MARTES, 10 DE ENERO
Marcos 1,21-28
21Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en
la sinagoga a enseñar; 22estaban asombrados de su enseñanza, porque
les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
23Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía
un espíritu inmundo y se puso a gritar: 24 ¿Qué tenemos que ver
nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién
eres: el Santo de Dios.
25Jesús lo increpó: Cállate y sal de él.
26El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando
un grito muy fuerte, salió de él. 27Todos se preguntaron
estupefactos: ¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso
manda a los espíritus inmundos y lo obedecen. 28Su fama se extendió
enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Después
de la llamada de los primeros discípulos, junto al lago de Galilea (Mc 1,16-20)
el evangelista Marcos nos relata el encuentro de Jesús con un hombre que tenía
un espíritu inmundo. Estaba en la sinagoga, en Cafarnaún, era sábado.
Como
en el episodio anterior de Lucas, hay que tener en cuenta los detalles. La
sinagoga es el lugar de reunión de los judíos, es el judaísmo oficial. Era
sábado, día de fiesta de los judíos que en tiempos de Jesús había perdido su
sentido de recuerdo del descanso de Dios al terminar la creación del mundo. El
día que había nacido como un día de fiesta, agradeciendo al Dios creador de la
vida, se había convertido en un día sometido a las más estrictas leyes. Era el
mandamiento supremo de la ley. En vez de ser expresión de vida y libertad se
había convertido en expresión de sometimiento.
COMENTARIO
21Y entran en Cafarnaún
y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a enseñar; 22estaban
asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los
escribas.
Jesús
recorre los pueblos de Galilea anunciando, en los centros de reunión y en las
fiestas judías, la Buena Noticia, la nueva manera de concebir e interpretar las
relaciones. Para lo cual se requiere la conversión, el cambio de mentalidad. El
relato es un ejemplo claro de las resistencias a dicho cambio, anunciado y
encarnado por Jesús.
Jesús
enseña y la gente se queda admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Los escribas eran los que se dedicaban al
estudio e interpretación de la Ley/Escritura. Eran muy rigurosos en el
cumplimiento de la ley, hasta el mínimo detalle. Aquella ley, que había nacido
como expresión de la voluntad de Dios para guiar al pueblo hacia la libertad, se había convertido en una pesada carga que originaba
la marginación y la exclusión de los que faltaban o atentaban contra ella. Su
autoridad se basaba en ser los únicos intérpretes autorizados de dicha ley. Su
enseñanza tenía la misma autoridad divina que la Ley.
Les enseñaba con autoridad. Jesús no es un loro repetitivo de las leyes que hay
que cumplir o dejar de hacerlo. Habla con la fuerza y convicción de quien se
siente ungido por el Espíritu. A
Jesús sí le reconocen que habla en nombre de Dios, su enseñanza es reconocida
como autoridad divina. Lo cual comporta que Jesús desautorice a los intérpretes
oficiales de dicha ley.
La
autoridad de Jesús proviene de una experiencia, no solo de un deber externo, de
un convencimiento, de una experiencia transformadora. Su enseñanza es su estilo
de vida, sus palabras son su ejemplo.
23Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía
un espíritu inmundo y se puso a gritar:
Justamente
en uno de los lugares más significativos de la enseñanza judía, aparece un
hombre con un espíritu inmundo. Este
hombre poseído va a representar a la
misma institución, a la sinagoga en sí misma. El mensaje del evangelista es que
los que participan en la vida de la sinagoga poseen esa mentalidad inmunda, contraria al Espíritu. El
poseído se encuentra en la su sinagoga, en
la de ellos, en el lugar donde han
escuchado la enseñanza de Jesús.
Había...un hombre, sin nombre. En los Evangelios cuando aparecen estos
episodios están representando a los colectivos marginados, a los grupos de
gente desechada por la institución.
La
mayoría de los enfermos/as que
aparecen en el libro no tiene nombre, como este hombre. Son personajes
representativos de grupos, de gran parte del pueblo de Israel sometido, de
paganos oprimidos, incluso de la humanidad que sufre a causa de su visión e
interpretación de la realidad. Vivir y aceptar la realidad desde el Evangelio
es fuente de salud porque nos sitúa en los fundamentos de esta realidad.
Un
hombre con un espíritu inmundo. Se ha interpretado como endemoniado, e
incluso poseído por el demonio, en el sentido más realista de los términos.
Como sucede en el Evangelio no lo hemos de interpretar en sentido literal, sino
simbólico. Espíritu inmundo es lo
contrario a Espíritu Santo. El
Espíritu de Jesús es lo que conduce al ser humano a la plenitud, a la libertad.
