6 1Saliendo
de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. 2Cuando
llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada: ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha
sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? 3¿No es este el
carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus
hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y se escandalizaban a cuenta de él.
(JESÚS) 4Les
decía: No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y
en su casa.... Y se admiraba de su falta de fe.
Hoy Jesús me siento como tu,
despreciado entre la gente a la que intento servir,
humillado,
no escuchado,
¡que importan mis razones, mis argumentos, mis intenciones, mi actuación!
Escucho esas voces que dudan,
que te descalifican,
que te juzgan y te condenan porque nos has actuado como deberías,
que mal interpretan,
que no descubren que hay algo más que las apariencias,
que te amenazan,
que te as apuestan,
que no preguntan,
ya saben demasiado,
ya lo conocen casi todo,
ya saben donde está el error y la consabida solución...
Por eso, en este mediodia,
quiero escuchar la voz del Dio Amado que dice:
Tu eres mi hijo Amado, en ti me complazco.
No hace falta que te ganes tu valor por la aprobación
o desaprobación de los demás.
Para mi eres valioso,
no tienes que demostrar-te nada y poner en juego tu valor.
Te entenderán o no,
te comprenderán o no,
pero tu eres valioso para mi.
Tu valor y fuente de identidad no depende del mundo,
de sus valores,
fundamentados en el miedo y en la agresividad,
el silencio cobarde de los que asisten como espectadores
a la bronca,
el imponerse por las palabras amenazantes...
Tu valor no proviene del exterior,
esto no da sentido a tu vida.
Quiero volver a tu hogar,
a lo escondido donde puedo sentirme como tu hijo Amado.
Amén.
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