SÁBADO
30 DE DICIEMBRE
1. TEXTO
Lucas 2,36-40
36Había también una profetisa, Ana, hija
de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana: de jovencita había
vivido siete años casada, 37y llevaba ochenta y cuatro de viuda; no
se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y
oraciones.
38Acercándose en aquel momento, daba
gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de
Jerusalén.
39Y cuando cumplieron todo lo que
prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40El
niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de
Dios lo acompañaba.
2. COMENTARIO
Las descripciones de Simeón y Ana, aunque
simétricas son totalmente distintas. Simeón ha sido descrito mirando al interior,
mediante su espiritualidad. Ahora, Ana viene descrita por lo exterior: Ana quiere decir “favorecida,
graciosa”. Hija de Fanuel significa
“rostro de Dios”. De la tribu de Aser,
significa de la tribu de la “buena suerte, fortuna, felicidad” Gn 30,13. De la
tribu de “la buena suerte” y engendrada por el “rostro de Dios” no puede menos
que ser “favorecida” con la visión del Dios-niño que acaba de nacer.
Es la figura femenina que forma pareja con
Simeón, ambos profetas y ambos representando al pueblo que mantiene siempre la
esperanza, unidos a la humanidad son piadosos con Dios. Es la descripción ideal
del pueblo ad intra, hacia dentro, el
pueblo que mantiene las actitudes de escucha (Simeón) acaba siendo favorecido
por el “rostro de Dios” (Ana); el padre de Ana se llama Fanuel, “rostro de Dios”, luego el auténtico padre de Ana es Dios y
Dios nos engendra totalmente cuando contemplamos su rostro.
El resto de datos sobre Ana describen de
forma simbólica a la totalidad del pueblo: tiene 84 años =12 x 7; 12 es el número del pueblo, de las tribus, y se
acaba de mencionar la tribu más norteña, Aser,
y Simeón, el personaje anterior, es de la más sureña; 7 es el número de la
plenitud, el número de la totalidad, el número de la universalidad, luego el
número 84 significa la totalidad
universal del pueblo. Ana representa al pueblo virgen con quien Dios se desposa
pero por la ruptura de la alianza acaba en viudedad, aunque siempre está
esperanzada en Dios celebrando todo lo que significan los nombres de su tribu,
su padre y su propio nombre. Ana aparece descrita como arraigada en un pasado
que le recuerda sus promesas, pegada a la institución, al templo, que es el
lugar de vejez, viudez, esterilidad, y al mismo tiempo, esperanzada, por esto
se nos presenta como profetisa, tiene al Espíritu. Ana, como Juan Bautista y
Simeón, está en el quicio de las dos alianzas, son los últimos profetas del AT
y los primeros testigos del NT.
El término liberación significa la liberación total, profunda, escatológica,
más allá de la muerte. Dios realiza esta liberación al estilo de un miembro de
la familia que rescata a parientes. Dios nos rescata porque somos sus
parientes, sus hijos. En este caso Jerusalén
es una figura que quiere decir “todo el pueblo”. Ana hablaba a todos los
que esperaban la salvación definitiva de todo el pueblo.
Con la mención de las palabras cuando cumplieron y la última mención de
la ley, acaba este episodio dedicado a presentar a Jesús como hijo del pueblo que cumple todo lo
previsto por la ley. María y José
salieron de Nazaret Lc 2,4, con motivo del empadronamiento, y allí vuelven a su
normalidad y anonimato de siempre.
Se
llenaba de sabiduría,
este dato, simplemente ha sido puesto para preparar el próximo relato en el que
el niño va a mostrar en el templo su sabiduría. Jesús que ha nacido en soledad,
aguarda en familia y entre el pueblo, su momento.
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