miércoles, 3 de septiembre de 2014

ORACIÓN EN LA XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.

Estamos a primeros de Septiembre. 
Para algunos se les ha acabado las vacaciones. Otros las comienzan. 
Se acaba el mes de agosto. Comienza septiembre. 
Cambiamos hoy de evangelista: de san Mateo pasamos a San Lucas. 
Otros pasan una entrevista de trabajo. Hay cambios, novedades, nuevas posibilidades...
Algunos cambiamos de Parroquia: de San Francisco Javier a Budia y sus alrededores, pasando por la recuperación del talón de Aquiles (¡Estoy de este señor!)...
Hay cambios, traslados, mudanzas,
despedidas y bienvenidas,
lágrimas y sonrisas,
memoria por lo vivido y expectativas por lo que está por venir,
agradecimiento y perdón,
besos, abrazos, lugares, lenguaje, mentalidad, creencias,
hay fe, comunidad, entrega de símbolos,
mesa compartida y Evangelio...
Es una mezcla de sentimientos y emociones, sorpresas y palabras,
gestos y silencios, recuerdos.
                                              
Algo tiene que terminar, para que algo nuevo pueda comenzar.
Parece que esta frase fuera haciendo realidad las vivencias de estos días.
Lo que termina se convierte en agónico,
en el poco a poco,
en los despacios de la memoria:
caras, personas, historias, saludos, posturas, presencias...

Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar...
Escribió el poeta y después susurró el cantante.
Es cierto que todo queda pero también que todo pasa en un continuo movimiento vital de ir muriendo y resucitando, como meter el grano de trigo en la tierra para que muriendo pueda dar fruto, pero, ¿es preciso que esta vivencia se convierta en ley?
¿No hay otra manera, Señor?
¿Es que no hay Resurrección sin Cruz? ¿No es posible?

Ser en la vida romero... romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Pasar por la vida sin que hagan callo las personas.
Si ya lo decías tú el domingo pasado: si alguno quiere venirse con-migo, que coja su cruz y me siga...
Y la cruz lleva a cruzar caminos nuevos,
o inventar los ya transitados,
o recorrer los caminos pisoteados donde ya no queda más tierra  para otras huellas...


¡Y yo Jesús que quería hablar de San Lucas!

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