domingo, 26 de marzo de 2017

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V DOMINGO

Juan 11,1-45
Yo soy la Resurrección y la Vida

TEXTO
11 1Había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. 2María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. 3Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo: Señor, al que tú amas está enfermo. 4Jesús, al oírlo, dijo: Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 5Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. 7Solo entonces dijo a sus discípulos: Vamos otra vez a Judea. 8Los discípulos le replicaron: Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí? 9Jesús contestó: ¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10pero si camina de noche, tropieza porque la luz no está en él. 11Dicho esto, añadió: Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo. 12Entonces le dijeron sus discípulos: Señor, si duerme, se salvará. 13Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. 14Entonces Jesús les replicó claramente: Lázaro ha muerto, 15y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a él. 16Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: Vamos también nosotros y muramos con él.

17Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. 18Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; 19y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
20Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. 21Y dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. 22Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
23Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
24Marta respondió: Sé que resucitará en la resurrección en el último día.
25Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; 26y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
27Ella le contestó: Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
28Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: El Maestro está ahí y te llama. 29Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él: 30porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. 31Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí.
32Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
33Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció 34y preguntó: ¿Dónde lo habéis enterrado. Le contestaron: Señor, ven a verlo.
35Jesús se echó a llorar. 36Los judíos comentaban: ¡Cómo lo quería!
37Pero algunos dijeron: Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera? 38Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. 39Dijo Jesús: Quitad la losa. Marta, la hermana del muerto, le dijo: Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días. 40Jesús le replicó: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? 41Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; 42yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado. 43Y dicho esto, gritó con voz potente: Lázaro, sal afuera. 44El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: Desatadlo y dejadlo andar.
45Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 46Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.


3.       COMENTARIO
11 1Había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. 2María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. 3Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo: Señor, al que tú amas está enfermo.
4Jesús, al oírlo, dijo: Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 5Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba.
El evangelista nos presenta una comunidad de discípulos, Lázaro y sus hermanas, que piensan en categorías del Antiguo Testamento. Cada uno de los tres hermanos es tipo de la comunidad en un aspecto diverso:
  • Lázaro.Significa “Dios ha ayudado”. Es la primera vez que un enfermo tiene nombre propio. Su enfermedad resume y representa a todos los enfermos y la amenaza de la muerte física de la cual no está exento ningún discípulo.
  • María. Significa “la que mira hacia lo alto, la que se eleva”. Personaje conocido por el homenaje que rindió a Jesús (Jn 12,1-3).
  • Marta. Significa “la que mira hacia abajo, atolondrada”. En toda comunidad son necesarias Marta y María, contando con la ayuda de Lázaro.
Son hermanos, mostrando las relaciones de amistad  y afecto que existen entre Jesús y los suyos. Las hermanas solo tienen la intención de informar. Como forman parte de una comunidad se dirigen a Jesús como Señor. Tienen plena confianza en el amor de Jesús. No mencionan el nombre de su hermano, solo recuerdan la relación con él, tu amigo.

Jesús comenta la noticia. Por ser uno de sus discípulos, esta enfermedad no tiene como final la muerte, el encuentro con Jesús cambia la situación y el futuro del ser humano. La muerte significa interrupción de la vida, producida por el pecado. Es la sumisión a un sistema injusto. Mas, para los seguidores de Jesús ya no hay interrupción de vida. Él comunica la vida definitiva. Esta vida, al ser acogida, manifiesta la gloria/amor de Dios a los hombres.
Se subraya el cariño que había entre ellos. El retraso es intencionado. Jesús deja que la muerte realmente se produzca. No ha venido a alterar el ritmo natural de la vida, sino a darla un nuevo sentido.

