domingo, 10 de diciembre de 2017

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SEMANA III DE ADVIENTO

DOMINGO

Juan 1, 6-8.19-28

6Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: 7 este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. 8No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
A continuación, de improviso, el evangelista interrumpe extrañamente esta ascensión a nivel teológico. Parece introducir un tema nuevo. A primera vista, parece tratarse de una simple información inofensiva, pero no es así. Se nos dice que para anunciar su proyecto a la humanidad, Dios tiene necesidad de un hombre. Pero lo asombroso es que no existe en los evangelios ni un solo profeta, ni un solo enviado de parte de Dios que pertenezca a los espacios sagrados y personas religiosas. Cuando Dios envía alguien para anunciar su proyecto, elige a personas normales, como a Juan, de quien solo se nos dice el nombre. En lengua hebrea, Juan (Yohannan) quiere decir “Dios es misericordia”. Dios no elige a un representante de la institución religiosa, sino a un hombre lúcido que diese testimonio de la luz que iba a irrumpir.

….7 este venía como testigo, para dar testimonio de la luz,
A modo de síntesis, Juan nos invita en el prólogo a estar atentos, porque la acción de las tinieblas, que él identifica con la institución religiosa, es tan mortífera que llega a narcotizar a los seres humanos. Este es el verdadero crimen de la religión: impedir que las personas razonen con el sentido común, con la propia inteligencia.

… para que todos creyeran por medio de él.
La misión de Juan es despertar el anhelo de vida en los hombres para hacerles conscientes de la existencia de la luz, para que todos creyeran por medio de él. La misión de Juan es universal, pues anticipa el programa de Dios. No se trata de una llamada dirigida a las personas religiosas o pias, ni siquiera es para un pueblo especial, para una determinada nación. Todo aquél que tiene dentro de sí este deseo de plenitud de vida es destinatario del proyecto de Dios.

Todos. Cualquier individuo, por encima raza, conducta, nacionalidad. La extensión universal de la invitación, por otra parte, permite entrever que la acción de las tinieblas es también universal, ha cubierto el mundo entero. En cada ángulo del mundo existen ideologías políticas o religiosas que impiden que el hombre alcance su plenitud. Es lo que en el evangelio de Juan se denomina “pecado” del mundo, o sea, el rechazo de la plenitud de vida que el Señor propone. Y se rechaza esta plenitud de vida cuando la ideología religiosa consigue convencer a las personas de que se trate de un mal. El proyecto de Dios es que el hombre obtenga la filiación divina, pero esto, para las autoridades religiosas, es un crimen que se castiga con la muerte.

8No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

El evangelista deja claro que la tarea de Juan no es la de ser portador de la luz, sino solo testigo. Era esta una  clarificación necesaria, porque algunos círculos consideraban que Juan era el Mesías. En la tradición popular, de hecho, se pensaba que cuando viniera el Mesías, acabaría con todos ellos. Por eso, en cuanto se corre la voz de que ese tal Juan el bautista tiene algún parecido con la figura del esperado Mesías, se presenta en seguida una comisión de sacerdotes y de policías del templo de Jerusalén (los levitas), y le preguntan a quemarropa: ¿Quién eres tú? Les inquieta que Juan se declare el Mesías. Si lo hubiera hecho, lo habrían eliminado de inmediato.

Juan 1,19-28
19Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: ¿Tú quién eres? 20Él confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Mesías. 21 Le preguntaron: ¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías? Él dijo: No lo soy. ¿Eres tú el Profeta? Respondió: No. 22Y le dijeron: ¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?
23Él contestó: Yo soy la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 24Entre los enviados había fariseos 25y le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta? 26Juan les respondió: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, 27el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. 28Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

