VIERNES
24 DE JUNIO, SOLEMNIDAD, NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA
Lucas
1,57-66.80
57 A
Isabel se le cumplió el tiempo de dar a luz y tuvo un hijo.
58 Sus
vecinos y parientes se enteraron de lo bueno que había sido el Señor con ella y
compartían su alegría.
59 A
los ocho días fueron a circuncidar al niño y empezaron a llamarlo Zacarías, por
el nombre de su padre.
60 Pero
la madre intervino diciendo: -¡No!, se va a llamar Juan.
61 Le
replicaron: -Ninguno de tus parientes se llama así.
62 Y
por señas le preguntaban al padre cómo quería que se llamase.
63 Él
pidió una tablilla y escribió: “Su nombre es Juan”, y todos se quedaron
sorprendidos.
64 En
el acto se le soltó la lengua y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
65 Toda
la vecindad quedó sobrecogida; corrió la noticia de estos hechos por toda la
sierra de Judea 66 y todos los que los oían los conservaban en la
memoria, preguntándose: -¿Qué irá a ser este niño? Porque la fuerza del Señor
lo acompañaba.
1, 80
El niño crecía y su personalidad se afianzaba; y estuvo en el desierto hasta el
momento de presentarse a Israel.
COMENTARIO
Es conclusión del relato anterior. Se menciona por última
vez a Isabel, coincidiendo con el nacimiento de Juan. Las conclusiones de lo
anterior son introducciones de lo que sigue. Es la manera que tenía los
antiguos de dividir las partes o escenas del texto, unirlas unas con otras.
Ahora lo que se nos narra es el
-
Nacimiento de Juan (vv. 57-58); la circuncisión
(vv.59-66) y la manifestación (v. 80).
En paralelo, en el capítulo 2, se narran los mismos pasos
en Jesús:
-
Nacimiento de Jesús (2,1-20); circuncisión (2,21);
manifestación al pueblo (2,22-40)
En el primer caso, Zacarías entona un himno; en el caso de
Jesús, Simeón; Zacarías está acompañado por Isabel; Simeón por Ana.
57 A
Isabel se le cumplió el tiempo de dar a luz y tuvo un hijo.
58 Sus
vecinos y parientes se enteraron de lo bueno que había sido el Señor con ella y
compartían su alegría.
El nacimiento de Juan está narrado de forma breve y
resumida. Es lo más normal del mundo. A las mujeres cuando se les cumple el
tiempo de gestación, dan a luz. Aunque aquí la expresión se
cumpliese el tiempo no solo hace referencia a la gestación sino también al
"cumplimiento de la promesa".
Pero en contraste con esta normalidad y anonimato, se
entera todo el mundo: vecinos, parientes y toda la montaña de Judea, es
decir, toda Judea, todo el pueblo.
¿Por qué tanto alboroto? ¿Se debe a que una mujer, ya mayor, ha parido? No,
sino a lo que Isabel simboliza. Por fin,
la institución, simbolizada en Zacarías e Isabel, la religión de Judea tanto
tiempo estéril, ha concebido y ha dado a luz a un profeta. Por esto, el
nacimiento de Juan viene descrito en claro paralelismo con el de Isaac (Gn 21,
1-17). Como Isaac es hijo de un matrimonio anciano, de madre estéril, y su
nacimiento será motivo de alegría para todo el que lo oiga y era fruto de la
primera alianza del que vendrá Jacob, de quien nacen las 12 tribus. Ahora Juan
es el fruto de la alianza definitiva, que nos presentará a Jesús, de quien nace el nuevo pueblo (12
discípulos).
59 A
los ocho días fueron a circuncidar al niño y empezaron a llamarlo Zacarías, por
el nombre de su padre.60 Pero la madre intervino diciendo: -¡No!, se
va a llamar Juan.61 Le replicaron: -Ninguno de tus parientes se
llama así.
Entre el nacimiento de Juan y el de Jesús hay continuidad,
pero también hay ruptura. Empezaron a
llamarle Zacarías como a su padre, pero la madre intervino: No se le
llamará "recuerdo"/Zacarías, la promesa no es un recuerdo, la promesa
se ha hecho realidad, Dios ha tenido misericordia, luego se tiene que llamar Yohanan,” Dios es misericordioso”.
62 Y
por señas le preguntaban al padre cómo quería que se llamase.63 Él
pidió una tablilla y escribió: “Su nombre es Juan”, y todos se quedaron
sorprendidos.64 En el acto se le soltó la lengua y empezó a hablar
bendiciendo a Dios.
