ORACIÓN Y REFLEXIÓN EN EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Terminamos
con la fiesta del Bautismo del Señor
este
tiempo de Navidad
y
comenzamos el tiempo ordinario.
También
quiero comenzar una oración que nos pueda,
cada
domingo, ayudar a penetrar y profundizar en el sentido del evangelio.
Una
oración que sea expresión desde la fe y la psicología, como siempre, o mejor,
desde lo humano, que
es la manifestación de lo divino.
El
texto y el comentario del evangelio están
en la entrada anterior, pero por si acaso, aquí esta:
13 Por
entonces viene Jesús desde Galilea al Jordán y se presenta a Juan para que lo
bautice. 14 Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el
que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?».
15 Jesús
le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia».
Entonces Juan se lo permitió.
16 Apenas
se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu
de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. 17 Y vino una
voz de los cielos que decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».
(Mateo
3,13-17)
Por entonces
viene Jesús desde Galilea al Jordán y se presenta a Juan para que lo bautice…
Señor, te acercaste al Jordán,
te dejaste bautizar por Juan,
bajaste,
descendiste a lo profundo,
a lo íntimo,
a lo débil,
a lo frágil,
a lo vulnerable,
y
esta fue la constante de tu vida
“no hacer alarde de tu categoría de
Dios,
Al contrario se despojó de su rango y
pasó por uno de tantos”.
Así comenzaste en Belén, Señor,
y así terminaste en una cruz.
Siempre te moviste por los bajos
fondos,
por lo que no cuenta,
por lo aparentemente inútil,
fuiste con aquellos que aparentemente
no merecían la pena:
los leprosos, los ciegos,
los cojos, los marginados, los viejos,
las prostitutas,
las mujeres,
los niños.
¡Esta
era tu lógica!
Apenas se
bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos
Se abrió el cielo y ya no se ha vuelto
a cerrar.
se abrió el ser humano para llenarse
de Dios,
se abrió Dios para llenarse de todo lo
humano.
Se abrió lo divino para que todos los
humanos pudiéramos participar de su vida,
para hacer una vida más humana según
el proyecto de Dios.
Y aquí estamos, Señor,
dispuestos a abrirnos
a ti,
a que tú llenes nuestros
vacíos,
nuestras dudas,
nuestros miedos,
todo eso que
queremos comprender y controlar pensando que todo lo podemos.
Aquí estamos,
Señor,
con nuestra heridas abiertas,
con todo eso que no
podemos cambiar,
¡nos gustaría
tanto que las cosas fueran de otro modo!
¡que el otro
fuera como quisiéramos o como debería ser!
Exigimos, necesitamos,
“tenemos que”, “tiene que”, debería-mos…
Y así nos pasamos
la vida:
Sin aceptar
porque lo confundimos con resignación,
nos rebelamos por
que exigimos y nuestras necesidades no se cumplen,
nos quejamos como
niños caprichosos que lo quieren todo, ya,
inmediatamente,
nos convertimos
en víctimas de nosotros mismos,
nos fijamos en lo
que nos falta, a nosotros o a los demás,
etiquetamos,
juzgamos, exageramos… y sufrimos.
Y se
abrieron los cielos
Y siguen
abiertos, para no sentirnos ya solos,
Pues hay una
estrella que nos guía, como a los magos;
una estrella que nos
conduce hacia ti,
una estrella que
siempre nos acompaña, aunque nos perdamos,
una estrella que
nos lleva hasta un niño y su madre, y su madre,
y allí no había
nada de espectacular,
sino la
fragilidad, la debilidad de un niño,
la ternura de una
madre,
el valor de un
padre…
y
vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él…
Pues
la paloma siente atracción por el nido,
como
el Padre siente atracción por su hijo amado,
como
el Padre siente atracción por sus hijos,
por
ti, por mí,
por
todos.
¿Qué
es eso de “abandonado de la mano de Dios”?
Nadie
vive abandonado por Dios,
como
nadie vivió abandonado de la mano de Jesús.
Todos
somos nidos donde el Espíritu de Jesús quiere habitar,
posarse,
hospedarse, descansar, alojarse…
para
fecundarnos y darnos vida.
Este
es mi Hijo amado…
Necesitabas Jesús
escuchar estas palabras,
esta declaración
de amor,
este manifestó de
amor incondicional.
¡Cómo todos lo necesitamos!
¿Nos habremos dado
cuenta de lo que celebramos mañana, hoy cada día?
Somos hijos e
hijas amados.
Esta es nuestra
verdad fundamental: SOMOS AMADOS.
Cuando esto no aparece
claro, Señor, entonces surge
En nuestro
interior el menosprecio,
la infravaloración,
la culpa malsana…
Aparece que las
cosas son horribles,
tremendas, “lo
peor que nos podía pasar” ,
la insensatez de la
pregunta: ¿“porque a mí, porque a nosotros, porque a él”?
Cuando nos
alejamos de la zona de hijos amados,
Cuando nos apartamos de nuestra verdad,
Nos trasladamos a
la zona de la ignorancia, del error, de la mentira,
de las tinieblas…
Señor, larga ha
salido la oración,
pero me quedo con
la sensación que ahora comenzaba lo más importante… sentirnos amados, somos
amados, “el amado”.
Vuelve a
repetirse el dicho: “la fe son 24 horas de dudas y un minuto de esperanza”. Pues
yo me he quedado con el minuto de duda… Gracias Señor.
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