JUEVES
30 DE JUNIO
Mateo 9,1-8
9 1Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra
orilla y fue a su ciudad. 2En esto le presentaron un paralítico,
acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Ánimo,
hijo!, tus pecados te son perdonados. 3Algunos de los escribas se
dijeron: Este blasfema. 4 Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil,
decir: Tus pecados te son perdonados o decir: Levántate y echa a andar? 6Pues,
para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar
pecados —entonces dice al paralítico—: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a
tu casa. 7 Se puso en pie y se fue a su casa. 8Al ver
esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal
potestad.
COMENTARIO
Invitado Jesús a retirarse (Mt 8,34), sube a la barca
y pasa a la otra orilla sin ningún tipo de oleaje, vientos o tempestades (Unos
están encantados de que se vaya, los discípulos encantados de irse y de volver
a su orilla... Hay cierta parálisis que es preciso curar... por eso ahora lo
que aparece es la curación de un paralítico).
Un paralítico es un ser humano postrado, incapaz para
la actividad.
Al paralítico se lo llevan unos personajes sin nombre
que tiene fe y Jesús viendo esa fe cura al paralítico. Hay una aparente
incoherencia: mientras que Jesús ve la fe de ellos, luego resulta que dirige
sus palabras única y exclusivamente al paralítico.
Dado que es la fe en Jesús la que obtiene la
liberación del pasado que paraliza, esto significa que la figura del paralítico
incluye a los portadores.
La figura del paralítico representa a los discípulos:
-
Han cruzado al
otro lado pero no han actuado.
-
Han visto la
actuación de Jesús en el lago y con los gadarenos y su poca fe han ido creciendo.
-
Representa a los
seres humanos en una doble vertiente:
o Estado de postración y deseo de plenitud/salvación.
o
Portador y
paralítico son dos cosas de una única realidad. Viendo la incoherencia de que
Jesús viendo la fe unos (portadores), luego solo se dirige a otro/paralítico es
una incoherencia aparente, ya que unos/portadores y otro /paralítico son las
dos caras dela realidad.
Jesús exhorta a confiar: Ánimo, hijo. Es la misma expresión de 9,22 al dirigirse a la
hemorroisa. A continuación descubrimos que la parálisis que viene a curar es la
de los pecados. Solo la liberación del pecado es lo que le quita al ser humano
sus reales parálisis. El acento no está puesto en lo físico. Jesús no se fija
ni cura las piernas físicas, se fija y cura la parálisis que mantiene postrado
al hombre: los pecados. ¿Qué significan? Es el pasado pecador del hombre antes
de su encuentro con Jesús. La fe en Jesús y su adhesión a Él y a su mensaje
cancela el pasado pecador del hombre. Y no solo lo cancela, sino que es un
nuevo comienzo caracterizado por la libertad de movimiento.
3Algunos de los escribas se dijeron: Este blasfema.
En esto aparecen los de siempre, los escribas, con la mentalidad de siempre apoyada en la tradición:
solo Dios puede perdonar. Este es un
blasfemo que se atribuye poderes divinos. La doctrina sobre la transcendencia
de Dios había llevado a tal abismo de separación entre Dios y los hombres que
resultaba imposible concebir que el hombre pudiese tener condición divina.
Jesús aparece como el Dios hecho hombre que nos libera de estas ideas que
paralizan el ser humano y le impiden progresar.
4Jesús,
sabiendo lo que pensaban, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
5¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados o decir:
Levántate y echa a andar? 6Pues, para que veáis que el Hijo del
hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al
paralítico—: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa. 7 Se
puso en pie. y se fue a su casa. 8Al ver esto, la gente quedó sobrecogida
y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Jesús les responde con severidad, ¿por qué pensáis mal en vuestros corazones? Jesús viene para curar
nuestro pensar mal del que se deriva
después nuestra parálisis. Ha venido para venir a curar el interior, el corazón
antes que lo exterior. El Dios de Jesús es el que rehabilita interiormente,
para lo otro están los hospitales...
Jesús ocupa el centro de la escena. Solo Él habla en
todo el relato: tus pecados son
perdonados y poder para perdonar, levántate... Con sola su palabra cura al
paralítico. La curación significa el paso de la muerte a la vida (levántate, verbo aplicado a la
resurrección en Mt 27,63.64; 28,6.7). El hombre, muerto por sus pecados, no
solamente es liberado de ellos, sino que empieza a vivir. La fuerza del
argumento propuesto por Jesús, para que
veáis, está en esto: la vida y libertad que Él comunica al hombre prueban
que la persona ya no depende de su pasado, perdonar
los pecados, sino que es dueño de lo que antes lo tenía atado, carga con tu camilla.
Los
presentes son la gente, alusión a las
que lo siguieron después del discurso en la montaña (Mt 8,1). Su reacción es de
temor y, al mismo tiempo, de alegría. Alaban a Dios por haber concedido tal
autoridad a los hombres. Esta última
expresión, en paralelo con el Hijo del
hombre, muestra que “el Hijo del hombre” es una condición que puede
extenderse a otros. El destino del Hijo del hombre será el de sus discípulos,
su autoridad será comunicada a los suyos (18,18).
No hay comentarios:
Publicar un comentario