7Solo entonces dijo a sus discípulos: Vamos otra vez a Judea. 8Los discípulos le replicaron: Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí? 9Jesús contestó: ¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10pero si camina de noche, tropieza porque la luz no está en él. 11Dicho esto, añadió: Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo. 12Entonces le dijeron sus discípulos: Señor, si duerme, se salvará. 13Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. 14Entonces Jesús les replicó claramente: Lázaro ha muerto, 15y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a él.
Jesús escoge su momento, su acción se realiza cuando él lo decide. Y expone porqué ir a Judea. El hecho de nombrar Judea evoca la oposición y la adversidad a Jesús. Los discípulos tienen miedo por él y por ellos mismos. Su muerte será el final de todo. Jesús responde a ese miedo:
  • Las doce horas representan el periodo de su actividad que va a terminar con la reavivación de Lázaro y la decisión de las autoridades de matarlo. Mientras dure el día, sigue la actividad, hay que realizar las obras del Padre, sin miedo al peligro. 
  • Lázaro, nuestro amigo, es amigo del grupo, no de Jesús solo, está dormido. No es una metáfora o una forma de hablar. Para Jesús la muerte no es definitiva. Si es así, ¿para qué ir a Judea?, piensan los discípulos. No han entendido a Jesús. Siguen aferrados a la antigua idea de la muerte, se salvará. Los discípulos entienden por salvar el evitar la muerte física. Para Jesús es tener una vida que supere la muerte.
Extrañamente, Jesús une ha muerto con me alegro por vosotros. Insinúa que la muerte no es definitiva. La unión de muerte y de alegría anuncia la victoria de la vida. Ante esto, la fe de los discípulos se afianzará. Podrán descubrir el alcance del amor de Dios viendo que la vida vence a la muerte. Jesús les va preparando para su muerte y resurrección.

16Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: Vamos también nosotros y muramos con él.
Al dar el nombre del discípulo, Tomás, el evangelista hace resaltar su disposición de morir con Jesús. Representa un aspecto de la comunidad, unida a Jesús y correr la misma suerte. El Mellizo quiere decir que es el doble de Jesús.

17Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. 18Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; 19y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Se pensaba que la muerte era definitiva a partir del tercer día, cuando la muerte comenzaba a borrar los rasgos del difunto. Al cuarto día, pues, no hay duda de que Lázaro está muerto. El número cuatro indica la totalidad indeterminada. Es decir, los cuatros días equivalen a la totalidad del tiempo pasado.
Hasta ahora, el sepulcro ha sido el destino de la humanidad desde el principio. La muerte es interpretada como la muerte para siempre, sin esperanza. Esta es la situación en la que Jesús se encuentra frente a Lázaro.

20Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa.
21Y dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. 22Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
23Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
24Marta respondió: Sé que resucitará en la resurrección en el último día.
25Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; 26y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
27Ella le contestó: Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
La primera frase de Marta muestra una pena y un reproche. Podía haberse evitado el dolor y la muerte de su hermano. Jesús debería haber venido a Betania para impedir la muerte de su hermano. Pero, Marta sabe dos cosas:
·         Una. Jesús en un poderoso mediador ante el Padre. Espera una intervención milagrosa. Jesús le responde resaltando que la muerte de su hermano no es definitiva. No se trata de una nueva acción suya, sino la constancia de la vida definitiva comunicada por el Espíritu. 
  • Dos. Marta interpreta las palabras de Jesús según la concepción popular. Está decepcionada. Esperaba que Jesús pidiera a Dios que resucitara a su hermano, pero no va a hacerlo. 
Jesús ha venido a comunicar la vida que él mismo posee y de la que dispone. Esa vida es su mismo Espíritu. Yo soy la resurrección y la vida: la vida depende de la Resurrección. Él es la Resurrección por ser la Vida. La vida que él comunica, al encontrase con la muerte, la supera; a esto se llama Resurrección. Jesús se identifica con la Resurrección. Esta no está relegada al futuro, porque él, que es la vida, está presente. Para que esto sea posible se requiere la confianza en Jesús, su adhesión, la aceptación de su vida y de su muerte como norma de la propia vida. A esta adhesión responde él con el don del Espíritu que la muerte no tiene fuerza para interrumpir. ¿Crees esto? Es decir: ¿crees que de hecho la muerte no existe? Para el que es discípulo de Jesús, ¿la muerte no tiene realidad? Para ser discípulo no bastan las antiguas creencias judías.

