viernes, 5 de enero de 2018

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6 DE ENERO

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA (MANIFESTACIÓN) DEL SEÑOR

1. CONTEXTO
En este relato, Jesús es situado en el espacio y en el tiempo: nace en Belén y acaba viviendo en Nazaret. Vive en tiempo de Herodes el Grande y de Arquéalo.

El relato de los magos tiene dos partes bien diferenciadas: una, el encuentro de los magos con el falso rey de los judíos (3-9a); y otra, el encuentro con el verdadero niño-rey a quien reconocen y adoran (9b-12). El meollo del texto y de su enseñanza hay que buscarla a partir de aquí. Es el enfrentamiento entre dos poderes, el falso y el legítimo. Herodes, en el relato, es y significa más que el personaje histórico que fue. Herodes es más que indicador de una época histórica. Es la oposición entre el mundo que ni reconoce, ni adora a Jesús y se esfuerza en hacerlo desaparecer y la estrategia de Dios, que con sus mensajes en sueños y con estrellas tan peculiares, que no son históricas pero si simbólicas y, por tanto, reales, rige la historia y la lleva a buen término.

Es el antagonismo entre Jerusalén, judaísmo oficial, y los magos, paganismo. Unos rechazan y otros aceptan al recién nacido. Mientras los magos están en Jerusalén no hay mensajes en sueños, ni aparece la estrella. La estrella y los mensajes celestes/sueños solo se dan antes de entrar y e inmediatamente después de abandonar en Jerusalén. Hay lugares donde la manifestación divina no se da: en Herodes, en el Sumo Sacerdote (poder legítimo), en los escribas (el saber orgulloso), en el pueblo (todo Jerusalén), que se deja llevar por las coordenadas de sus jefes.

Ya desde este momento hay que decir que el viaje de los magos no es un viaje real hecho en kilómetros. Se trata de un viaje espiritual que cada ser humano hace para encontrarse con Dios. Es un viaje bien real aunque no sea un viaje kilométrico a los lomos de camellos. Y en ese viaje hacia Dios, el ser humano siempre va guiado por Dios. Estrella y Dios solo desaparecen cuando se entra  en contacto con los Herodes, sumos sacerdotes, letrados y habitantes de Jerusalén que aparecen en nuestro caminar.
El camino del ser humano que, como los magos vienen de lejos, es revelador siempre: cuando brilla su estrella es porque tienes luz; cuando se apaga ya sabes de donde tienes que salir para encontrarla.

El relato de los magos en su brevedad es una perla, como tantos otros que hay en la Sagrada Escritura. Interpretarlo desde la literalidad y desde la historicidad, no solo es destrozarlo, es esterilizarlo, quitarle toda la fecundidad.

2. TEXTO
2 1Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén 2preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. 3Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; 4convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. 5Ellos le contestaron: En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: 6"Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel".
7Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, 8y los mandó a Belén, diciéndoles: Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.
 9Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
10Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. 11Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. 12Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

3. COMENTARIO
2 1Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén
Mateo comienza citando Belén de Judea, no solo para distinguirlo de Belén de Zabulón, sino porque uno de sus temas predilectos es presentar a Jesús como rey de los judíos. De los magos no da más que un dato: vienen de Oriente, son paganos y por añadidura magos. Esta palabra en el mundo antiguo es positiva. Indicaba una casta sacerdotal persa, astrólogos, representantes del saber natural y filosófico. Pero para el judaísmo es lo más negativo, pues son paganos, no pertenecientes al pueblo escogido y, además, magos. La magia siempre es condenada en el Antiguo Testamento y en el Nuevo también.

¿Qué significa que los primeros en adorar al niño sean paganos y magos? Que Cristo ha venido a rescatar a los considerados los últimos de los últimos. Si Dios se hubiese manifestado a los de arriba o a los considerados de en medio, estos nunca hubieran dejado a los últimos llegar a Dios. Jesús situándose en el último nivel demuestra que la salvación es universal. Si atendemos al buen concepto en que el helenismo tenía a los magos, significa que la máxima sabiduría del mundo se pone a los pies de Jesús. Desde el momento que se encuentran con la luz deciden dejar sus tesoros e irse por otro camino, el de la sabiduría auténtica.

Es una situación y presentación similar a la de Lucas (Lc 2). Sitúa a los pastores (los últimos de los últimos dentro del pueblo de Israel) como los primeros que acogen el mensaje, se ponen en camino y se hacen presentes en el lugar del nacimiento. Mateo, sitúa a los magos, los últimos de los últimos fuera del pueblo de Israel, como los primeros que se acercan y reconocen a Jesús. Es la universalidad desde abajo, rompiendo barreras dentro y fuera de la concepción y vivencia de la fe judía.

2preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. 3Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; 4convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
El tema de la astrología está claro por la estrella, y el tema de la sabiduría escondida por el de la magia. Cuando uno se deja guiar por la luz de Dios deja a sus pies todas sus sabidurías y comienza un camino nuevo.

