6 DE ENERO
SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA (MANIFESTACIÓN) DEL SEÑOR
1. CONTEXTO
En este relato, Jesús es situado
en el espacio y en el tiempo: nace en Belén y acaba viviendo en Nazaret. Vive
en tiempo de Herodes el Grande y de Arquéalo.
El relato de los magos tiene dos
partes bien diferenciadas: una, el encuentro de los magos con el falso rey de
los judíos (3-9a); y otra, el encuentro con el verdadero niño-rey a quien
reconocen y adoran (9b-12). El meollo del texto y de su enseñanza hay que
buscarla a partir de aquí. Es el enfrentamiento entre dos poderes, el falso y
el legítimo. Herodes, en el relato, es y significa más que el personaje
histórico que fue. Herodes es más que indicador de una época histórica. Es la
oposición entre el mundo que ni reconoce, ni adora a Jesús y se esfuerza en
hacerlo desaparecer y la estrategia de Dios, que con sus mensajes en sueños y con estrellas tan peculiares, que no son históricas pero si simbólicas
y, por tanto, reales, rige la historia y la lleva a buen término.
Es el antagonismo entre Jerusalén,
judaísmo oficial, y los magos, paganismo. Unos rechazan y otros aceptan al
recién nacido. Mientras los magos están en Jerusalén no hay mensajes en sueños,
ni aparece la estrella. La estrella y los mensajes celestes/sueños solo se dan
antes de entrar y e inmediatamente después de abandonar en Jerusalén. Hay
lugares donde la manifestación divina no se da: en Herodes, en el Sumo
Sacerdote (poder legítimo), en los escribas (el saber orgulloso), en el pueblo
(todo Jerusalén), que se deja llevar por las coordenadas de sus jefes.
Ya desde este momento hay que
decir que el viaje de los magos no es un viaje real hecho en kilómetros. Se trata de un viaje espiritual que cada ser
humano hace para encontrarse con Dios. Es un viaje bien real aunque no sea un
viaje kilométrico a los lomos de camellos. Y en ese viaje hacia Dios, el ser
humano siempre va guiado por Dios. Estrella y Dios solo desaparecen cuando se
entra en contacto con los Herodes, sumos
sacerdotes, letrados y habitantes de Jerusalén que aparecen en nuestro caminar.
El camino del ser humano que,
como los magos vienen de lejos, es revelador siempre: cuando brilla su estrella
es porque tienes luz; cuando se apaga ya sabes de donde tienes que salir para
encontrarla.
El relato de los magos en su
brevedad es una perla, como tantos otros que hay en la Sagrada Escritura. Interpretarlo desde la literalidad y desde
la historicidad, no solo es destrozarlo, es esterilizarlo, quitarle toda la
fecundidad.
2. TEXTO
2 1Habiendo
nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de
Oriente se presentaron en Jerusalén 2preguntando: ¿Dónde está el Rey
de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a
adorarlo. 3Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo
Jerusalén con él; 4convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas
del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. 5Ellos le
contestaron: En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: 6"Y
tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones
de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel".
7Entonces
Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que
había aparecido la estrella, 8y los mandó a Belén, diciéndoles: Id y
averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme,
para ir yo también a adorarlo.
9Ellos, después de oír al rey, se
pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a
guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
10Al
ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. 11Entraron en la
casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron;
después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. 12Y
habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se
retiraron a su tierra por otro camino.
3. COMENTARIO
2 1Habiendo
nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente
se presentaron en Jerusalén
Mateo comienza citando Belén de Judea, no solo para
distinguirlo de Belén de Zabulón, sino porque uno de sus temas predilectos es presentar
a Jesús como rey de los judíos. De
los magos no da más que un dato: vienen
de Oriente, son paganos y por añadidura magos. Esta palabra en el mundo antiguo
es positiva. Indicaba una casta sacerdotal persa, astrólogos, representantes
del saber natural y filosófico. Pero para el judaísmo es lo más negativo, pues
son paganos, no pertenecientes al pueblo escogido y, además, magos. La magia
siempre es condenada en el Antiguo Testamento y en el Nuevo también.
