lunes, 14 de septiembre de 2015

SEMANA XXIV
MIÉRCOLES

Lucas 7,31-35
31 ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? 32 Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: "Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado". 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: "Tiene un demonio"; 34 vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores". 35 Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón.

COMENTARIO
Juan es más que un profeta, es el precursor, el que prepara el camino (vv.24-30). Si lo miramos desde el punto de vista humano, es el mayor, pero toda esa grandeza, si la comparamos con la novedad que viene en Jesús es nada. De ahí, la necesidad del cambio y de aceptación del mensaje de Jesús. Para llegar a Jesús hay que psar por Juan. Todo el pueblo, incluso los publicanos, que aceptan el bautismo de Juan, aceptan a Jesús. Los fariseos y legalistas, sin embargo, al no aceptar a Juan tampoco han aceptado a Jesús, han retrasdo el plan de Dios.

31 ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? 32 Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: "Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado". 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: "Tiene un demonio"; 34 vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores". 35 Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón.
A estos últimos, es a los que se refiere Jesús, les califica como esta genreación, en referencia al pueblo infiel del desierto (Dt 32,5.20) Se refiere a los que le rechazan, los que considerándose a sí mismos justos, que ven bien, que tienen los oídos atentos, son en realidad los que mantienen el sistema injusto, los ciegos y sordos; en definitva, los poderos en cualqueir campo (política, religión, economía). Primero rechazan a los profestas, despues a Juan, luego a Jesús, y consecuentemente a los discípulos.

El poderoso, el rico nunca puede captar el mensaje liberador, igualitario, porque va contra sus falsos privilegios asentados muchas veces en una falsa voluntad de Dios.
Juan era asceta: es que es demasiado asceta, no es normal, tiene un demonio.
Jesús es normal, es que no es asceta, es un borrachin, comilón, tiene un demonio.
Como un grupo de niños estúpidos que en la plaza siempre boicotean las propuestas del otro grupo: si tocamos la flauta, os apetce lllorar, y viceversa.

Pero a pesar del disgusto de fariseos y juristas, la sabiduría de Dios se manifiesta en el pueblo. Es la gran ironía de todo el evangelio. 

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