Preguntan al padre
y cuando el padre escribe en la tablilla
el nombre (dar el nombre nuevo equivale a aceptar y reconocer el proyecto de
Dios), recupera el oído y la voz.
Lo de Zacarías, no era un castigo físico. Es un símbolo,
el que es incrédulo y se opone al proyecto de Dios, es un sordo y, en
consecuencia, un mudo. Cuando aceptas, se te abre el oído y se puede hablar
porque se está en sintonía con Dios.
65 Toda
la vecindad quedó sobrecogida; corrió la noticia de estos hechos por toda la
sierra de Judea 66 y todos los que los oían los conservaban en la
memoria, preguntándose: -¿Qué irá a ser este niño? Porque la fuerza del Señor
lo acompañaba.
Han sucedido cosas
extraordinarias: cambio de nombre al recién nacido y fin de la sordera y mudez.
¿Qué tiene de extraordinario? Cambiar el nombre paterno significa romper con la
tradición. Y cuando rompemos con lo de siempre, sobrecoge a toda la montaña de
Judea, parientes y vecinos. Recuperar la palabra, abrir el oído, concebir una
nueva vida, por parte de una institución estéril, vieja, con oídos sordos y sin
palabras nuevas, ¡esto sí que es extraordinario! y después de tanto tiempo que
la voz de Dios no se oía porque no había profetas.... Y cuando viene el
profeta, cuando apenas puede habar, ya comienza la novedad y las rupturas con
lo de antes[1].
La gente se preguntaba, ¿Que será de este niño? El siguiente
himno llamado "Benedictus" (en latín "Bendito sea el
Señor...") nos dará la respuesta.
Lucas había empezado el relato
de Juan presentando a cierto sacerdote,
en representación de la casta sacerdotal judía, envejecido por su contacto con
los ritos sin contenido que observaba en sus más mínimos detalles, sin dar
crédito a la posibilidad de cambio y de ruptura. Ahora, una vez que Zacarías ha
tomado conciencia de su condición de padre
del niño, respetando que los planes de Dios sobre él no coincidían con los de
su estirpe se llamará Juan, se llena
de Espíritu Santo y se pone a profetizar sobre el futuro del niño. Este cambio
tan radical ha sido posible gracias al hecho de no encontrarse ya en el templo,
sino en su casa; de no actuar como sacerdote, sino como padre. Cuando Zacarías
se despoja de su rango que le aleja del contacto con la vida y, en
consecuencia, está cada vez más viejo y más estéril, cuando se despoja de eso,
y en un proceso de silencio va madurando, es cuando, sin dejar de ser un sacerdote, nace como padre que da
vida y puede cantar.
El cántico de Zacarías, a la
inversa del de María (cuyo centro está en el cambio de valores, en la novedad
radical que trae Dios: los valores entre familia son la entrega total desde un
servicio humilde; el Magníficat nos narra el cambio de valores que nos trae
otro niño, Jesús, fruto de que al cambiar las relaciones cambian los valores),
empieza con la promesa de salvación predicha por los profetas y la alianza que
Dios juró a Abrahán y de cómo en el camino salvador de Israel, ha nacido, por
fin, el precursor que anuncia todos los cambios que traerá el Mesías.
1, 80El
niño crecía y su personalidad se afianzaba; y estuvo en el desierto hasta el
momento de presentarse a Israel.
El relato sobre Juan acaba con este colofón o sumario
donde se resume su infancia y vida solitaria hasta su manifestación. La ruptura
de Juan, no sólo se ha manifestado con el cambio de nombre, sino también en el
cambio de modo y lugar de vida: vive en el desierto, y no en la ciudad como sus
padres. Se queda en el desierto y allí aparecerá en el capítulo 3, cuando
pasado el nacimiento, circuncisión, manifestación y vida oculta de Jesús, se
encuentre con Jesús.
[1] “En los ambientes religiosos, está siempre en vigor
la norma del “siempre se ha hecho así”. Las novedades son vistas con sospecha,
se teme que atenten contra la propia seguridad. Las personas religiosas llaman
fe a lo que es solo el propio deseo de seguridad; entonces, si en un ambiente
religioso se propone algo nuevo, un nuevo modo de expresarse en la oración,
otra forma de vivir la fe, probablemente la gente preguntará con fastidio por
qué es necesario innovar. “Siempre se ha hecho así, tantas personas se han
santificado en el pasado”…, todas las novedades son vistas con sospecha. Esta
es la reacción de los parientes y vecinos de Isabel: ¿por qué? Siempre se ha
hecho así: siempre el hijo lleva el nombre del padre. ¿A qué viene esta
novedad?”. Magg.i, o.c., p. 39
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