domingo, 7 de septiembre de 2014

SEMANA XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO
LUNES
NACIMIENTO DE SANTA MARÍA, MADRE DE JESÚS
(Es un texto largo, pero muy curioso lleno de vida)
Mateo 1, 1-17
1Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán:
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2Abrahán fue padre de Isaac; Isaac de Jacob; Jacob de Judá y sus hermanos;
3Judá tuvo de Tamar a Fares y a Zéraj; Fares fue padre de Jesrón; Jesrón de Arán;
4Arán de Aminadab; Aminadab de Naasón; Naasón de Salmón;
5Salmón tuvo de Rajab a Booz; Booz tuvo de Rut a Obed; Obed fue padre de Jesé;
6Jesé, del rey David. David, de la mujer de Urías, tuvo a Salomón.
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7Salomón fue padre de Roboán; Roboán de Abías; Abías de Asá;
8Asá de Josafat; Josafat de Jorán; Jorán de Ozías;
9Ozías de Joatán; Joatán de Acaz; Acaz de Ezequías;
10Ezequías de Manasés; Manasés de Amón; Amón de Josías;
11Josías de Jeconías y sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
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12Después de la deportación, Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel de Zorobabel;
13Zorobabel de Abiud; Abiud de Eliaquín; Eliaquín de Azor;
14Azor de Sadoc; Sadoc de Aquín; Aquín de Eliud;
15Eliud de Eleazar; Eleazar de Matán; Matán de Jacob;
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16Jacob de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el mesías.
17Por tanto, las generaciones desde Abrahán hasta David son en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce, y desde la deportación hasta el mesías, catorce.

COMENTARIO
Mateo, como buen oriental que escribe para orientales, comienza la historia como se comenzaban siempre la genealogía del personaje central. Genealogía era como un carnet de identidad, curriculum actual.
Después del exilio, las genealogías tomaron un auge notable, pero en el S. I aparte de la genealogía de los levitas no había ninguna fiable, Herodes quemó archivos (él era idumeo) y puestos a hacer la de Jesús,  Mateo toma genealogías que ya existen o se inventa otras porque él lo que quiere es presentar en sociedad a Jesús como: perteneciente al pueblo de Abrahán; de la familia de David, por lo que al mesianismo se refiere; hijo de María y José por su historia.
El evangelista presenta una amalgama, un conjunto de nombres realmente desconcertantes.  Para nosotros son personajes desconocidos: Ocias, Ioatam, etc, no nos dicen nada. Pero intentemos por un momento ponernos en la piel de un hebreo que escuchase recitar esta lista de nombres. Ciertamente, se le pondrían los pelos de punta. Es como si hoy día, en una lista de tanta envergadura, escuchásemos mencionar el nombre de personas de mala fama, personajes públicos de pésima reputación. Éste era precisamente el efecto que producía en el mundo hebreo: un desgarrador suspiro de desaprobación e incredulidad, ante las connotaciones fuertemente negativas que algunos nombres suscitaban, connotaciones tan lamentables –para la mentalidad de la época-, que no dejaban indiferentes a nadie.

Siguiendo su artificio, Mateo, divide la genealogía en 3 grupos de 14; en 3, porque 3 eran los períodos de la historia de Israel según la concebían entonces: Patriarcas, Monarquía y Después del exilio. Lo que quiere decir es sencillamente que la historia del pueblo culmina y tiene sentido en Jesús. Por otro lado, son 6 septenarios, con Cristo comienza el 7º, es decir, la plenitud.

¿Por qué 14 en cada período? Hay quien recurre a la cábala argumentando que 14 es el número de DVD (David) 4+6+4, quizás esté en el trasfondo Jesús mesías, descendiente de DVD.
Todo para llegar al v.16, que es el punto culmen de la genealogía donde concluye que Jesús es, 1)  hijo de Abrahán; 2) de sangre real; y 3) sin embargo, es diferente. El omnipotente verbo "engendrar" no aparece (39 veces aparece el verbo engendrar, se rompe con el nacimiento de Cristo 40).
Para llegar a una conclusión inesperada es preciso que la fuerza de la tradición anterior a Mateo fuera muy grande. Una tradición que, por un lado, cree firmemente que es un hombre, un descendiente de David según la carne, y, por otro lado, aún con peligro de contradecirse, dice que su nacimiento es un misterio.

