----- profeta---- Hijo del hombre.   

REACCIÓN DE LAS AUTORIDADES/FARISEOS (I)
13Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: Me puso barro en los ojos, me lavé y veo. 16Algunos de los fariseos comentaban: Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado. Otros replicaban: ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos? Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: 17Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?Él contestó: Que es un profeta.
Continúan las reacciones. Ahora son los fariseos, los adversarios de Jesús. Son los más activos adversarios y los que controlan al pueblo.
El gran problema consistía en que la curación se había producido en sábado. Para Jesús no cuenta el día festivo ni los preceptos de la ley. Como el Padre, él sigue trabajando sin descanso en favor del  hombre.Al igual que los vecinos, también los fariseos preguntan. El ex-ciego vuelve a repetir los hechos. Los fariseos no se alegran, no les interesa el hecho de la curación, del “signo”. Solo quieren saber cómo y cuándo se ha producido por si ha violado la ley. Interpretan la realidad desde la ley.
Comienzan la división entre los fariseos: algunos…otros. Lo primero es enjuiciar para acabar en rechazo a Jesús. Su dios no se  interesa por el ser humano que sufre. Para ellos el valor supremo es la norma, la Ley. Una ley que fue dada para establecer la relación entre Dios y su pueblo se ha quedado en una ley de piedra que no afecta a los corazones del pueblo.
Otros dudan: ¿Cómo puede ser pecador, al saltarse la norma del sábado, y hacer tales señales? Tienen la intuición, ¿puede haber algo de Dios? Pero, están ciegos para descubrir el amor del Padre.

A los vecinos les dijo ese hombre, ahora, es un profeta. Su actividad proviene de Dios, actúa en nombre de Dios. Hay un proceso de reconocimiento de la persona de Jesús. Este proceso es personal: y tú, ¿qué dices?

18Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19y les preguntaron: ¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
20Sus padres contestaron: Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos; 21y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse. 22Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. 23Por eso sus padres dijeron: Ya es mayor, preguntádselo a él.
Cuando el evangelista habla de los judíos se refiere a los dirigentes judíos, en cuyo grupo están los fariseos. No quieren ver lo que ha sucedido. Contrasta con sus convicciones y derriba los fundamentos del sistema teológico-social. Comienzan la investigación:
·       Llaman a los padres. ¿Ha habido fraude, engaño? Los padres no habían tenido culpa alguna de la ceguera de su hijo. Al igual que el hijo, son personas sometidas que tampoco han conocido la libertad. Les hacen una doble pregunta: ¿es verdad que su hijo nació ciego? y si es así, ¿cómo ha recobrado la vista? Las preguntas transparentan la angustia que el hecho ha producido en los dirigentes. Tienen la esperanza que el hecho no sea real.
·       Reacción de los padres. Afirman que ese es su hijo y nació ciego, pero no saben el modo de la curación. Declaran no tener noticia de que su hijo ve. Se defienden, ¡como si ver fuera un crimen, un pecado, una vergüenza! Tienen miedo a expresarse. No quiere complicarse. Que se lo pregunten a su hijo que ya es mayor de edad. La mayoría de edad implicaba la capacidad de hablar con libertad, es la madurez dada por el Espíritu. Esta mayoría se repite en los vv. 21 y 23, haciendo ver la importancia de la madurez en el Espíritu. 
Hay miedo. Tal es la situación del pueblo ante las autoridades religiosas. La autoridad dispone de medios para excluir/excomulgar de la sociedad. Las autoridades, representantes oficiales de Dios, habían decidido excomulgar del sistema religioso al que confesara que Jesús era el Mesías por la fama que tenía. Esto les había alarmado. Era una amenaza para su influencia, poder y dominio. Según los dirigentes es malo que el ciego haya recobrado la vista porque ha sido curado en sábado. Su ley está por encima  de la experiencia humana. Los padres ni siquiera se permiten la alegría por la curación de su hijo ni mostrarse agradecidos a Jesús.

REACCIÓN DE LAS AUTORIDADES/FARISEOS (II)
24Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: Da gloria a Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. 25Contestó él: Si es un pecador, no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo. 26Le preguntan de nuevo: ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos? 27Les contestó: Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
28Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. 29Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene.
Vuelven a llamar al ciego curado. No pueden negar el hecho, recurren a su autoridad doctrinal para definir que esa acción es contraria a Dios. Ya no hay división entre ellos. El hombre ha de elegir: por una parte, está Dios, su ley, sus representantes; y por otra, Jesús, que dado su obstinación por el bien del ser humano desafía a Dios, a su ley, y, como consecuencia, a las autoridades. El ciego no tiene alternativa. La fidelidad a Dios le exige que reniegue de su salud, de su curación y de aquel que le ha curado. Casi sería mejor seguir siendo ciego.

Es un pecador. Las autoridadeshan dictado sentencia. Ante la elección de la verdad de un hecho y de una idea religiosa, la verdad del hecho sale perdiendo, es negado. Quieren evitar el testimonio de un hombre a favor de Jesús, pondría en peligro la institución. Si el ciego curado sigue empeñado en atestiguar en favor de Jesús será expulsado de la sinagoga. Es lo que va a suceder.  El Dios de las autoridades es un dios contrario al bien del hombre. No es un Dios de vida, sino de muerte.