¿Qué significa que los primeros
en adorar al niño sean paganos y magos? Que Cristo ha venido a rescatar a los
considerados los últimos de los últimos. Si Dios se hubiese manifestado a los
de arriba o a los considerados de en medio, estos nunca hubieran dejado a los
últimos llegar a Dios. Jesús situándose en el último nivel demuestra que la
salvación es universal. Si atendemos al buen concepto en que el helenismo tenía
a los magos, significa que la máxima sabiduría del mundo se pone a los pies de
Jesús. Desde el momento que se encuentran con la luz deciden dejar sus tesoros
e irse por otro camino, el de la sabiduría auténtica.
Es una situación y presentación
similar a la de Lucas (Lc 2). Sitúa a los pastores (los últimos de los últimos
dentro del pueblo de Israel) como los primeros que acogen el mensaje, se ponen
en camino y se hacen presentes en el lugar del nacimiento. Mateo, sitúa a los
magos, los últimos de los últimos fuera del pueblo de Israel, como los primeros
que se acercan y reconocen a Jesús. Es la universalidad desde abajo, rompiendo
barreras dentro y fuera de la concepción y vivencia de la fe judía.
2preguntando:
¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su
estrella y venimos a adorarlo. 3Al enterarse el rey Herodes, se
sobresaltó y todo Jerusalén con él; 4convocó a los sumos sacerdotes
y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
El tema de la astrología está
claro por la estrella, y el tema de
la sabiduría escondida por el de la magia. Cuando uno se deja guiar por la luz
de Dios deja a sus pies todas sus sabidurías y comienza un camino nuevo.
Herodes y todo Jerusalén representan a los inmóviles, a los
instalados en su sabiduría y en su poder. Son los que nunca levantan la vista y
no ven la luz, ni la novedad. En consecuencia no son generosos, no abandonan
sus tesoros, por eso no se mueven ni se vuelven por otro camino.
Esta es la realidad de lo que
describen estos versículos. Lo que no es
real es entenderlo literalmente, pues históricamente los habitantes de
Jerusalén lo que estaban deseando es que surgiera alguien que destronase a
Herodes. Pero Mateo no se preocupa de las realidades históricas, sino de
expresar en lenguaje simbólico las auténticas realidades humanas. Pintándonos
a Jerusalén entero sobresaltado con el nacimiento del Mesías, el evangelista
nos adelanta una señal de lo que va a suceder en la Pasión de Cristo. También
allí aparecerá, como aquí, el sumo sacerdote y los escribas, para que el
principio, sepamos el desenlace.
5Ellos
le contestaron: En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: 6"Y
tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones
de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel" (Miq
5,1).
Es una cita doble del profeta
Miqueas (Miq 5,1). Mateo ha cambiado Éfrata por Judea, tema tan machaconamente
repetido en estas perícopas y que tiene una doble vertiente:
·
Jesús es el Mesías esperado por el pueblo judío.
·
Y cierto anti-judaísmo, en cuanto que son los
judíos los que lo rechazan. Mateo ha suprimido aquel que ha de dominar Israel y lo ha sustituido por una cita de 2
Sam 5,2 aquel que pastoreara a mi pueblo
Israel.
7Entonces
Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que
había aparecido la estrella, 8y los mandó a Belén, diciéndoles: Id y
averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme,
para ir yo también a adorarlo.
Estos versos anticipan la matanza
del v. 16. Se tiene la impresión que es aquí donde Herodes maquina la matanza.
El lector puede ver la hipocresía del poderoso y como intenta usar para sus
fines al bien-intencionado. Pero su mala intención va a quedar destruida por la
intervención de Dios (v. 12). Es la convicción firme que la bondad vence al
mal, aunque las apariencias puedan sugerir lo contrario.
9Ellos,
después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que
habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde
estaba el niño. 10Al ver la estrella, se llenaron de inmensa
alegría.
