jueves, 15 de octubre de 2015

SEMANA XXVII
SÁBADO

Lucas 11,27-28

27Mientras él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. 28Pero él dijo: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.

COMENTARIO
27Mientras él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.
En medio de un clima de reproches, insultos, sospechas e incomprensiones, se produce una atmósfera de entusiasmo, gozo, aclamación, y surge la chispa de cuál es la bienaventuranza absoluta.
La mujer aparece como como el símbolo del pueblo/esposa. De entre el gentío también hay parte del pueblo que está entusiasmado, quiere entregarse a Jesús.
La expresión de la mujer debía ser muy común en aquella época. También la encontramos en Gn 49,25.

28Pero él dijo: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Sin negar nada de eso, Jesús pone un pero. No niega lo que ha dicho la mujer, pero falta un peldaño o una raíz más profunda. La dicha no en está en su madre ni en Jesús, la dicha está en ella misma si acoge la Palara, la metes dentro y llena toda tu casa vaciada, limpia y ordenada, y luego la das a luz a los demás.

La contestación de Jesús no es reproche ni rectificación, al contrario, está felicitando a la mujer. La madre de Jesús es el modelo de cómo acoger, guardar y dar a luz a la palabra. En la medida que acoja a Jesús y siga el proceso de su madre podrá entrar en su Reino. 

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