COMENTARIO
19Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran...
A Juan Bautista le mandan desde Jerusalén una comisión de sacerdotes y levitas; estos desempeñan la función de vigilantes y guardias. Son la policía religiosa que se extendía por Judea. Tenían por misión practicar detenciones y ejecutar algunas penas.
Si le mandan una patrulla policial es que su actuación provocaba sospechas:
·         Pero si su misión es ser testigo de la luz (despertar en el hombre el deseo y la esperanza de la vida plena preparando la llegada del que es la luz de la vida)
·         Y esta actitud provoca sospecha, es que las autoridades están en la zona de las tinieblas; en lugar de apoyar, mandan a una patrulla, son recelosos, agentes de muerte. De hecho Juan tendrá que cambiar de lugar, acabará en la cárcel y lo matarán.

¿Tú quién eres?
El interrogatorio es autoritario, sin cortesía; con una pregunta cauta, no atribuye a Juan ningún papel, que él declarase sus intenciones: ¿Quién eres?

20Él confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Mesías.
Juan conociendo su intención contesta con una negativa muy concreta: No soy el Mesías. La presencia de levitas indica que declararse Mesías le habrían arrestado al momento ya que esa declaración, según la mentalidad de entonces, iba abiertamente contra las autoridades, pues uno de los principales cometidos del Mesías era la reforma de las instituciones y la deposición de la jerarquía considera corrupta.
Sin duda habría quien lo consideraba como tal, pero él negó serlo. (No soy el Mesías=no soy la luz)
A este no soy de Juan se corresponde el yo soy de Jesús (tanto las frases de Juan que comienzan con este es… como las de Jesús comienzan con yo soy.. explican aspectos de la persona y misión de Jesús como Mesías. 

21Le preguntaron: ¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías? Él dijo: No lo soy. ¿Eres tú el Profeta? Respondió: No
Ante la desorientación, le van a alanzar otras preguntas, a cada una de las cuales contesta con negativas cada vez más cortas, terminando con un escueto no lo soy que bloquee el diálogo:
·         Según Malaquias 3,22ss, Elías debía preparar la venida del Mesías: recordad la ley de Moisés…os enviaré a Elías.
·         Según la mentalidad de la época se asociaba la vuelta de Elías con la fidelidad a la Ley mosaica como preparación para la llegada del Mesías.
Juan ha venido a avivar el deseo de vida y luz que subyace en el hombre y que se opone a la pretendida luz de la ley. Para los judíos la ley es la luz, la luz de la ley que ilumina los pasos del hombre.
No lo soy quiere decir no me identifico con él. Fuera de este caso, Elías no parece nunca en este evangelio.

Alude a Deuteronomio 18,15. La promesa se refiere a la sucesión de los profetas después de Moisés, pero llegó a interpretarse de un segundo Moisés que aparecería al final de los tiempos. Está en la línea con el pasado de Moisés, por lo tanto, Juan no puede menos que volver a rechazar, no se siente identificado. Él anuncia la presencia de la novedad, no hay lugar para el profeta que mira al pasado.
Es el precursor de un Mesías diferente del que esperaban, luego no se identifica con los que se esperaban, ni con Moisés ni con Elías, simbolos dela antigua Alianza, sino en otra línea.
Acabado el interrogatorio sin sacar nada, vuelven a la pregunta inicial: ¿Quién eres?

 22Y le dijeron: ¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?
Juan no puede identificarse con Elías; es precursor del Mesías que funda una nueva Alianza, no puede estar de parte de la antigua.

23Él contestó: Yo soy la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.

La voz es decir el envoltorio de las palabras, de la Palabra, la que da testimonio de la Palabra (eso somos). La voz supone unos oyentes y lo importante es el contenido. Los únicos oyentes son ellos. El mensaje es para ellos y es una denuncia: rectificad el camino; Dios no es como lo pensabais:  
-          Quitad los obstáculos que habéis puesto. El Señor va a recorrer su camino y lo quiere encontrar libre de obstáculos.
-          Los que han torcido el camino son las autoridades de Jerusalén. Juan desde el desierto tiene este mensaje para ellos.
-          El obstáculo para el éxodo liberador de manera definitiva son ellos.
La apelación de Juan es infructuosa, pues la única voz que ellos escucha es la de la ley.