Una curiosidad: aparecen 4 mujeres. No es corriente la mención de mujeres en las genealogías, pero tampoco es imposible. Pero,  ¿por qué estas 4 mujeres y no las santas mujeres: Sara, Rebeca, Lea…?
Puede que Mateo las mencione en cuanto pecadoras y en cuanto extranjeras:
Tamar--------   incestuosa---------------------cananea Gen 38,14
Rahalo-------- prostituta -----------------------cananea Jos 2,1
Bersabe------ adúltera------------------------- hitita 2 Sam 11
Rut---- relaciones prematrimoniales---------moabita rut 3,7
En cuanto al pecado así se significa la misión salvadora de Jesús, salido de una raza de pecadores para rescatar a los pecadores.
En cuanto extranjeras, el universalismo de la salvación va a ser uno de los temas preferidos de Mateo La genealogía de Lucas es más universalista a primera vista, porque se remonta a Adán. La de Mateo parece más israelita, se remite a Abraham, pero Mateo pone estas 4 extranjeras como nota universal.
Todas estas mujeres, incluida María, dan a luz irregularmente un auténtico hijo de David. Dios interviene en estas mujeres para cambiar el curso normal de  la historia y Mateo las cita porque fueron introducidas en la línea mesiánica gracias a un acto gratuito de Dios, eliminando para ello un obstáculo insuperable a primera vista.
Desde el primer momento, el evangelista Mateo anuncia la peculiaridad del nacimiento de Jesús, cuya procedencia directa de un padre humano no se menciona. Jesús proviene por entero de Dios, idea que se subraya de diversas maneras: "La criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo" (Mt 1,20); "la virgen concebirá y dará a luz un hijo" (Mt 1,23); "sin haber tenido relación con él, María dio a luz un hijo"(Mt 1,25).
Para el evangelista, Jesús no es el fruto de José, porque el padre, además de la vida, transmitía también la tradición, los valores del pueblo. Pues bien, toda la tradición de Israel queda truncada en José. De él, Jesús no recibe nada. En Jesús, la tradición y los valores no serán heredados del padre, de José, sino del Padre de los cielos, Dios. Es por ello que Jesús podrá relacionarse con Dios de una manera inédita, completamente nueva.
El texto nos dice “… de la cual nació (fue engendrado)”. El evangelista excluye categóricamente la intervención de José en la generación del hijo. Jesús es generado de María. María es asumida por Mateo al mismo nivel de los hombres. No solo los hombres engendran, también María lo hace. Dice Mateo que Jesús “fue engendrado”. Ya esta expresión supone una interrupción que permite intuir la novedad extraordinaria que constituye Jesús. Jesús no es un profeta del pueblo. ¿Quiénes son los profetas?. Los profetas son personas destacadas desde el punto de vista espiritual, personas que viven en plena sintonía con Dios, y que comunican al pueblo los deseos y la voluntad divina. Puestos a la cabeza del pueblo, plantean a éste una imagen, una teología, una idea a fin de que el pueblo la pueda perseguir y alcanzar. Sin embargo, por regla general, los profetas son incomprendidos y se convierten en objeto de persecución y rechazo.
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¡No es éste el caso de Jesús! Jesús no es un profeta, no es el hijo de José, no es el hijo de David. Jesús es el hijo de Dios, aquél que asume la acción creadora del Padre, la fórmula de manera inédita y nueva, y abre así un camino nuevo en la relación con Dios. Así pues, mientras que el profeta vive y actúa siempre dentro del ámbito de su religión, Jesús opta por salir fuera de las fronteras de la misma y muestra las verdaderas raíces de la nueva religión. Jesús tuvo la capacidad de actuar de este modo porque, no habiendo sido engendrado por José, en su sangre no tenía los cromosomas de David ni de Abraham. Él es una creación completamente nueva.

Mateo 1,18-24

18La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. 19José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. 20Pero, apena había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. 21Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
22Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: 23Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"». 24Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

COMENTARIO
18La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
El Mesías Salvador nace por una intervención de Dios en la historia humana. Su concepción y nacimiento no son casuales, son por voluntad y obra de Dios.
Del mismo modo que el Espíritu de Dios interviene en la primera creación, así sucede ahora, solo que a esta creación, esta nueva intervención de Dios supera a la primera. En Gén 1,2 el Espíritu de Dios actúa sobre el mundo inmaterial; ahora, actúa sobre el ser humano, sobre María, imagen de la nueva comunidad e imagen de cada uno de nosotros que podemos engendrar a Dios en nosotros. Si comparamos este relato con los de la creación en el libro de  Génesis (Gén 1,1-2,3. 2,4ss) encontramos el paralelismo entre ambos:
-          Gén 1,1-2,3: El hombre es el final de la creación del mundo, todo culmina en Adán;
o   Mt 1,2-17: Cristo es la obra final, la culminación de toda la historia (genealogía);
-          Gén 2, 4ss: Describe con detalle la creación del hombre, separado de todas las demás obras;
o   Mt 1,18-25: Describe con detalle la concepción y el nacimiento de Jesús.

A esta culminación no se llega por evolución o desarrollo de la primera creación, sino por una nueva intervención de Dios mismo. Decir esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo es una manera de subrayar la iniciativa divina y el carácter inesperado por parte humana. No tiene sentido preguntarse cómo sucedió todo. Al evangelista no le interesa la crónica histórica. Quiere solo decirnos que en Jesús se manifiesta el plan divino respecto a la creación. Mateo excluye categóricamente cualquier intervención por parte de José. La situación de José, sin embargo, es complicada.

Jesús es la novedad absoluta y la plenitud de un proceso histórico. El hecho que Jesús nazca de María por la acción del Espíritu Santo es una forma de expresar la mesianidad y su divinidad. Pero no pensemos que el Espíritu realiza la función del varón en la concepción. El Espíritu es principio de vida y nos muestra el origen divino de Jesús, pero no podemos pensar que su acción sea al modo humano, sería una contradicción.

