domingo, 26 de junio de 2016

SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO
JUEVES

30 DE JUNIO

Mateo 9,1-8
9 1Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. 2En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados. 3Algunos de los escribas se dijeron: Este blasfema. 4 Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados o decir: Levántate y echa a andar? 6Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al paralítico—: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa. 7 Se puso en pie y se fue a su casa. 8Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

COMENTARIO
Invitado Jesús a retirarse (Mt 8,34), sube a la barca y pasa a la otra orilla sin ningún tipo de oleaje, vientos o tempestades (Unos están encantados de que se vaya, los discípulos encantados de irse y de volver a su orilla... Hay cierta parálisis que es preciso curar... por eso ahora lo que aparece es la curación de un paralítico).
Un paralítico es un ser humano postrado, incapaz para la actividad.
Al paralítico se lo llevan unos personajes sin nombre que tiene fe y Jesús viendo esa fe cura al paralítico. Hay una aparente incoherencia: mientras que Jesús ve la fe de ellos, luego resulta que dirige sus palabras única y exclusivamente al paralítico.
Dado que es la fe en Jesús la que obtiene la liberación del pasado que paraliza, esto significa que la figura del paralítico incluye a los portadores.
La figura del paralítico representa a los discípulos:
-          Han cruzado al otro lado pero no han actuado.
-          Han visto la actuación de Jesús en el lago y con los gadarenos y su poca fe han ido creciendo.
-          Representa a los seres humanos en una doble vertiente:
o   Estado de postración y deseo de plenitud/salvación.
o   Portador y paralítico son dos cosas de una única realidad. Viendo la incoherencia de que Jesús viendo la fe unos (portadores), luego solo se dirige a otro/paralítico es una incoherencia aparente, ya que unos/portadores y otro /paralítico son las dos caras dela realidad.

Jesús exhorta a confiar: Ánimo, hijo. Es la misma expresión de 9,22 al dirigirse a la hemorroisa. A continuación descubrimos que la parálisis que viene a curar es la de los pecados. Solo la liberación del pecado es lo que le quita al ser humano sus reales parálisis. El acento no está puesto en lo físico. Jesús no se fija ni cura las piernas físicas, se fija y cura la parálisis que mantiene postrado al hombre: los pecados. ¿Qué significan? Es el pasado pecador del hombre antes de su encuentro con Jesús. La fe en Jesús y su adhesión a Él y a su mensaje cancela el pasado pecador del hombre. Y no solo lo cancela, sino que es un nuevo comienzo caracterizado por la libertad de movimiento.

3Algunos de los escribas se dijeron: Este blasfema.
En esto aparecen los de siempre, los escribas, con la mentalidad de siempre apoyada en la tradición: solo Dios puede perdonar. Este es un blasfemo que se atribuye poderes divinos. La doctrina sobre la transcendencia de Dios había llevado a tal abismo de separación entre Dios y los hombres que resultaba imposible concebir que el hombre pudiese tener condición divina. Jesús aparece como el Dios hecho hombre que nos libera de estas ideas que paralizan el ser humano y le impiden progresar. 

4Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados o decir: Levántate y echa a andar? 6Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al paralítico—: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa. 7 Se puso en pie. y se fue a su casa. 8Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Jesús les responde con severidad, ¿por qué pensáis mal en vuestros corazones? Jesús viene para curar nuestro pensar mal del que se deriva después nuestra parálisis. Ha venido para venir a curar el interior, el corazón antes que lo exterior. El Dios de Jesús es el que rehabilita interiormente, para lo otro están los hospitales...
Jesús ocupa el centro de la escena. Solo Él habla en todo el relato: tus pecados son perdonados y poder para perdonar, levántate... Con sola su palabra cura al paralítico. La curación significa el paso de la muerte a la vida (levántate, verbo aplicado a la resurrección en Mt 27,63.64; 28,6.7). El hombre, muerto por sus pecados, no solamente es liberado de ellos, sino que empieza a vivir. La fuerza del argumento propuesto por Jesús, para que veáis, está en esto: la vida y libertad que Él comunica al hombre prueban que la persona ya no depende de su pasado, perdonar los pecados, sino que es dueño de lo que antes lo tenía atado, carga con tu camilla.


Los presentes son la gente, alusión a las que lo siguieron después del discurso en la montaña (Mt 8,1). Su reacción es de temor y, al mismo tiempo, de alegría. Alaban a Dios por haber concedido tal autoridad a los hombres. Esta última expresión, en paralelo con el Hijo del hombre, muestra que “el Hijo del hombre” es una condición que puede extenderse a otros. El destino del Hijo del hombre será el de sus discípulos, su autoridad será comunicada a los suyos (18,18).

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