MARTES
23 DE ENERO
Marcos 3,31-35
31Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo
mandaron llamar. 32La gente que tenía sentada alrededor le dice:
Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.
33Él les pregunta: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
34Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: Estos son mi
madre y mis hermanos. 35El que cumple a voluntad de Dios, ese es mi
hermano y mi hermana y mi madre.
COMENTARIO
31Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo
mandaron llamar. 32La gente que tenía sentada alrededor le dice:
Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.
En paralelo con el grupo de los Doce, que
estaba con Jesús en la casa (3,20) y
representa a los seguidores de Jesús procedentes del judaísmo en cuanto constituyen
el nuevo Israel, aparece por primera vez con personalidad propia el segundo
grupo de seguidores de Jesús, el que no procede del judaísmo, caracterizado
como una multitud sentada en torno a él. Mientras los allegados de Jesús,
afectos a la institución judía, han reaccionado violentamente en contra de la
iniciativa que ha tomado, este otro grupo sigue íntimamente unido a él.
La existencia en torno a Jesús de este
grupo numeroso constituye un muro que impide el acceso de los que desean
reducirlo al silencio. Marcos subraya el contraste entre la familia que se queda fuera
y los que están sentados en torno a Jesús, estar con Jesús, signo de la
confianza incondicional. La madre,
sin nombre, representa el origen de Jesús, es decir, la comunidad humana donde
se ha criado; sus hermanos, los
miembros de esa comunidad. No se trata tanto de las personas como de mostrar la
hostilidad hacia Jesús del ambiente donde había vivido.
33Él les pregunta: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
34Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: Estos son mi
madre y mis hermanos. 35El que cumple a voluntad de Dios, ese es mi
hermano y mi hermana y mi madre.
Ante esta ofensiva de su gente, madre, hermanos, incondicionalmente partidaria a la institución
religiosa y que lo rechaza a él y a su mensaje, Jesús se desvincula de ella.
Declara que los lazos familiares y los vínculos de raza o nación
no son decisivos. Cualquier hombre que le dé su confianza y comparta sus
ideales queda unido a él por vínculos de familia, que establecen una
fraternidad universal.
La única condición para pertenecer a la nueva familia es cumplir
el designio de Dios, dando la confianza a Jesús: la fe.
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