El espíritu inmundo es lo contrario a
lo que hace desarrollarse como persona, lo que le esclaviza. Es la mentalidad
que oprime, basada en el miedo y la culpa, es la causa de la marginación.
24¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno?
¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.
O
también podríamos traducir por ¿Qué
tienes tú contra nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién
eres tú, el consagrado por Dios.
El
endemoniado lo mismo utiliza el nosotros
que el yo: que quieres de nosotros... (Yo) Sé
quién… ¿No es una sola persona la que habla? ¿Por qué habla de nosotros, en plural? Porque este hombre
se identifica con el grupo reunido y se convierte en representante de los que
dirigen y enseñan en las sinagogas, los escribas. Son estos los que ven
amenazados su prestigio y poder, su influencia, por eso ven a Jesús como una
amenaza.
Sé quién eres, dice el hombre. Se identifica con la mentalidad de los
escribas, ha hecho suya su doctrina, los defiende. Sin embargo, lo que dice es
cierto. Jesús es el santo de Dios, el consagrado de Dios. Pero tal afirmación
al provenir de una mentalidad como la de los escribas (centrada en el poder, en
el dominio, en la soberanía), es rechazada por Jesús que va a reaccionar de
manera inmediata.
25Jesús lo increpó: Cállate y sal de él.
Jesús no permite confusión alguna sobre su mesianismo
y la calidad de este. La visión de los escribas y la de Jesús son
irreconciliables, no pueden convivir juntas ambas mentalidades, una excluye a
la otra. Jesús le ordena, cállate y sal
de él.
En
la mentalidad de la época, tanto el Espíritu Santo como el espíritu inmundo, se
conciben como fuerzas o principios activos que proceden del exterior del
hombre, a no ser que la persona acepte su influjo y entonces actúan desde el
interior. Jesús le ordena que salga de él
esa forma de pensar, esa mentalidad que lo tiene enajenado, alocado.
26El espíritu
inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él.
Esta
descripción del evangelista nos revela hasta qué punto este hombre ha
interiorizado la doctrina y mentalidad de los escribas. Ha asimilado la
enseñanza recibida por los entendidos en leyes y la ha hecho suya de tal manera
que domina al ser humano, lo despersonaliza. Es la doctrina de los letrados la
que endemonia, lo hace inmundo, con
su enseñanza. Y esta forma de pensar y de vivir es contraria al proyecto y
Reinado de Dios.
27Todos se
preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con
autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen.
La
gente queda asombrada no por lo que Jesús ha hecho, sino por la novedad de su
enseñanza, con autoridad, una enseñanza
nueva expuesta con autoridad. Los presentes quedan asombrados por lo que
Jesús hace. Pero, ¿no había un solo espíritu inmundo? Sí. La gente ha
comprendido que Jesús, igual que con su palabra ha expulsado uno, puede
expulsar a los demás. Lo que libera es la Palabra de Jesús, no la doctrina de
los letrados. Lo que devuelve la dignidad y saca de la marginación, de la
impureza legal, es la Palabra de Jesús que es nueva, dicha con autoridad,
porque no se basa en el cumplimiento de unas leyes o en el poder, sino en la
entrega y en el servicio.
Jesús
no pretende hacer esclavos cumplidores de leyes, sino seguidores libres de
ideologías y fanatismos. Liberar al ser humano de la ideología que lo domina y
deshumaniza no es algo independiente de la enseñanza de Jesús. Se debe a la
novedad con la que Jesús propone su enseñanza, con autoridad. Es imagen del
Espíritu, de la fuerza de la que Jesús es portador capaz de vencer la oposición
ideológica a su mensaje.
El
mesianismo de Jesús se opone a toda forma de violencia e injusticia que intenta
dominar y destruir la vida de los otros. A estas formas de violencia y dominio
es a lo que se llama poseer un espíritu
inmundo, un espíritu incompatible con el Dios de Jesús. Pensar y vivir
creyendo que Dios y su ley son los causantes de la marginación y de la opresión
es vivir poseído por un espíritu inmundo.
No hay cosa más contraria a Dios. Contra esta mentalidad se revela Jesús.
Enseña a romper las barreras que una sociedad, en nombre de Dios, levanta entre
los humanos.
Queda
de manifiesto que Jesús se opone a toda clase de marginación y revela a un Dios
contrario a toda esclavitud marginal, a un Dios a favor de la vida y de lo que
conduce a su plenitud.
28Su fama se
extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
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