Herodes y todo Jerusalén representan a los inmóviles, a los instalados en su sabiduría y en su poder. Son los que nunca levantan la vista y no ven la luz, ni la novedad. En consecuencia no son generosos, no abandonan sus tesoros, por eso no se mueven ni se vuelven por otro camino.

Esta es la realidad de lo que describen estos versículos. Lo que no es real es entenderlo literalmente, pues históricamente los habitantes de Jerusalén lo que estaban deseando es que surgiera alguien que destronase a Herodes. Pero Mateo no se preocupa de las realidades históricas, sino de expresar en lenguaje simbólico las auténticas realidades humanas. Pintándonos a Jerusalén entero sobresaltado con el nacimiento del Mesías, el evangelista nos adelanta una señal de lo que va a suceder en la Pasión de Cristo. También allí aparecerá, como aquí, el sumo sacerdote y los escribas, para que el principio, sepamos el desenlace.

5Ellos le contestaron: En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: 6"Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel" (Miq 5,1).
Es una cita doble del profeta Miqueas (Miq 5,1). Mateo ha cambiado Éfrata por Judea, tema tan machaconamente repetido en estas perícopas y que tiene una doble vertiente:
·         Jesús es el Mesías esperado por el pueblo judío.
·         Y cierto anti-judaísmo, en cuanto que son los judíos los que lo rechazan. Mateo ha suprimido aquel que ha de dominar Israel y lo ha sustituido por una cita de 2 Sam 5,2 aquel que pastoreara a mi pueblo Israel.

7Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, 8y los mandó a Belén, diciéndoles: Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.
Estos versos anticipan la matanza del v. 16. Se tiene la impresión que es aquí donde Herodes maquina la matanza. El lector puede ver la hipocresía del poderoso y como intenta usar para sus fines al bien-intencionado. Pero su mala intención va a quedar destruida por la intervención de Dios (v. 12). Es la convicción firme que la bondad vence al mal, aunque las apariencias puedan sugerir lo contrario.

9Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. 10Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría.
Los magos viajan de noche, no porque eso fuese lo usual en Oriente, la gente viajaba de día, sino para dar ocasión al narrador de sacar nuevamente la estrella. Es el viaje del ser humano en la noche oscura guiado por Dios.
Para Mateo, la estrella no es únicamente una metáfora para designar al Mesías. Esta estrella/guía se oculta, desaparece y vuelve aparecer. Esta estrella nos habla del Mesías esperado y de la providencia de Dios que guía al ser humano hacía él. A veces, se oculta, son las pruebas y dudas de la fe, más, siempre reaparece después de discernir las Escrituras (la pregunta de los magos a los especialistas de la Escritura).

11Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron;
Este verso constituye el punto más álgido del relato, vieron al niño y a su madre. El hecho de no mencionar a José, sugiere la posición especial de María, ya anunciada en la concepción. María y el niño forman un todo inseparable en estos dos primeros capítulos.
El Mesías, Dios hombre, nunca se ve solo. No se puede desunir de la criatura humana en la que se encarna. Al final del trayecto de la búsqueda de Dios no encontrarás al solo-Dios, sino a Dios en el regazo de la humanidad.

y cayendo de rodillas lo adoraron[1];
El verbo “proskineo”, adorar, es la adoración y postración que se hace solo ante los dioses y los reyes. En el evangelio de Mateo es exclusiva de Jesús (el rey de los judíos y Dios). La realizan los que imploran su ayuda (8,2; 9,18; 15,25) y los discípulos (14,33). Es significativo como aparece esta adoración ahora al principio y al final de todo el evangelio, en 28,9.17: De pronto Jesús, resucitado, les salió al encuentro y las saludó diciendo: ¡Alegraos! Ellas se acercaron y se postraron abrazándole los pies... Al verlo se postraron ante él, los mismos que habían dudado) La actitud correcta ante el Señor resucitado es la adoración, es decir, reconocerlo como rey Mesías y Dios. Y esto es lo principal que hacen los primeros personajes que llegan a él, apenas nacido.

después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
El sentido de los dones no está claro[2]. El incienso y la mirra se emplearon en el culto, en las prácticas mágicas, en las ceremonias nupciales, como medicamentos… Ambos eran artículos del lujo, muy caros de importación de Arabia, India, Somalia. A ellos se añade oro. Significa que los magos ofrecen al niño los dones más valiosos.
Son los Santos Padres los que se dedican a interpretarlos en clave cristológica: oro, simbolizando a Jesús como rey; incienso, por ser Dios; mirra por ser hombre
Sea como fuere, las tres características que se consideraban exclusivas de Israel (tener a Dios por rey, ser el pueblo sacerdotal y ser la esposa de Dios) se extienden ahora a los paganos.  Más allá de la anécdota y por encima del folklore, este episodio de los magos posee un profundo significado teológico, y demuestra de por si lo que es el motivo conductor de la acción de Jesús, el Dios-con-nosotros. El amor de Dios abraza a todos los seres humanos. La gran novedad es Jesús. Ya no es necesario merecerse el amor de Dios a base de esforzarse. Se trata de acogerlo como regalo gratuito que Dios nos hace. Es esta la enorme diferencia que existe entre la religión y la fe. Es por ello que el amor de Dios se derrama sobre todos aquellos que lo desean recibir, sin ningún condicionamiento.

12Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.
Después del v. 11 el relato se interrumpe. El narrador vuelve al recurso del sueño para mostrar la guía de Dios. El plan de Herodes queda desbaratado.
Los magos vuelven a su tierra por otro camino. El encuentro con Jesús no cambia la vida, sino el modo de vivirla, el estilo con que se vive.
El relato nos presenta la acogida de los paganos al Mesías y el rechazo de Israel, cosas que culminarán en el relato de la Pasión. Es una narración honesta cuyo objetivo es que el lector u oyente se identifiquen con la búsqueda y constancia de los magos y llegue, como ellos, a la adoración, al reconocimiento de Jesús como Dios y Mesías-rey, a la entrega de sí y al comienzo de un camino nuevo hacia la misma tierra.

La discrepancia entre el texto bíblico, como está en Mateo, y la religiosidad popular nos invita a reflexionar. La historia de la influencia que nuestro texto ha ejercido es un ejemplo de lo que no se debe dar. La religiosidad popular ha desnaturalizado el texto bíblico, ha hecho que sea pobre y poco influyente en su auténtico sentido. La exégesis debe eliminar estos abusos y volver al mensaje del texto sin destruir lo positivo que subyace, en parte, en esa religiosidad popular, la identificación cristiana con esos personajes.





[1] Esta es la actitud propia de hombre/mujer de fe, cuya expresión más significativa es la Eucaristía. “Bien, ¿qué es la eucaristía?", se pregunta A. Maggi (o.c., p. 26) "La eucaristía no es un culto que nosotros rendimos a Dios. Dios no necesita nuestro culto. La eucaristía es el momento privilegiado para la comunidad cristiana en el que Dios se pone al servicio de los suyos y les comunica su misma fuerza. En el evangelio de Lucas, precisamente durante la eucaristía, Jesús dice estas palabras: “Yo estoy en medio de vosotros como quien sirve”.
La eucaristía no es un servicio a Dios; Dios no precisa nuestros servicios. La comunidad que ha aceptado su mensaje y se esfuerza por vivirlo, encuentra ahora un momento de reposo. Dios la hace descansar, se pone a su servicio y le comunica su misma fuerza, energía que la hace capaz de realizar un servicio cada vez de más calidad y mayor profundidad. El momento central y determinante de la eucaristía es cuando Jesús, el hijo de Dios, se hace pan para todos, a fin que todos lleguen a ser hijos de Dios".

[2] Resulta esclarecedor el comentario de Maggi sobre el sentido de los dones: "Son tres dones de una importancia extraordinaria, en los que el evangelista anticipa y resume todo el mensaje del evangelio.
El oro es símbolo de realeza. …. El oro, pues, recuerda la realeza y el reino de Dios. Es este un argumento central en todo el evangelio: Jesús, el Dios-con-nosotros, ha venido a inaugurar el reino de Dios. El reino de Dios es ilimitado, no conoce confines, y tiene por objeto la humanidad entera; más allá de religiones, culturas, condiciones, etc., la humanidad es abrazada por el amor de Dios. Pero esto creará un conflicto entre Jesús y los suyos, porque mientras Jesús ha venido a anunciar el reino de Dios, ellos piensan, en cambio, en el reino de Israel.
El segundo don de los magos es el incienso. El incienso era el elemento específico del servicio sacerdotal: era uno de los objetos empleados en el ritual del templo para los sacrificios de acción de gracias y para solicitar la protección divina... El privilegio que los judíos se adjudicaban a sí mismos, la prerrogativa de ser el pueblo sacerdotal, el pueblo que vive en contacto directo con Dios, no queda ya restringido a una única nación, sino que se extiende a toda la humanidad. En este momento de la narración, el elemento más novedoso y sorprendente es que se trata de paganos, personas que veneran otras divinidades y que viven fuera de la ley. También a ellos se les concede la posibilidad de vivir en estrecho contacto con Dios.
Finalmente, la mirra. También con la mirra se repite el mismo discurso. En el Antiguo Testamento, y, especialmente, en el libro del Cantar de los Cantares, la mirra es el ungüento con el que la esposa se perfuma para su rey. Es el perfume de la esposa, que ella rocía en su lecho y en su cuerpo para su esposo. La relación entre Dios y su pueblo era pensada y expresada en términos esponsales. Dios era el esposo y el pueblo de Israel era la esposa. Pues bien, incluso esta prerrogativa exclusiva del pueblo de Israel se abre ahora y se extiende a todos los pueblos paganos. No se puede ya hablar en términos excluyentes de un pueblo que es la esposa del Señor. Decir esposa indica comunicación íntima, relación íntima. Toda la humanidad está llamada a ello".

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