LUNES
22 DE ENERO
Marcos 3,22-30
22Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los
demonios. 23Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? 24Un reino dividido internamente
no puede subsistir; 25una familia dividida no puede subsistir. 26Si
Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir,
está perdido. 27Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo
para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con
la casa.
28En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los
hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; 29pero el que
blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado
para siempre. 30Se refería a los que decían que tenía dentro un
espíritu inmundo.
COMENTARIO
22Y los
escribas que habían bajado de Jerusalén decían: Tiene dentro a Belzebú y
expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.
Hay también una reacción oficial (ver
evangelio del viernes de la semana pasada): el centro del sistema religioso lanza
una condena teológica para desacreditar ante el pueblo a Jesús en su persona y
actividad, y neutralizar así el impacto que haya podido producir su iniciativa
de crear un nuevo Israel. Unos escribas, maestros
de la ideología oficial, llegados de Jerusalén, empiezan una campaña de
difamación. Al descalificar a Jesús, quieren descalificar su obra.
·
En cuanto a su persona, lo tachan de endemoniado/heterodoxo: uno que se atreve a declarar caducado el
sistema religioso, según ellos establecido por Dios, y que rechaza su doctrina,
alejando a la gente de ella, uno que no cree en la elección divina del pueblo
como tal ni en el privilegio de Israel, es un enemigo de Dios.
·
En cuanto a la actividad de Jesús, evidentemente fuera de lo común,
afirman que es obra diabólica, de magia. Para impedir su creciente popularidad,
insinúan que Jesús aspira a suplantar la institución tradicional. Sostienen que
liberar de la sumisión fanática a la doctrina oficial, expulsar demonios, como hace Jesús, es un mal, y que Jesús es un
enemigo de Dios, agente del diablo.
23Él los invitó
a acercarse y les hablaba en parábolas: ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? 24Un
reino dividido internamente no puede subsistir; 25una familia
dividida no puede subsistir. 26Si Satanás se rebela contra sí mismo,
para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido.
Los escribas
que descalifican a Jesús eluden el encuentro con él, pero Jesús los
convoca, mostrando así su autoridad, la del Espíritu. Su argumento se basa en
que su actividad no apoya al poder, sino que libera de él y de su ideología.
Les demuestra lo absurdo de su acusación: Satanás
(figura del poder y de la ambición de poder) no dará nunca verdadera
libertad al hombre, sería destruirse a sí mismo. Al rebatirles la acusación,
muestra Jesús que son ellos los que están de parte de Satanás (el poder) y
contra la libertad del hombre.
27Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para
arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la
casa.
El propósito de Jesús es precisamente
alejar al pueblo de la institución religiosa. El fuerte, figura satánica de poder, representa la institución
judía; su casa, el ámbito de su
dominio.
Jesús pretende sacar al pueblo, su ajuar, del dominio de la institución,
ejercido mediante la doctrina. Pero no va a usar la imposición, sino que va a
hacer que el pueblo se convenza de que es falsa la autoridad divina que la
institución se atribuye. Al perder la confianza, esta pierde la capacidad de
acción, atarlo. El Dios al que invoca
la institución judía para legitimarse no es el Dios verdadero.
28En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los
hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; 29pero el que
blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado
para siempre. 30Se refería a los que decían que tenía dentro un
espíritu inmundo.
Afirmación solemne y grave: todo puede ser perdonado excepto el
insulto al Espíritu Santo, la mala
fe, mostrada por los letrados al atribuir al espíritu inmundo la liberación que
efectúa el Espíritu de Dios. Los letrados conocían bien la historia de Israel,
que comenzó con la liberación de Egipto, y los escritos de los profetas. En su
tradición religiosa tenían sobrados elementos para valorar positivamente la
actividad de Jesús; pero el ataque de los dirigentes no está realmente motivado
por convicciones religiosas, lo que pretenden es defender su dominio sobre el
pueblo.
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