Marta responde con la perfecta profesión de fe cristiana. Jesús es el Mesías, el Ungido, el Consagrado por Dios con el Espíritu.

28Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: El Maestro está ahí y te llama. 29Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él: 30porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. 31Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí.
En voz baja. Este detalle hace constatar la hostilidad que reinaba contra Jesús en los ambientes judíos a los que pertenecen los que han ido a dar el pésame. Una curiosidad: Marta le dice a su hermana María que Jesús le llama, pero… ¡si Jesús no la había mandado llamar! Para Marta la llegada de Jesús es llamada de amor que reclama una respuesta. Jesús es el Maestro de cuyos labios se esperan que salgan palabras de vida.
María responde sin vacilar. La llegada de Jesús produce movimiento, saca a las personas de la parálisis que produce el dolor sin esperanza. María deja su casa. Jesús, sin embargo, no entra en casa. Él no ha dado el pésame a María. Aquella casa no es lugar para que él se reúna con los suyos. 
Los que habían ido a dar el pésame interpretan la salida de María como un nuevo impulso de dolor. Lo único que conciben es llanto y desgracia. Salen tras ella y siguiendo a una “discípula” se van a encontrar con Jesús.

32Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
María dice casi las mismas palabras que Marta, pero es más expresiva, se echo a sus pies. Sus palabras vuelven a contener cierto reproche a Jesús pues si hubiera estado, para eso le avisaron, podía haber evitado la muerte de su hermano. El evangelista quiere dejar claro que la misión de Jesús no es evitar a los suyos la muerte natural.

33Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció 34y preguntó: ¿Dónde lo habéis enterrado. Le contestaron: Señor, ven a verlo. 35Jesús se echó a llorar.
Jesús no pronuncia palabras de resignación. El dolor de esta muerte no puede encontrar más consuelo que la vida misma.Todos lloran desconsolados, ruidosamente. Aun habiendo creído, María no comprende las consecuencias de la muerte de su hermano.
La pregunta de Jesús muestra que son ellos los que han colocado a Lázaro en el sepulcro sin esperanza.
Invitan a Jesús a constatar la muerte y su cruda realidad.
Al estar delante del sepulcro, donde lo han enterrado, Jesús llora espontáneamente, mostrando afecto personal por su amigo Lázaro. Estas lágrimas carecerían de sentido si fuera a devolver a Lázaro a la vida física. Sus lágrimas muestran su amor por el ser humano, débil y mortal. En Jesús, el cariño de Dios se transforma en solidaridad con la persona. 

36Los judíos comentaban: ¡Cómo lo quería!
37Pero algunos dijeron: Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera? 38Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. 39Dijo Jesús: Quitad la losa.
Los acompañantes en el duelo hablan de cariño como cosa pasada, quería. Pero el amor de Jesús siempre es presente.Otros comentan porqué no ha actuado antes…

Jesús va a la tumba no para hacer duelo, sino para manifestar la gloria/amor de Dios. Y a través de él, salvar al hombre de la muerte definitiva.
Lázaro ha sido enterrado a la manera judía para reunirse con sus padres (Gén 15,15). La losa, que cierra el paso y es símbolo de la muerte definitiva, completa el sentido de la cavidad. Separa dos mundos: el de los vivos y el de los muertos sin vida, aplazando la resurrección al final de los tiempos, como había expresado Marta al comienzo del encuentro (vv. 11.24). El mandato de Jesús de quitar la losa está indicando algo más que lo físico. Es como si Jesús dijera, “despojaos de esa creencia”. Si no cambian de mentalidad, no van a entender la obra de Jesús.

