SÁBADO
Lucas 11,27-28
27Mientras
él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando
la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te
criaron. 28Pero él dijo: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra
de Dios y la cumplen.
COMENTARIO
27Mientras
él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando
la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te
criaron.
En medio de un clima de
reproches, insultos, sospechas e incomprensiones, se produce una atmósfera de
entusiasmo, gozo, aclamación, y surge la chispa de cuál es la bienaventuranza
absoluta.
La mujer aparece como como el símbolo del pueblo/esposa. De entre el gentío también hay parte del
pueblo que está entusiasmado, quiere entregarse a Jesús.
La expresión de la mujer debía
ser muy común en aquella época. También la encontramos en Gn 49,25.
28Pero él dijo: Mejor,
bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Sin negar nada de eso, Jesús pone
un pero. No niega lo que ha dicho la
mujer, pero falta un peldaño o una raíz más profunda. La dicha no en está en su
madre ni en Jesús, la dicha está en ella misma si acoge la Palara, la metes
dentro y llena toda tu casa vaciada, limpia y ordenada, y luego la das a luz a
los demás.
La contestación de Jesús no es
reproche ni rectificación, al contrario, está felicitando a la mujer. La madre
de Jesús es el modelo de cómo acoger, guardar y dar a luz a la palabra. En la
medida que acoja a Jesús y siga el proceso de su madre podrá entrar en su
Reino.
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