jueves, 6 de abril de 2017

VIA CRUCIS--- LAS PASIVIDADES DE CRISTO

 1ª estación: Jesús es apresado
Intenta vivir en la no-violencia, intenta ser transparente, honesto, con tus fallos y debilidades, con tus cualidades y habilidades, y ya verás cómo te insultan, te ningunean, te atrapan.
Intenta vivir siendo consecuente con tu fe, aunque a veces vayas a contracorriente y verás cómo sufres.
Intenta vivir y seguir adelante con tus contradicciones, con la paciencia con la que te aguantas a ti mismo/a, con tu miedos, con tus dudas.
Sigue adelante a pesar de no ver cumplidos tus propósitos; con tu afectividad desordenada y caprichosa; con tu soledad a cuestas. Hay muchas maneras de padecer. A veces nos duele hasta nuestra forma de ser.
Hay sufrimientos que nos humanizan, nos hacen más sensibles, otros nos purifican, nos destruyen o nos hacen más solidarios...
Y ¿por qué hemos de pasar por esto? ¿Por nuestras limitaciones? ¿Es un misterio? Pregúntaselo a Cristo.

Estación 2: Jesús es acusado injustamente
¡Cuánto dolor supone soportar a los demás! Que difícil reconocer a los otros como prójimos, incluso como hermanos. Los otros se convierten en enemigos, en adversarios.
No es que Jesús o tú no aguantes, es que te abofetean, te empujan, abusan de ti. Te das cuenta pero no lo puedes cambiar. ¡Quien dijo que este mundo fuera justo! Toda la vida dedicada a los demás, a su servicio, y de repente nos encontramos con que a los demás no les interesa en absoluto lo que nosotros queremos o podemos darles.
Son los momentos construidos sobre la incomprensión, los malentendidos, las marginaciones y los prejuicios. Es el dolor hecho a base de miedo y de soledad. 

Estación 3: Pedro niega a Jesús
Es el dolor de sentirse discípulo y ver como a Aquel al que sigues no es como tú esperabas, su rostro se borra, las manos que tiendes hacia él se vuelven vacías, porqué creías más en ti que en él. Es el dolor de desdecirse, de negar a los otros y a sí mismo. Es le miedo a perder la vida, de apostarla por Él, mientras que los otros siguen sometidos al poder, te enseñan sus ganancias concretas, sus beneficios hechos realidad.
Negar o negarse es el tropiezo duro, seco. Cuando aparece que en la tierra no hay cielo, no hay esperanza, solo noche, no hay paz, parce que no hay Dios.

Estación 4: Las autoridades presentan a Jesús ante Pilatos.
Es el dolor de las quejas, de las rabietas, de las lamentaciones. Es el dolor del descontento o del escándalo porque el mundo, la familia el trabajo, la Iglesia... no son como yo querría que fueran. Es al protesta exagerada ante un mundo que queremos arreglar teóricamente, sin arreglarnos nosotros antes. Es exigir que los otros sean como deberían ser, pero sin que me afecte a mí.
¿Porque gritar por los otros, por el Otro? Posiblemente sea más sano llorar por nuestras inconsecuencias y exigencias, falsas o verdaderas, que culpabilizar a los otros. O reconocer nuestras faltas de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.

Estación 5: Pilatos, a pesar de la inocencia, no libera a Jesús.
Nos imaginamos que Pilatos no era un mal hombre. Ni siquiera quería el mal para Cristo. Pero se deja presionar y condicionar por los otros. Primero es su interés político o personal, después, la justicia o la verdad.
Es el dolor de la indiferencia, de la frivolidad, que muchas veces nos reduce al silencio. La gente se encuentra cómoda y satisfecha en la vida, al menos en apariencia, y no quieren inquietarse por el evangelio. No quieren profundizar, prefieren seguir viendo en la superficie del poder, del tener, del famoseo, de la moda. Están contentos con lo que son y cómo viven, mientras a su lado hay gente que lo está pasando mal. 

Estación 6: Las burlas de los soldados: la coronación de espinas.
Es el dolor que nos viene de fuera, de los demás. Propiamente esto lo podemos aplicar a todas las estaciones.
Es cuando sentimos que los otros nos invaden, nos estorban, nos condicionan, nos "obligan" a hacer algo que no queremos. Se meten en nuestra vida con críticas, como espinas. Me implican en problemas que no son los míos. Limitan nuestra vida, nuestros espacios y tiempos, con sus imposiciones, exigencias y necesidades. Con sus torpezas. Nos manipulan, nos engañan y nos desengañamos. Frustran nuestras ilusiones y nuestras capacidades. Y lo que más duele: ¡es que no lo podemos controlar!

Estación 7: Jesús condenado a muerte
Es el dolor de verte y vivir condenado al olvido. Hemos entregado nuestro tiempo, nuestro buen hacer, nuestra vida a otras personas y vemos que se olvidan, e incluso que se oponen a nosotros. A veces no hay mejor manera de no agradecer algo que "hacerse el enfadado". Nos condenan o condenamos al otro. Vemos que no contamos para nadie, nos vamos quedando atrás. Vienen otros más jóvenes y mejor preparados que nos sustituyen. Nos hemos dejado la vida, pero el tiempo borra el recuerdo, el agradecimiento, el trabajo y el servicio hecho.
Es el dolor del paso inexorable del tiempo, de las ilusiones muertas, de los deseos agonizantes, porque la realidad, la impotencia, se impone.

