lunes, 31 de agosto de 2015

SEMANA XXII
JUEVES

Lucas 5,1-11

5 1Una vez que la gente se agolpaba en torno a él para oír la palabra de Dios, estando él de pie junto al lago de Genesaret, 2vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. 3Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca.
5Respondió Simón y dijo: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
 6Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. 7Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. 8 Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador. 9Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; 10y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. 11Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

COMENTARIO
5 1Una vez que la gente se agolpaba en torno a él para oír la palabra de Dios, estando él de pie junto al lago de Genesaret, 2vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
La llamada de los primeros discípulos tiene como marco el Lago de Galilea. Lucas, a diferencia de Marcos, no dice mar porque su travesía implicaría la salida, el éxodo de tierra judía a territorio pagano. Para Lucas el punto de partida del éxodo de Jesús no está en Galilea, sino en Jerusalén, centro de la religiosidad judía.

Lucas comienza el capítulo presentándonos a una multitud que está a la escucha del mensaje de Jesús, el mensaje de Dios, el mensaje nuevo sobre el reinado de Dios. Jesús anuncia este reino, no sólo en las sinagogas, sino en todo lugar y a todo aquel que quiere escuchar.

3Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Jesús pide ayuda a Simón, para subir a una barca, necesita de su colaboración, de lo que tiene. Jesús se sienta, símbolo del maestro, de enseñar con autoridad.

4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca. 5Respondió Simón y dijo: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes
Simón se resiste a obedecer la orden de Jesús. Su experiencia es frustrante, han trabajado durante toda la noche, el tiempo propio para de la pesca, y no han conseguido nada, ¿Cómo, ahora, siendo de día van a pescar?
Simón llama a Jesús maestro, “jefe”, muestra del concepto que Simón se ha formado de la enseñanza de Jesús. Simón reconoce que bajo su autoridad no han pescado nada. Lucas no aplica a Jesús el término rabbi, maestro, para no confundirlo con los que enseñaban la ley según las tradiciones.
Han estado faenando toda la noche, símbolo de las tinieblas, de la opresión en la que viven, ha sido inútil, llevan tiempo luchando contra la opresión pero no ha servido de nada, no hemos cogido nada. Simón y sus compañeros son gente con espíritu reformista, no se esperan ni se imaginan que pueda existir una alternativa a la situación. Pero fiado de tu palabra echaré las redes, no es que Simón espere mucho, pero se fía, confía de la palabra de Jesús; no confía mucho, aunque tampoco rechaza, al fin y al cabo poco se pude perder.

6Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. 7Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían.
Obedeciendo las palabras de Jesús, el resultado va a ser totalmente inesperado. El resultado de la actividad bajo la enseñanza de Jesús es totalmente otro. La experiencia es compartida de inmediato con los de la otra barca, el otro grupo que había compartido las ideas en las que Simón creía. Es decir, nadie es completo solo. Un individuo tiene que ayudar a otro, una comunidad a otra, en vistas a la misión. De tal manera se llenaron las barcas con todo lo que pescaron que casi se hunden.
Lucas resalta, así, la diferencia que hay entre unas palabras y otras, las de Jesús y las de Simón. Se resalta la novedad, el cambio, la transformación, la conversión. El fruto abundante será una constante de la actividad humana siempre que se realice fiado de tu palabra.

8Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.
La reacción de Simón es inmediata. Él que se consideraba ajeno a la ley judía, ahora se siente pecador, es decir, indigno, impuro, responde desde las categorías tradicionales judías ante Dios.

Un detalle. A Simón se le llama Simón Pedro, lo cual quiere decir que siempre que aparezca Pedro se está haciendo referencia a “piedra”, a la “dureza de entendimiento” para comprender a Jesús como el Mesías. Aplicado esta puntualización, en este relato, Pedro manifiesta su contradicción: por un lado no es un judío practicante, y, por otro lado, reacciona como un judío piadoso que se encuentra en presencia de Dios.

9Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; 10y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. 11Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
El evangelista insiste en la existencia de un grupo entorno a Pedro, él y todos los que estaban con él, antes de la llamada de Jesús. Jesús no responde a las palabras y gestos de Pedro, no hace caso, sino que le anima a no tener miedo, y declara que desde ahora serás pescador de hombres vivos, es decir, te dedicarás, como yo, a salvar personas del peligro de caer en la redes de la ambición, del poder, del fanatismo. La palabra de Jesús rescata personas para la plenitud de la vida. Ésta es la misión de Jesús y de los que le sigan, hay una identidad de misión. 
Con Jesús se acaba el miedo a Dios, Jesús quita a la gente el miedo a Dios. El Dios de Jesús no es el Dios del Antiguo Testamento que se transmite desde la religión oficial basada en el miedo.  

La invitación de Jesús a Pedro vale para todos los que estaban con él, que dejándolo todo, rompiendo con la tradición del pasado, con lo caduco, con la escala de valores de la religión y la sociedad como son el poder, el prestigio, el honor y la fama, le siguieron. La misión es nueva, es incorporar y hacer vida los valores de Jesús, la entrega, el servicio. No es cuestión de reformar, sino de ser alternativa.



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