Los magos viajan de noche, no porque
eso fuese lo usual en Oriente, la gente viajaba de día, sino para dar ocasión
al narrador de sacar nuevamente la estrella. Es el viaje del ser humano en la
noche oscura guiado por Dios.
Para Mateo, la estrella no es
únicamente una metáfora para designar al Mesías. Esta estrella/guía se oculta,
desaparece y vuelve aparecer. Esta estrella nos habla del Mesías esperado y de
la providencia de Dios que guía al ser humano hacía él. A veces, se oculta, son
las pruebas y dudas de la fe, más, siempre reaparece después de discernir las Escrituras
(la pregunta de los magos a los especialistas de la Escritura).
11Entraron
en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo
adoraron;
Este verso constituye el punto
más álgido del relato, vieron al niño y a
su madre. El hecho de no mencionar a José, sugiere la posición especial de
María, ya anunciada en la concepción. María y el niño forman un todo
inseparable en estos dos primeros capítulos.
El Mesías, Dios hombre, nunca se
ve solo. No se puede desunir de la criatura humana en la que se encarna. Al
final del trayecto de la búsqueda de Dios no encontrarás al solo-Dios, sino a
Dios en el regazo de la humanidad.
y cayendo de rodillas lo adoraron[1];
El verbo “proskineo”, adorar, es la adoración y postración
que se hace solo ante los dioses y los reyes. En el evangelio de Mateo es
exclusiva de Jesús (el rey de los judíos y Dios). La realizan los que imploran
su ayuda (8,2; 9,18; 15,25) y los discípulos (14,33). Es significativo como
aparece esta adoración ahora al principio y al final de todo el evangelio, en
28,9.17: De
pronto Jesús, resucitado, les salió al encuentro y las saludó diciendo: ¡Alegraos!
Ellas se acercaron y se postraron abrazándole los pies... Al verlo se postraron
ante él, los mismos que habían dudado) La
actitud correcta ante el Señor resucitado es la adoración, es decir,
reconocerlo como rey Mesías y Dios. Y esto es lo principal que hacen los
primeros personajes que llegan a él, apenas nacido.
después, abriendo sus cofres, le ofrecieron
regalos: oro, incienso y mirra.
El sentido de los dones no está
claro[2]. El
incienso y la mirra se emplearon en el culto, en las prácticas mágicas, en las ceremonias
nupciales, como medicamentos… Ambos eran artículos del lujo, muy caros de
importación de Arabia, India, Somalia. A ellos se añade oro. Significa que los
magos ofrecen al niño los dones más valiosos.
Son los Santos Padres los que se
dedican a interpretarlos en clave cristológica: oro, simbolizando a Jesús como
rey; incienso, por ser Dios; mirra por ser hombre
Sea como fuere, las tres
características que se consideraban exclusivas de Israel (tener a Dios por rey,
ser el pueblo sacerdotal y ser la esposa de Dios) se extienden ahora a los
paganos. Más allá de la anécdota y por
encima del folklore, este episodio de los magos posee un profundo significado
teológico, y demuestra de por si lo que es el motivo conductor de la acción de
Jesús, el Dios-con-nosotros. El amor de Dios abraza a todos los seres humanos.
La gran novedad es Jesús. Ya no es necesario merecerse el amor de Dios a base
de esforzarse. Se trata de acogerlo como regalo gratuito que Dios nos hace. Es esta
la enorme diferencia que existe entre la religión y la fe. Es por ello que el
amor de Dios se derrama sobre todos aquellos que lo desean recibir, sin ningún
condicionamiento.
12Y habiendo recibido en sueños
un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro
camino.
Después del v. 11 el relato se
interrumpe. El narrador vuelve al recurso del sueño para mostrar la guía de Dios. El plan de Herodes queda
desbaratado.
Los magos vuelven a su tierra por otro camino. El
encuentro con Jesús no cambia la vida, sino el modo de vivirla, el estilo con
que se vive.
