sábado, 18 de junio de 2016

SEMANA XII DEL TIEMPO ORDINARIO
LUNES

20 DE JUNIO

Mateo 7,1-5
7 1No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. 3¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? 4¿Cómo puedes decirle a tu hermano: Déjame que te saque la mota del ojo, teniendo una viga en el tuyo? 5Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.

COMENTARIO
Comenzamos a ver en estos versículos la propuesta de Jesús respecto a la actitud del ser humano con lo que le rodea, con las personas y con Dios.
Lo primero con las personas, después con Dios.
El siguiente relato está estructurado de esta manera:
-          vv. 1-2: principio general válido para todos.
-          vv. 3-4: dos preguntas duplicadas, guiadas de una conclusión.
¿A quién se refiere Jesús con la prohibición de suspender todo juicio?
·         Se refiere a todo ser humano. El verbo se refiere a un juicio negativo, de condena. No es lícito el juicio condenatorio del hermano.
·         Por eso, el seguidor de Cristo y aspirante al Reino no puede romper la relación con otra persona (que según el evangelio es hermano) por los defectos que en ella se encuentren.

¿Cuáles son las razones para no juzgar?
·         La primera es: y no os juzgarán (en futuro). Ese futuro se refiere a Dios, lo que se refiere a los hombres está en presente. Dios aplica con nosotros la reciprocidad. Si con Él siempre somos deudores y el suspende su juicio sobre nosotros, ¿no debemos suspender nosotros el juicio de condena sobre los demás?
Cuando condenamos al otro, (hermano) no le amamos, ha dejado de ser humano para nosotros. Su mota, su defecto, su pecado, ha generado en nosotros (en nuestro ojo), es decir, en nuestro corazón, una viga tan grande que nos hace perder la visión, la lucidez. La viga en el propio ojo es la falta de amor con que se juzga a los demás.
Solo el amor puede ayudar eficazmente a quitar motas y defectos. Con el juicio de condena nos auto-condenamos en ese futuro ante Dios.
·         Perdemos la visión, el sentido de hermandad, la luz del amor.
·         Si tuviéramos luz, nos daríamos cuenta de nuestras motas de cómo Dios no nos juzga sino que espera y sigue llamando a su Reino, que atrae desde el amor y no desde la crítica implacable y el juicio negativo. Solo con amor se puede ayudar eficazmente.
La persona ha de estar atenta a que no se meta ninguna viga en el ojo. Es una metáfora exagerada que supera toda proporción. Se trata de estar atento a que la visión interna, ojo, no sea cegada por una viga de gigantescas proporciones respecto a un ojo como es perder la perspectiva de la vida: somos hermanos, somos familia, las relaciones no pueden salirse de estos parámetros.

El criterio para actuar contra la mota del hermano es que no tengamos vigas, que no estemos ciegos, que no nos salgamos de los presupuestos del Reino: el otro es hermano. 

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