sábado, 7 de enero de 2017

ORACIÓN Y REFLEXIÓN EN EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Terminamos con la fiesta del Bautismo del Señor
este tiempo de Navidad
y comenzamos el tiempo ordinario.
También quiero comenzar una oración que nos pueda,
cada domingo, ayudar a penetrar y profundizar en el sentido del evangelio.

Una oración que sea expresión desde la fe y la psicología, como siempre, o mejor, desde lo humano, que es la manifestación de lo divino.

El texto y el comentario  del evangelio están en la entrada anterior, pero  por  si acaso, aquí esta: 
13 Por entonces viene Jesús desde Galilea al Jordán y se presenta a Juan para que lo bautice. 14 Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?».
15 Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia».
Entonces Juan se lo permitió.
16 Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. 17 Y vino una voz de los cielos que decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».
(Mateo 3,13-17)

Por entonces viene Jesús desde Galilea al Jordán y se presenta a Juan para que lo bautice…
Señor, te acercaste al Jordán,
te dejaste bautizar por  Juan,
bajaste,
descendiste a lo profundo,
a lo íntimo,
a lo débil,
a lo frágil,
a lo vulnerable,
y esta fue la constante de tu vida                      
“no hacer alarde de tu categoría de Dios,
Al contrario se despojó de su rango y pasó por uno de tantos”.
Así comenzaste en Belén, Señor,
y así terminaste en una cruz.
Siempre te moviste por los bajos fondos,
por lo que no cuenta,
por lo aparentemente inútil,
fuiste con aquellos que aparentemente no merecían la pena:
los leprosos, los ciegos,
los cojos, los marginados, los viejos,
las prostitutas,
las mujeres,
los niños.  
¡Esta era tu lógica!

Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos
Se abrió el cielo y ya no se ha vuelto a cerrar.
se abrió el ser humano para llenarse de Dios,
se abrió Dios para llenarse de todo lo humano.  
Se abrió lo divino para que todos los humanos pudiéramos participar de su vida,
para hacer una vida más humana según el proyecto de Dios.
Y aquí estamos, Señor,
dispuestos a abrirnos a ti,
a que tú llenes nuestros vacíos,
nuestras dudas,
nuestros miedos,
todo eso que queremos comprender y controlar pensando que todo lo podemos.

Aquí estamos, Señor,
con  nuestra heridas abiertas,
con todo eso que no podemos cambiar,
¡nos gustaría tanto que las cosas fueran de otro modo!
¡que el otro fuera como quisiéramos o como debería ser!
Exigimos, necesitamos, “tenemos que”, “tiene que”, debería-mos…
Y así nos pasamos la vida:
Sin aceptar porque lo confundimos con resignación,
nos rebelamos por que exigimos y nuestras necesidades no se cumplen,
nos quejamos como niños caprichosos que lo quieren todo, ya,
inmediatamente,
nos convertimos en víctimas de nosotros mismos,
nos fijamos en lo que nos falta, a nosotros o a los demás,
etiquetamos, juzgamos, exageramos… y sufrimos.

Y se abrieron los cielos
Y siguen abiertos, para no sentirnos ya solos,
Pues hay una estrella que nos guía, como a los magos;
una estrella que nos conduce hacia ti,
una estrella que siempre nos acompaña, aunque nos perdamos,
una estrella que nos lleva hasta un niño y su madre, y su madre,
y allí no había nada de espectacular,
sino la fragilidad, la debilidad de un niño,
la ternura de una madre,
el valor de un padre…

y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él…
Pues la paloma siente atracción por el nido,
como el Padre siente atracción por su hijo amado,
como el Padre siente atracción por sus hijos,
por ti, por mí,
por todos.
¿Qué es eso de “abandonado de la mano de Dios”?
Nadie vive abandonado por Dios,
como nadie vivió abandonado de la mano de Jesús.
Todos somos nidos donde el Espíritu de Jesús quiere habitar,
posarse, hospedarse, descansar, alojarse…
para fecundarnos y darnos vida.  

Este es mi Hijo amado…
Necesitabas Jesús escuchar estas palabras,
esta declaración de amor,
este manifestó de amor incondicional.
¡Cómo todos lo necesitamos!
¿Nos habremos dado cuenta de lo que celebramos mañana, hoy cada día?
Somos hijos e hijas amados.
Esta es nuestra verdad fundamental: SOMOS AMADOS.

Cuando esto no aparece claro, Señor, entonces surge
En nuestro interior el menosprecio,
la infravaloración,
la culpa malsana…
Aparece que las cosas son horribles,
tremendas, “lo peor que nos podía pasar” ,
la insensatez de la pregunta: ¿“porque a mí, porque a nosotros, porque a él”?
Cuando nos alejamos de la zona de hijos amados,
Cuando nos apartamos de nuestra verdad,
Nos trasladamos a la zona de la ignorancia, del error, de la mentira,
de las tinieblas…

Señor, larga ha salido la oración,
pero me quedo con la sensación que ahora comenzaba lo más importante… sentirnos amados, somos amados, “el amado”.

Vuelve a repetirse el dicho: “la fe son 24 horas de dudas y un minuto de esperanza”. Pues yo me he quedado con el minuto de duda… Gracias Señor. 

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