SÁBADO
2 DE JULIO
Mateo 9,14-17
14Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús,
preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio,
tus discípulos no ayunan?
15Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar luto los amigos
del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les
arrebatarán al esposo y entonces ayunarán.
16Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto
pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. 17Tampoco
se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el
vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las
dos cosas se conservan.
COMENTARIO
14Los
discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: ¿Por qué nosotros y
los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?
Esta
escena tiene lugar en un banquete en “casa de Jesús” en el que están Jesús y
sus discípulos, además de pecadores y publicanos. Este banquete simboliza la
nueva comunidad, el banquete del Reino y a él se oponen los fariseos (Mt
9,11-13) y los discípulos de Juan (Mt 9,14-17).
15Jesús les dijo: ¿Es qué pueden guardar luto los amigos
del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les
arrebatarán al esposo y entonces ayunarán.
Jesús
habla de invitados a una boda y de novio como señales o signos que se
trata de banquete mesiánico. A esta nueva alianza se oponen los fariseos, los
de dentro de la casa, el judaísmo, y los discípulos de Juan, porque ni siquiera
tendría que haber banquete/alianza, lo suyo es ayunar, viven como si el novio
no hubiese llegado. Al final fariseos y algunos discípulos de Juan van a
coincidir “escandalizados” por el comportamiento de Jesús. Estos discípulos de Juan
(no deberían serlo porque tendrían que ser de Jesús) acaban cuestionando la
alianza y el banquete mismo. Para ellos habría que estar de ayuno siempre. Jesús,
para ellos es como si no hubiera llegado, de hecho no ha llegado porque todavía
siguen con el precursor, al que han traicionado. Juan no buscaba seguidores ni
fundar nada.
Jesús
resitúa las cosas en sus justos términos: “con mi llegada, con la llegada del
esposo que Juan reconoció, no soy digno
de desatarle las sandalias, ha comenzado el banquete de bodas, la nueva
alianza”. Ayunar en un banquete de bodas no tienen sentido. Si los fariseos y
los discípulos de Juan ayunan es porque no han reconocido a Jesús como el
esposo/Mesías de la Nueva alianza. Su ayuno es señal del rechazo a Jesús. Es
como si el novio no hubiese venido… pero Jesús siempre está con nosotros, el no
rechaza a nadie. Siempre tienen un puesto en la mesa para nosotros.
Solo
ayunarán cuando se llevan al novio, en alusión a la pasión y muerte. Pero una
vez resucitado, su presencia sigue siendo continua. En este sentido el ayuno
está prohibido y es un contrasentido practicarlo.
Los
discípulos de Juan quieren meter una novedad radical, que no entienden y en la
que no participan, en los moldes viejos de siempre y en las formas de antes de
las que todavía no han salido. Por eso dirá a continuación Jesús (no recogido
en el evangelio de hoy) que vino nuevo, odres nuevos. Unas cosas y otra son
incompatibles, la unión de ambos será la ruina de ambos.
16Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto
pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. 17Tampoco
se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el
vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las
dos cosas se conservan.
La
pregunta de los discípulos de Juan mostraba su extrañeza y escándalo porque
Jesús no imponía a sus discípulos la disciplina ascética tradicional. Jesús les
explica ahora la razón usando dos comparaciones, la de la pieza de paño nuevo
en un vestido viejo y la de los odres y el vino. Lo viejo y lo nuevo son incompatibles; todo compromiso lleva al
fracaso y a la ruina de ambos. Con su presencia comienza una época de novedad
radical.
Jesús
llama al Reino de Dios a los pecadores,
término que incluye a los paganos en la futura realización del Reino. Jesús
afirma que en la comunidad mesiánica, Mesías/Esposo,
no se va a imponer a sus discípulos la praxis religiosa judía. Las antiguas
instituciones y prácticas, que pertenecen a la tradición cultural de un pueblo,
no pueden adaptarse en absoluto a la universalidad de la comunidad mesiánica. Lo
mismo que para entrar en el Reino la única condición es la adhesión a Jesús,
así lo es también para pertenecer a Él.
Jesús
libera a los futuros discípulos procedentes del paganismo de toda dependencia
de la cultura judía. El antiguo Israel ha pasado, y sus instituciones con él.
Es
de notar que Jesús considera el ayuno no como una práctica religiosa, sino como
expresión personal de tristeza. Es un hecho lo que puede llevar a los
discípulos a ayunar: la ausencia del Esposo, que tendrá lugar en su pasión y
muerte. Una vez resucitado, su presencia será continua (Mt 28,20). El ayuno no
tiene relación con Dios: como las lágrimas, es una expresión de la tristeza,
que el hombre practicará cuando tenga motivo para ello.
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