lunes, 23 de marzo de 2020


¿DÓNDE ESTÁ DIOS AHORA?
La pregunta puede parecer retórica pero no creo que lo sea. Es la pregunta que nos hacemos muchos ahora, creyentes o no creyentes.  

Sea quien sea Dios siempre es un misterio. Nunca podremos con nuestra mente comprender adecuadamente quien es. Si buscamos una noción clara y precisa de quien es Dios no la encontraremos en ningún sitio. Y si alguien da una definición clara y nítida, entonces es falsa.

Que Dios sea un misterio no quiere decir que sea ininteligible o que no tengamos a acceso a él. Podemos llegar a conocer un misterio, pero cuanto más entremos en el misterio de dios, más cogidos nos sentiremos y más cuenta nos daremos que Dios es misterio.

Por otra parte, si insistiéramos en que primero debemos probar la existencia de Dios y después dirigirnos él, nunca le encontraremos. Porque Dios no es un problema intelectual que podamos resolver, como si fuera una ecuación. Un Dios así no existe.
Encontramos a Dios, al Dios de Jesús, primero en nuestro corazón, solo después podremos especular con nuestra mente. Dios no es la conclusión de un silogismo, sino un Persona.

Descendamos un poco, y afirmemos que el lugar de encuentro con Dios es en Jesús de Nazaret. A la pregunta inicial, ¿Dónde está Dios ahora? podemos responder diciendo: coge el evangelio, abre cualquier página, busca a ver si hay sufrimiento y allí está Jesús Dios. Es decir, nos encontramos con Jesús, y por tanto con el Dios de Jesús, en el sufrimiento, en el dolor, en la impotencia, en el luto, en la desesperación, en el miedo. En todas esas situaciones que estamos viviendo ahora, y siempre.

Otra cosa es que reflexionamos sobre qué imagen tenemos de Dios. ¿Cuál es nuestra imagen? Solo será válida la que conecte y esté inspirada en el evangelio. Las demás son falsas. Lo cual no quiere decir que no surjan preguntas a ese “Dios filosófico” ¿Por qué esto ahora? ¿Por qué a nosotros? O nos hagamos preguntas-trampa: si eres todopoderoso ¿Por qué permites eso? ¿Por qué no nos libra Dios de esta pandemia? “Si no lo hace, entonces es que no existe”. Tengamos cuidado con el lenguaje, con expresiones como “Dios permite esto…”, “Esto es la voluntad de Dios”… Y demás frases que no solucionan nada.

Como siempre, la propuesta es ir a Jesús de Nazaret, a su evangelio y descubrir allí su estilo de vida, sus valores, su actuación, su preferencia y su presencia en medio del sufrimiento, por ejemplo. Aquí ya no vale teorizar. Y siempre, siempre, nos acompañara la pregunta: en el momento de la cruz de Jesús, ¿Dónde estaba Dios Padre? Busca, busca…. En la cruz. Nuestro Dios es un Dios crucificado.

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