jueves, 23 de junio de 2016

SEMANA XII DEL TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO

25 DE JUNIO

SÁBADO: Mateo 8,5-17
5Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: 6Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. 7Le contestó: Voy yo a curarlo. 8Pero el centurión le replicó: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. 9Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: Ve, y va; al otro: Ven, y viene; a mi criado: Haz esto, y lo hace. 10Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. 11 Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos; 12 en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 13 Y dijo Jesús al centurión: Vete; que te suceda según has creído. Y en aquel momento se puso bueno el criado.

14Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; 15le tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle. 16Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; Él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos 17para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.

COMENTARIO
5Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: 6Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. 7Le contestó: Voy yo a curarlo. 8Pero el centurión le replicó: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. 9Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: Ve, y va; al otro: Ven, y viene; a mi criado: Haz esto, y lo hace. 10Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. 11 Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos; 12 en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Como pagano, el centurión era para los judíos una persona impura, es decir, inaceptable para Dios. Ningún judío observante dirigía las palabras a paganos ni mucho menos entraba en su casa. Jesús, de nuevo, contraviene las normas y manifiesta la universalidad de la salvación. Jesús habla con el pagano y está dispuesto a ir a su casa, su salvación es universal, no conoce fronteras.
El centurión también es un personaje representativo: no tiene nombre, es pagano, representa a los que vendrían de oriente y occidente, se dirigía a Jesús como discípulo que ruega, que reconoce a Jesús como Señor, que tiene fe profunda. No necesita toque físico, como el leproso del relato anterior, le basta solo la palabra, símbolo de que los gentiles, sin contacto físico, creen por el mensaje de la palabra que reciben.
El centurión reconoce que históricamente Jesús ha sido enviado a la casa de Israel, pero él cree que la salvación también puede llegar a su casa a través de su palabra, por eso le dice: Reconozco que históricamente ha venido a la casa de Israel, pero a la vez, creo que sin entrar físicamente en mi casa, yo que soy pagano, tu salvación puede entrar en mi casa simplemente por la fuerza de tu palabra, de tu mensaje.

El que está enfermo es el hijo, el muchacho, con sentido de no emancipado, dependiente.
Acostumbrado a ser obedecido, este centurión pagano ve en Jesús una autoridad y un poder absolutos capaces de sacar al ser humano/hijo, paralizado y sufriendo dolores de verse rechazado de la salvación de Dios, capaz de sacarlo de su postración.
Aquí no hay acción de Jesús con el enfermo. El centurión solo pide una palabra.

Al oír esto Jesús se quedó admirado, se vuelve a la multitud que lo seguía bajando del monte, y les dice un pequeño discursito (vv.10-12): Nunca he visto tanta fe, confianza absoluta en el poder auxiliador de Dios, nunca he visto tanta fe en un israelita como en este pagano.
Mateo que ha visto y ha vivido el rechazo de Jesús advierte que no es la casa=el judaísmo lo que salva sino la fe. La fe en Jesús es condición necesaria y suficiente para ser ciudadano del Reino. La curación efectiva del criado del centurión muestra que la salvación se extiende a los no-judíos. Hay hijos del Reino que serán excluidos, los que se auto-excluyen, los que han deformado la imagen de Dios creando leyes que dicen que Dios margina a las personas por raza, sexo, enfermedad.

13 Y dijo Jesús al centurión: Vete; que te suceda según has creído. Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al final la curación no se debe a Jesús. Es el centurión en la medida en la que él cree, el que trae la curación de la parálisis y de los dolores de su hijo. Jesús cumple la petición del Centurión en la medida que este tiene fe.

Y en aquella misma hora sanó el hijo. No es necesaria la presencia física de Jesús. Basta con su palabra. Pero su palabra está condicionada a la oración del que pide.


14Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; 15le tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle. 16Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos 17para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.
Jesús es el que viene a rehabilitar a los marginados de cada una de las esferas sociales:
-          esfera íntima: casa, suegra;
-          esfera relacional inmediata: pueblo, leproso;
-          esfera universal lejana: gentiles, centurión.

Este relato completa los anteriores de la siguiente manera:
-          Leproso: marginación religiosa y social: está dentro del pueblo; Jesús toca/mano: le tocó. Hay rehabilitación porque Dios toca. El centro está en Dios.
-          Centurión: marginación social: fuera del pueblo; Jesús dice/boca: basta una palabra. Hay rehabilitación porque cree en Dios. El centro está en el ser humano.
-          Suegra: marginación social y religiosa: dentro de la casa, por razón del sexo. Jesús vio/ojo: vio a... Jesús rehabilita para servir.
Las tres acciones de Jesús describen su totalidad. Jesús se implica totalmente, en la totalidad de su ser para rehabilitar al ser humano en todas sus dimensiones. 

El ámbito es la casa de Pedro, es el ámbito de la comunidad es casa de Jesús. No hace falta decir nada. Jesús lo ve. También en estas casas hay parálisis postración y marginación.
La causa es la fiebre, mencionada dos veces. Esta fiebre quiere decir fuego, el que impide colaborar a la casa de Pedro en la obra de Jesús. Es la mentalidad mesiánica propia del Bautista que esperaba un Mesáis reformista, violento, con el hacha preparada para cortar al malvado y quemarlo en el fuego.

La curación de la fiebre/fuego significa le intento de Jesús de liberar a los suyos/casa de esta concepción que les impedía el verdadero seguimiento. En los versículos siguientes, vv.18-34, Jesús aparece en el otro lado, tierra pagana. Es preciso preparar a los discípulos para la siguiente misión, más allá de su mentalidad nacionalista que margina.

16Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; Él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos 17para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.
Es un sumario. Aparece una mezcla de endemoniados, espíritus inmundos y enfermos. Estas expresiones son una forma de hablar (¡el evangelista Juan no nombra en su evangelio ningún caso de curación de estas situaciones!). Los sinópticos utilizan estas imágenes para expresar las ideologías o mentalidades alienantes y despersonalizadoras del ser humano. Imágenes propias de su contexto cultural. Los endemoniados y espíritus inmundos se refieren a las doctrinas e ideologías contrarias a Dios, a su Espíritu, que manipulan al ser humano.

Acaba el relato con una cita de cumplimiento. Para Mateo es importante hacer ver que todo esto responde al plan de Dios anunciado por el profeta.
El texto habla del siervo de Yahvé, pero Mateo selecciona aquella parte que le interesa. Habla de nuestras flaquezas y nuestras enfermedades. El señorío de Cristo manifestado en estos primeros signos no le pareció a Mateo que se adecuase bien con el tema del sufrimiento. Así aparece el sentido que Mateo quiere dar a las curaciones: son expresión de la salvación integral que efectuará Jesús.



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