VIERNES
1 DE JULIO
Mateo 9,9-13
9Al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado
al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme. Él se levantó y lo siguió.
10Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos
publícanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus
discípulos. 11Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
¿Cómo es que vuestro maestro come con publícanos y pecadores?
12Jesús lo oyó y dijo: No tienen necesidad de médico los
sanos, sino los enfermos. 13Andad, aprended lo que significa
Misericordia quiero y no sacrificios: que no he venido a llamar a justos sino a
pecadores.
COMENTARIO
9Al pasar vio
Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le
dijo: Sígueme. Él se levantó y lo siguió.
Es
un relato que es modelo de toda vocación, en la que todos nos podemos ver
reflejados. El evangelista va a lo esencial y solo le interesa el resultado
final.
¿Cuáles
son los componentes de toda llamada?
·
Primero, una
mirada, vio. Todas las llamadas de
Dios comienzan con una mirada (en el Éxodo Dios miro el sufrimiento de su
pueblo, vio la esclavitud... En Ezequiel (16), estabas tirado en el suelo, pase yo, te vi y te dije: vive...). El
ser humano lo único que tiene que hacer es no esconderse de la mirada de Dios,
como Adán, Jonás...
Los
discípulos aparecen sentados: Mateo, en el mostrador, enredado en monedas y
papeles; otros, sentados repasando las redes; otros, postrado en su camilla...
Todos, esperando una mirada que les ponga en movimiento.
·
Segundo, una palabra. Después de la mirada de
Dios viene la palabra creadora. La iniciativa sigue siendo de Él. Llamada y
mirada son un don. La persona responde porque antes Dios ha bordeado el mar, el
mostrador de la vida, ha mirado, se ha fijado en la persona y le ha llamado.
Estos
son los elementos de la llamada.
¿Cuáles
son los componentes de la respuesta?
·
Fe. El
discípulo no pide explicaciones, se
levanta. La característica de una respuesta es la fe en el que llama. Las
exigencias, explicaciones, etc., son secundarias.
·
Desprendimiento,
dejar el mostrador, el barco, las redes... Todo el que está en camino, como
Jesús, está en continuo desprendimiento. La vida no es pararse y acaparar, sino
levantarse y desprenderse de personas y cosas. El misterio de la vida es seguir
al que da el ser, no quedarse fijo y anclado en el tener. La vida es camino y
el camino no es posible hacerlo con un barco o un montón de redes a la
espalada.
·
Seguimiento, lo siguió. El acento de la vocación no
está en dejar, sino en seguir, lo siguió. Discípulo es el que
se ha encontrado con alguien y vive con Él, como Él. No basta solo con
abandonar algo o aprenderse algo. Lo propio del discípulo es seguir y vivir.
10Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos
publícanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus
discípulos.
11Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
¿Cómo es que vuestro maestro come con publícanos y pecadores?
12Jesús lo oyó y dijo: No tienen necesidad de médico los
sanos, sino los enfermos. 13Andad, aprended lo que significa:
“Misericordia quiero y no sacrificios”, que no he venido a llamar a justos sino
a pecadores.
En
su papel de oposición continua, aparecen los fariseos. Los que profesaban la
observancia estricta de la Ley, se guardaban escrupulosamente del trato y del
contacto con las personas impuras (pecadores).
Se
dirigen a los discípulos y les piden explicaciones sobre la conducta de su
maestro.
Jesús
mismo responde con una frase especial sobre los que necesitan de médico.
Denuncia la falta de conocimiento de la Escritura que muestran los fariseos,
que no comprenden el texto de Os 6,6. Dios requiere el amor al hombre antes que
su propio culto.
Esta
manera de interpretar la vida, por parte de Jesús, invierte las categorías de
los fariseos, que resumían su fidelidad a Dios en el cumplimiento exacto de
todas las prescripciones de la Ley, pero condenaban severamente a los que no
las cumplían.
La
frase final de Jesús tiene un sentido irónico. Los justos, que no van a ser llamados por Él, son los que creen que
no necesitan salvación. El verbo llamar/invitar
ha sido usado por Mateo para designar el llamamiento de Santiago y Juan,
que no pertenecían a la categoría de los
pecadores/abandonados.
Pecadores, por tanto, tiene un sentido amplio. Son aquellos que
no están conformes con la situación en que viven, que desean una salvación. Los justos, por oposición, son los que
están satisfechos de sí mismos y no quieren salir del estado en que viven.
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