Marta, la hermana del muerto, le dijo: Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días. 40Jesús le replicó: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
Marta subraya la realidad de la muerte, lleva cuatro días (vv. 11. 17). Aún no han distinguido entre la muerte de un discípulo y la que ha sufrido el ser humano desde siempre. Marta vacila ante la cruda realidad, ya huele mal.
Jesús reprocha su incredulidad, su desconfianza. Su amor ya ha realizado su obra en Lázaro: le ha comunicado la vida que vence a la muerte y manifiesta la gloria/amor de Dios. Pero Marta no podrá percibirlo hasta que no crea de verdad.

41Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; 42yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.
Quitar la losa es una imagen para expresar que es preciso abandonar la mentalidad de la muerte como fin de la vida. Queda eliminada la frontera entre vivos y muertos para siempre. Los que han muerto también están vivos en Dios. 
Los gestos y las palabras de Jesús muestran su relación y comunicación con la esfera de lo divino. Jesús no ora, no pide, sino que da gracias al Padre que se lo ha dado todo. Tiene conciencia permanente de su relación con el Padre, siempre. Reconoce que su ser y su amor procede del Padre. Da gracias a causa de los que lo rodean. Destaca así la importancia de lo que va a hacer y quiere que se sepa su origen. El efecto de la manifestación del amor de Dios será la fe.

43Y dicho esto, gritó con voz potente: Lázaro, sal afuera. 44El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Con su grito, Jesús muestra a Lázaro vivo en la muerte. Lo saca del sepulcro del pasado, que no le corresponde, pues el creyente, el discípulo, aunque muera, sigue viviendo.
Como antes con el hedor, ahora con las vendas y el sudario se destaca la realidad de la muerte física. Salió con los pies y las manos atadas. Esto es paradójico: el que sale, ¿está muerto?; lleva puestas las vendas y el sudario, pero ¿sale él mismo? Todo esto son expresiones para indicarnos la incapacidad del movimiento y de la actividad. Y, al mismo tiempo, está vivo.

Jesús les dijo: Desatadlo y dejadlo andar.
Jesús no devuelve a Lázaro a la comunidad ni a la vida de antes. Lo deja marchar, ya es libre. El camino de Lázaro lleva al  Padre, con quien está vivo. Al desatar a Lázaro muerto, Jesús intenta que los presentes se desaten del miedo a la muerte, de su concepción de la muerte que los paralizaba. Solo ahora sabiendo que morir no significa dejar de vivir, podrá la comunidad entregar su vida como Jesús para recobrarla (Jn 19,18).

45Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 46Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
La reacción natural es la adhesión a Jesús. La vida es la suprema aspiración de la persona, su luz. Jesús ha mostrado que él comunica la vida que vence a la misma muerte. La muerte no es la última palabra.
Jesús ha presentado a Lázaro vivo, haciendo ver el amor/gloria del Padre; pero es la comunidad la que lo ha soltado y ha dejado marcharse.
Mientras había miedo a la muerte, la comunidad cristiana no interpelaba a los de afuera ni había diferencia entre judíos y los discípulos de Jesús. Ahora, hacen de la comunidad cristiana un testimonio del amor de Dios que libera al hombre del miedo más profundo, raíz de todas las esclavitudes. Es un testimonio de libertad, de vida, de alegría, que lleva a otros a creer en Jesús.

En el relato se manifiesta la dificultad que tienen los seres humanos para concebir la muerte como  destrucción. Incluso los que habían creído en Jesús se resisten a ver que es solo el paso a la vida para siempre. No comprenden el alcance del amor de Dios: amor que no permite que el hombre caiga en el vacío o pierda la existencia ni por un momento. Jesús/Dios lo ha rescatado de la muerte al infundirle su propia vida, que es indestructible. 

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