VIERNES
Lucas
5,33-39
33Pero ellos le dijeron: Los discípulos
de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los
tuyos, a comer y a beber.
34Jesús les dijo: ¿Acaso podéis hacer
ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? 35Pero
llegarán días en que se lleven al esposo; entonces, en aquellos días, ayunarán.
36Les dijo también una parábola: Nadie
recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si
lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. 37Nadie
echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará
los odres y se derramará, y los odres se estropearán. 38A vino
nuevo, odres nuevos. 39Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo,
pues dirá: "El añejo es mejor".
COMENTARIO
El
capítulo 5 de Lucas comienza con la llamada de Jesús a los primeros discípulos
(5,1-11), después cura a un leproso (5,12-16), a un paralítico (5,17-26), para
llegar a la vocación de Mateo (5,27), con la consiguiente discusión de Jesús
con los fariseos. Jesús propone una nueva imagen de Dios y de su Reino, a
través de la imagen de una boda: Jesús representa al novio y la humanidad, con
la que Dios desea desposarse, a la novia. Ahora es el tiempo de la boda, de la
fiesta, del banquete.
33Pero ellos le dijeron: Los discípulos de
Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los
tuyos, a comer y a beber.
34Jesús les dijo: ¿Acaso podéis hacer
ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? 35Pero
llegarán días en que se lleven al esposo; entonces, en aquellos días, ayunarán.
Estamos en casa de Leví/Mateo,
en medio de una comida, de un banquete. Los fariseos y escribas no cejan de
acosar a Jesús. Es un enfrentamiento continuo. Incluidos los discípulos de Juan
Bautista, estos nombrados en primer lugar, no han aceptado el papel del
precursor ni, por tanto, el cambio de alianza anunciado.
El ayuno era signo de muerte, no de vida. Y también de
arrepentimiento, para obtener perdón. El
banquete, sin embargo, es signo de alianza, de desposorios, de nueva vida,
de fecundidad. Seguir a Jesús (versículos antes se nos narra la llamada y el
seguimiento de Mateo), ¿hay que celebrarlo ayunando?, ¿es lógica la
mortificación y la abstinencia cuando el novio ha venido a desposarse? El ayuno
era esencial para el discípulo judío.
Cierto que llegaran días en que
se lleven al esposo, sólo entonces
ayunarán como signo de duelo y de respeto. El auténtico seguidor no puede
ayunar nunca porque el esposo está siempre presente con la esposa/humanidad. La
fuerza de la costumbre hace rechazar el cambio.
Otra cosa es el ayuno como
signo de solidaridad: no comer para dedicar el dinero de la comida e invertirlo
en alimentos para los que lo están pasando mal y así poder seguir creando vida.
La nueva comunidad no se
construye sobre una disciplina de normas, sino sobre la libertad en el
seguimiento.
36Les dijo también una parábola: Nadie
recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si
lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Manto,
mantel, tienda, eran imágenes corrientes, en la antigüedad, para expresar el
mundo, el cosmos Hch 10,11ss; Heb 1,10-12.
Según
la mentalidad farisea lo que hay que hacer es perfeccionar el sistema vigente,
reformarlo. El manto nuevo que Cristo propone no es un
remiendo de lo viejo. Si se hiciera así no se salvaría ni el nuevo ni el viejo.
El roto se haría mayor. La novedad de Cristo es una manera radicalmente de
vivir e interpretar la vida. Es una vida
alternativa (alter: otro; nativa: nacer; nacer otro)
37Nadie echa vino nuevo en odres
viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y
los odres se estropearán. 38A vino nuevo, odres nuevos.
Las
instituciones de la antigua alianza son incapaces de contener y expresar la
nueva realidad del Reino. El vino era símbolo del amor entre esposos. Continuar
en el fariseísmo es echar a perder el vino
nuevo de Jesús. No hay cabida del vino
nuevo en odres viejos, los odres
se echan a perder y se pierde el vino. Los pellejos viejos no son capaces de
contener el vino nuevo.
El
Espíritu es una novedad tal que no cabe ni en vestidos/mantos viejos ni en
odres/vasijas viejas. Quien intenta mezclarlo desparrama lo nuevo y destroza
totalmente lo viejo. Hay que crear vestidos y odres nuevos. Cristo y su
Espíritu traen modos escandalosamente distintos de concebir la fe. Hay que
permanecer abiertos a esta novedad del Espíritu.
Hay que empezar de nuevo. Es
imposible juntar lo nuevo, el Mensaje de Jesús, con lo viejo, las tradiciones.
La nueva forma de vivir, que Jesús trae, no se puede combinar con la antigua
forma de vivir bajo la Ley. Si se quiere hacer arreglos, todo se estropea. Esa forma de vida no agrada a Dios ni es
camino para hacerse buenos. La Ley sólo sirve para alimentar el amor a sí
mismos. Para Dios todo es bueno. Su palabra y la oración de los cristianos lo
consagran.
39Nadie
que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "El añejo es mejor".
Quien
se pasa la vida bebiendo vino añejo
es muy difícil que se acostumbre al nuevo. Quien ha sido educado y ha
practicado la religión que todo lo mide, de la norma escrupulosamente cumplida,
ya está viejo para gustar la alegre espontaneidad de una religión de fiesta, de
banquete y alegría. Es ahí donde se encuentra el nuevo seguimiento de Jesús.
La novedad del evangelio es
original, radical y absolutamente nueva y buena[1].
Comporta el riesgo de vivir una nueva experiencia: hacer las cosas contando con
la fuerza del Espíritu, el vino nuevo.
Quien intenta mezclarlo con prácticas, ritos, renuncias, mortificaciones y
otras formas comunes a todas las religiones, no hace otra cosa que poner un
trozo de tela vieja al paño nuevo. El
que así actúa se queda sin nada, porque el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del
nuevo.
“Cuando en Jn 2,11 se dice que Jesús manifestó su gloria en el milagro de
Caná, también se piensa ahí que el vino es un símbolo del tiempo de salvación:
dando el vino en abundancia, se manifiesta Jesús como el que trae este tiempo
de salvación. Manto viejo-vino nuevo: lo viejo ha pasado; el tiempo de
salvación ha llegado”.
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