19José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado.
El término justo designa el prototipo de israelita fiel, quiere cumplir la ley y la ley le obliga a repudiar a María, a la que considera culpable del adulterio; pero, a la vez, el amor al prójimo como así mismo, le impide difamarla, porque eso conllevaría consigo el apedreamiento.  Existían 365 prohibiciones y 248 mandatos, que sumaban un total de 613 preceptos que observar. ¿Por qué estos números? 365 son los días del año y 248 eran, según la cultura de la época, los componentes que constituían el cuerpo humano. En conclusión, el hombre, durante todo el año, debía observar estas leyes de forma escrupulosa, sin fisuras. Los justos eran los que se comprometían a observar en su vida cotidiana todos los 613 preceptos que los fariseos habían extrapolado de la ley de Moisés.

Y aquí tenemos a José, al pobre ser humano, entre la espada y la pared, entre lo que le han enseñado en su religión, que no coincide con lo que le dicta su conciencia. Y José decide una vía intermedia. En medio de su noche oscura se hace presente Dios, el ángel del Señor, con su luz, en sueños. En medio de la noche oscura hay que dormir, esperar pasivamente que venga la luz, su ángel, Dios lo da a sus amigos mientras duermen (Sal 126). 
José representa al Israel fiel y María a la comunidad cristiana en cuyo seno nace la nueva creación por la acción continua del Espíritu Santo: la fuerza de la creación que, en María, hace nacer este hombre nuevo.

La duda de José refleja, en este evangelio dirigido a los judeo-cristianos, el conflicto de los israelitas fieles ante la nueva realidad de la comunidad cristiana. Debido a que la nueva comunidad, María, ha roto con la tradición (nacimiento virginal sin padre o modelo judío). José/Israel fiel, debe repudiarla para ser fiel a la tradición, pero por otro lado, no tiene motivo alguno para hacerlo, pues su conducta intachable es patente. El ángel del Señor, Dios, resuelve el conflicto invitando al Israel fiel/José a aceptar a la nueva humanidad/María porque lo que nace de ella es obra de Dios.

20Pero, apena había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.
El hecho que el ángel se aparece en sueños nos muestra que el evangelista quiere subrayar la no-realidad de las apariciones. No hay apariciones, solo hay visiones, como en este caso de José. No hay “materializaciones” del ángel del Señor. Hay visiones, mociones internas de Dios con el ser humano. No hay materialización de voces, hay iluminaciones espirituales por parte de Dios que luego nosotros las traducimos en mensajes cuando intentamos describir la experiencia de Dios que ha sido en sueños, es decir, de otra realidad.

21Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
El ángel disipa las dudas de José que está en la noche (sueño). Dios disipa las dudas del ser humano en la noche oscura, y amanece. José, obediente, cumple lo inspirado por Dios, poner nombre.
Resulta que lo que decía la ley de los hombres, atribuido a Dios, como pecado de adulterio, se convierte ahora en Salvación de Dios. Es lo que significa Jesús, el mismo nombre que Josué, el que introdujo al pueblo en la tierra prometida. Jesús es ahora el definitivo libertador y conquistador de la tierra prometida.
Salvará al pueblo, pero no de los enemigos, sino de los pecados.
Salvar significa hacer pasar de un estado de mal y de peligro a otro de bien y seguridad. El mal y el peligro del pueblo no están fuera, están en sus pecados, en la injusticia de la sociedad, en la ambición y en el poder.

22Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: 23Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"». 24Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Esta cita nos resitúa, nos hace caer en la cuenta de que si, por un lado, Jesús y su nacimiento es un nuevo punto de partida en la historia, por otro, es el punto de llegada de un largo proceso. Pero introduciendo el término En-manu-el, entre-nosotros-Dios, nos vuelve a recordar la novedad radical: no es un enviado divino en paralelo a los demás del AT, es el mismo Dios, En-manu-el- es el resumen de la solidaridad de Dios. 
La fe cristiana se fundamenta en una afirmación sencilla y escandalosa: Dios se ha hecho hombre, ha querido compartir la aventura de la vida. En consecuencia, ser cristiano no es creer que Dios existe,  que “Algo” tiene que haber; es descubrir con gozo que Dios está entre nosotros, que Dios está en el corazón de la existencia, en el fondo de la historia, de mi historia. Y la fe en un Dios hecho hombre nos debería ayudar a creer más en el ser humano.

 24Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Con esta visión divina le llega la luz a José/Israel fiel y por eso dice el autor se despertó, salió de la noche, de las dudas. Y tomó a su mujer. Ha visto claro que hay que saltarse la ley, que esa ley aunque atribuida a Dios, no es de Dios. Dios nunca ha mandado apedrear a nadie. Y puso por nombre Dios salva, no “Dios condena”, como decía la ley.
Dios ha encontrado a José, al hombre en oscuridad, dudas, noche, sueño. Baja a su noche, a su sueño, y el hombre inactivo, dubitativo, dormido, con la luz de Dios despierta y se pone en actividad inmediata, concreta y humilde. 


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