24Entre los enviados había fariseos 25y le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Aparecen por primera vez los acérrimos adversarios de Jesús, los fariseos, fieles custodios de la ley que han absolutizado a Moisés. Ni se contentan con la explicación negativa de Juan ni escuchan la denuncia.
Ponen una objeción: ¿por qué bautizas? Es decir, ¿por qué usurpas lo que no te pertenece? Es como si dijeran: si hemos agotado los posibles enviados de Dios y comprendemos que tu bautismo es una ruptura con las instituciones, un cambio de dueño y de lealtad ¿por qué bautizas? ¿hacia dónde llevas, hacia quien llevas?

El bautismo simbolizaba purificación (un enfermo curado, unas faltas legales de carácter sexual). El simbolismo es de muerte: sepultar un pasado y pasar una vida diferente; por ejemplo, para un esclavo pasar de esclavo a libre había un bautismo. Era una manera de expresar un cambio de lealtad, de dueño.

26Juan les respondió: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, 27el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. 28Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Juan responde: Hacia Otro que está en medio de vosotros, que no conocéis, que no soy digno de desatarle las sandalias, (era el signo de ley del levirato; el gesto de quitar la sandalia significaba apropiarse del derecho de esposo, Rut 3,5-11, si el esposo auténtico renunciaba a fecundar, perdería su derecho y le desataban las sandalias, el que se lo desataba adquiría el derecho), está mucho más allá de los criterios y de la expectación mesiánica judía.
El bautismo de Juan es solo de agua: elemento natural, perteneciente al mundo físico, simbol de la muerte y de la vida.
El bautismo de Aquel que viene es del Espíritu: realidad nueva, pertenece al interior, realiza la transformación personal y comunitaria. Ya está y no lo van a conocer ni ahora ni nunca (Jn 8,19) porque la ley es ciega, no rectifican el camino y, por tanto, no nacen de nuevo.
Es el esposo de la Nueva Alianza. El bautismo de Juan es de preparación (cambio de dueño) de la esposa/pueblo al que la Ley muerta, representada por las autoridades, no le ha dado hijos. La esposa viene a Juan Bautista, pero el que tiene el derecho de levirato es el Mesías. Juan anuncia el cambio de dueño, del marido estéril y muerto de la ley al esposo/Mesías que viene, que ya está para llevarse a la esposa.
El tema del desposorio comienza desde el primer momento. Su primer signo será una boda que simboliza el cambio de alianza (relato de las bodas de Caná)

28 Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.   
No hay ninguna Betania al otro lado del Jordán. Nunca ha existido una ciudad con ese nombre, por eso, ya Orígenes en el s.III propuso leer Betabar (el lugar del paso), apenas atestiguada, ante la imposibilidad de identificar Betania.
Sin embargo, la localización es de gran importancia en el relato evangélico:
·         Betania, la del otro lado del Monte de los Olivos, el pueblo de Marta, María y Lázaro, está bien localizado. Y en el evangelio de Juan es donde Jesús se retira en la última etapa de su éxodo y donde constituye su comunidad.

·         Betania es el lugar de su comunidad, y la sitúa al final de su éxodo y aparece ahora al principio, justo donde comienza a hacer comunidad, y le añade al otro lado del Jordán, fuera de Judea que llegaba hasta el Jordán, es decir, fuera de las instituciones Judías.

·         La localización de Juan, confirma la interpretación de su bautismo: ruptura con las instituciones y adhesión al libertador que llega. Como un día llego Josué guiando al pueblo, ahora llega Jesús; Josué y Jesús, en hebreo, se escriben igual: el primero cruzó el Jordán, el segundo lo vuelve a cruzar en sentido inverso: fuera de la ley y de la institución.  

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