El hombre insiste. Lo primero es el hecho, luego la idea. Se agarra a su experiencia vital. No quiere ni entiende de cuestiones teológicas. Ha tenido una experiencia que no puede negar: libertad, curación, amor gratuito, relación personal. Él sabe ahora lo que es ser humano, lo que es Dios. Es como si se hubieran cambiado los papeles: él ahora ve; las autoridades están ciegas. Los dirigentes vuelven a insistir. Conocen las escrituras, saben que abrir los ojos hace referencia a la liberación anunciada por Isaías, es un signo de la presencia del Mesías. Esto les provoca inquietud.

Ante la ofuscación de las autoridades, el hombre se permite una ironía: ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?La violenta reacción muestra que la pregunta les ha llegado al fondo. Intentan rechazar la evidencia, refugiarse en la tradición para no aceptar la novedad. Se apoyan en el pasado sobre el que han construido su poder. Sienten a Jesús como una amenaza.

Las autoridades han optado por la Ley sin amor, somos discípulos de Moisés, y en contra del amor fiel de Jesús. No pueden negar el hecho, por eso arremeten contra la persona. No admiten la opresión del pueblo y, por tanto, tampoco la necesidad de un nuevo liberador. Si creen en el Dios de la Ley, el que en otro tiempo saco a su pueblo de la esclavitud, ¿por qué prohíben ahora que saque a otros de la esclavitud que ellos han creado?

30Replicó él: Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. 31Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. 32Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; 33si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder. 34Le replicaron: Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros? Y lo expulsaron.
El hombre se defiende con argumentos sencillos, no tiene una elaboración teológica como los especialistas, pero si la luz del que le ha curado. Por esto, ridiculiza sus argumentos, pues eso es lo raro…. Utiliza una convicción usada por todos: Que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Luego, Dios no puede conceder a un pecador realizar estas obras/signos.

Las autoridades no aguantan más. Pierden los estribos, pasan al insulto. Refuerzan sus obstinaciones en forma de reproche. Les conviene hacer de la desgracia un castigo y ver en ello una actuación de la impecable justicia divina. Según ellos, haber recobrado la vista no supone el perdón de un pecado/culpa, sino que le sitúa en una situación más grave por haberse realizado en sábado. No tienen nada que aprender, lo saben todo y encuentran respuestas religiosas/teológicas para todo, incluso para negar las evidencias.
Al fallar la coacción o presión moral toman el camino de la violencia: lo expulsaron. Han intentado apagar la luz que es la vida. Al no conseguirlo el hombre no puede continuar dentro de una estructura/institución de tinieblas.

REACCIÓN DE JESÚS Y DEL CIEGO
35Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del hombre? 36Él contestó: ¿Y quién es, Señor, para que crea en él? 37Jesús le dijo: Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es. 38Él dijo: Creo, Señor. Y se postró ante él.
La iniciativa es de Jesús. Él no abandona al que ha sido fiel a la nueva visión de sí mismo, de la realidad. Con la pregunta de Jesús acaba el proceso de iluminación que había comenzado. Es el modelo de hombre que Jesús le había puesto ante los ojos con su barro. Era una nueva condición humana, una nueva manera de vivir, desconocida para el ciego.
Jesús se le manifiesta, se le revela. El antes ciego reconoce la realidad de Jesús, luz del mundo. Reconoce su origen divino por su hacer y la propuesta para que el hombre alcance su plenitud. No hay plenitud humana sin Dios.
Expulsado de las instituciones, como pecador, ha quedado excluido del sistema que monopoliza la relación con Dios e impide la liberación del ser humano. A cambio, se encuentra en Jesús, hombre/Dios, el nuevo Templo. Es un adorador de los que el Padre busca, donde brilla la gloria/amor del Padre, se postró.

39Dijo Jesús: Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos. 40Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: ¿También nosotros estamos ciegos? 41Jesús les contestó: Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís vemos, vuestro pecado permanece.
Jesús anuncia el efecto de su venida. Su misión no es juzgar, pero su presencia y actividad denuncia el modelo de obrar del sistema opresor y abre un proceso contra él.
Se va a trastocar el orden establecido: los que no ven, vean; los que ven, se queden ciegos. Estos fariseos son los que tímidamente tenían dudas sobre el proceso al que han sometido al ciego curado. Al menos, tienen dudas. Pero, al final, ellos seguían en la institución y habían colaborado en echar al hombre de la sinagoga. Su situación es aún peor, si cabe. Creen estar en el grupo de los que ven, no se dan cuenta de la peligrosidad del sistema que distorsiona la idea de Dios y del ser humano.
El ciego no tenía pecado. Estos fariseos, que tienen la posibilidad de responder a  la luz, si lo tienen. Si tuvieran amor al ser humano cambiarían, pero más importante que su amor es su posición en la institución que crea opresión. Su pecado permanece.



[1] Hemos puesto algunos títulos al comienzo de los párrafos del texto como ayuda en la lectura y profundización del relato.







No hay comentarios:

Publicar un comentario