Estación 8: Jesús con la cruz a cuestas
Esta estación es muy personal porque se trata de construir la propia cruz:
-         Un palo vertical para tus espacios de dolor: ¿en casa, en la familia, en el trabajo o estar sin trabajo, en la iglesia, al estar solo o con los demás...?
-         Un palo horizontal para tus tiempos de dolor: son los tiempos de duda, de tristeza, de soledad, de aburrimiento o hastío...
Cruza los dos palos y sigue a Jesús, con tu vida clavada. Con tu vida pendiente cada día de esa cruz, la que no se ve ni se nota. La que no se desagarra en grandes dolores, pero pesa y sigue pesando sobre nuestros hombros.

Estación 9: Jesús llega al Gólgota
La palabra Gólgota traduce la palabra latina Calavera. Nosotros lo hemos traducido por Calvario. Posiblemente el nombre provenía de la forma de calavera que tenía del monte. 
Es el dolor de ver solo muerte, cuando de lo que realmente se trata es de la abundancia de la vida. Es el dolor de crucificar a los otros o que nos crucifiquen. Es el dolor de la injusticia, de la culpa o del victimismo, del pesimismo, de contemplar la vida como "un valle de lágrimas" o desde el miedo porque "podéis castigarme con las penas del infierno". Es el dolor de acostumbrarnos a la cruz como algo natural. E incluso poder llegar a decir que fue algo exigido por Dios para calmar la reparación producida por el pecado del hombre.
Es el dolor de no descubrir que el Crucificado es la abundancia de vida.

Estación 10: Jesús es calvado en la cruz
Es el dolor de la propia cruz. Nosotros hemos construido la nuestra, con nuestros espacios y tiempos de dolor. En esos palos está resumido el esfuerzo, el dolor que cuesta ser cristiano, ser persona, intentar vivir desde los valores del evangelio. Es el dolor de cada día, en la lucha por aceptar que las cosas son como son o luchar contra frivolidad o la falta de reconocimiento.
Para que la cruz sea cristina, es necesario poner a Cristo, sino será solo un peso que cansa y agobia. Es preciso poner a Cristo, será un dolor que transforma, que redime, que salva. Si no está Cristo será solo un mal rato, una mala suerte


Estación 11: Jesús, su madre y el discípulo
Es el dolor por ver sufrir a los que más quieres y verlos sufrir por tu causa. Es el dolor de nuestro alrededor, sin poder cambiar, sino mirar y callar en la impotencia.  Es el dolor propio y el ajeno. Es el misterio del dolor que Dios llena con su presencia. En la cruz, ¿dónde estaba Dios? Crucificado.
Es el dolor por perder el sentido, por vivir en la sensación del fracaso de la, de haber confiado en Dios, y en el momento de la verdad no está, no aparece, permanece callado. No era como lo habíamos imaginado. No era como nos enseñaron.
Es el dolor de permanecer al pie de la cruz sin poder cambiar las cosas. Solo cabe aceptarlas, son como son, y esperar que el Dios de la luz nos muestre el sentido de lo sucedido. 

Estación 12: Jesús muere asesinado en la cruz
Jesús no muere en la cama, ni por enfermedad... Muere asesinado, víctima de la injusticia de los humanos. Muere con los brazos abiertos en señal de que en él cabemos todos, y cabe todo. Muere en una cruz, anclada en la tierra pero que mira al cielo, uniendo lo humano y lo divino.
Jesús muere prefiriendo perder o entregar la vida antes que defenderse. Realmente la forma de ganar la vida es perderla, entregarla. Jesús muere, pero es una muerte preñada de vida.
35El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. 36Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: No le quebrarán un hueso (Ex 12,46); 37y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron (Zac 12,10).


Estación: 13: Jesús ha resucitado
Si el grano de trigo no muere no da fruto, se queda el solo; pero si muere da mucho fruto.
Jesús es puesto en el sepulcro, pero ya HA RESUCITADO. Dios que había permanecido en silencio, ha hablado. Habrá que esperar a comprender, a creer, a encontrarse, a tener experiencia en la Eucaristía del Resucitado y poder exclamar: el Crucificado ha Resucitado...
Es el dolor oculto, escondido, desconocido, tan pequeño como un grano de trigo, como una pequeña semilla, pero que está dispuesta abrirse para dar fuertes y grandes espigas, que trituradas se conviertan en harina y junto con el agua puedan transformarse en pan, pan partido y compartido.    

Estación 14. Tu propio viacrucis
Has recorrido el camino de la Cruz con Jesús. Has hecho tu camino de la cruz, con tu vida cargada sobre los hombros. El camino de tu dolor de cada día, pequeño y desconocido. Tu dolor de querer ser cristiano, de querer ser como Jesús.
Un camino que recorres todos los días, muchas veces sin ganas, muchas veces en oscuridad. No importa. Tú sigue ahora a Jesús, aunque, entre el sudor y las lágrimas, se te nublen los ojos.
Ya llegará para ti el camino de Emaús y el Señor te explicará, también, el sentido de todo. El sentido de tu esfuerzo, el sentido de tu dolor y el sentido de tu esperanza. Pero para llegar a Emaús, para reconocer a Cristo cuando parta contigo su pan, tienes que pasar antes por el camino del Calvario.

No vas solo. Jesús se ha hecho para ti, y por ti, no solamente acompañante, sino camino: "Yo soy el Camino.

1 comentario:

  1. Me ha encantado el viacrucis, como siempre cercano y certero, te lo agradezco,un saludo

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