El relato nos presenta la acogida
de los paganos al Mesías y el rechazo de Israel, cosas que culminarán en el
relato de la Pasión. Es una narración honesta
cuyo objetivo es que el lector u oyente se identifiquen con la búsqueda y constancia
de los magos y llegue, como ellos, a la adoración, al reconocimiento de Jesús
como Dios y Mesías-rey, a la entrega de sí y al comienzo de un camino nuevo
hacia la misma tierra.
La discrepancia
entre el texto bíblico, como está en Mateo, y la religiosidad popular nos
invita a reflexionar. La historia de la
influencia que nuestro texto ha ejercido es un ejemplo de lo que no se debe
dar. La religiosidad popular ha desnaturalizado el texto bíblico, ha hecho que
sea pobre y poco influyente en su auténtico sentido. La exégesis debe eliminar
estos abusos y volver al mensaje del texto sin destruir lo positivo que
subyace, en parte, en esa religiosidad popular, la identificación cristiana con
esos personajes.
[1] Esta es la actitud propia de hombre/mujer de fe, cuya
expresión más significativa es la Eucaristía. “Bien, ¿qué es la eucaristía?", se
pregunta A. Maggi (o.c., p. 26)
"La eucaristía no es un culto que nosotros rendimos a Dios. Dios no necesita
nuestro culto. La eucaristía es el momento privilegiado para la comunidad
cristiana en el que Dios se pone al servicio de los suyos y les comunica su
misma fuerza. En el evangelio de Lucas, precisamente durante la eucaristía,
Jesús dice estas palabras:
“Yo estoy en medio de vosotros como
quien sirve”.
La eucaristía no es un servicio a Dios; Dios no precisa nuestros
servicios. La comunidad que ha aceptado su mensaje y se esfuerza por vivirlo,
encuentra ahora un momento de reposo. Dios la hace descansar, se pone a su
servicio y le comunica su misma fuerza, energía que la hace capaz de realizar
un servicio cada vez de más calidad y mayor profundidad. El momento central y
determinante de la eucaristía es cuando Jesús, el hijo de Dios, se hace pan
para todos, a fin que todos lleguen a ser hijos de Dios".
[2] Resulta esclarecedor el comentario de Maggi sobre el
sentido de los dones: "Son tres
dones de una importancia extraordinaria, en los que el evangelista anticipa y
resume todo el mensaje del evangelio.
El oro es
símbolo de realeza. …. El oro, pues, recuerda la realeza y el reino de Dios. Es
este un argumento central en todo el evangelio: Jesús, el Dios-con-nosotros, ha
venido a inaugurar el reino de Dios. El reino de Dios es ilimitado, no conoce
confines, y tiene por objeto la humanidad entera; más allá de religiones, culturas,
condiciones, etc., la humanidad es abrazada por el amor de Dios. Pero esto
creará un conflicto entre Jesús y los suyos, porque mientras Jesús ha venido a
anunciar el reino de Dios, ellos piensan, en cambio, en el reino de Israel.
El
segundo don de los magos es el incienso. El incienso era el elemento específico
del servicio sacerdotal: era uno de los objetos empleados en el ritual del
templo para los sacrificios de acción de gracias y para solicitar la protección
divina... El privilegio que los judíos se adjudicaban a sí mismos, la
prerrogativa de ser el pueblo sacerdotal, el pueblo que vive en contacto
directo con Dios, no queda ya restringido a una única nación, sino que se extiende
a toda la humanidad. En este momento de la narración, el elemento más novedoso
y sorprendente es que se trata de paganos, personas que veneran otras
divinidades y que viven fuera de la ley. También a ellos se les concede la
posibilidad de vivir en estrecho contacto con Dios.
Finalmente,
la mirra. También con la mirra se repite el mismo discurso. En el Antiguo Testamento,
y, especialmente, en el libro del Cantar de los Cantares, la mirra es el
ungüento con el que la esposa se perfuma para su rey. Es el perfume de la
esposa, que ella rocía en su lecho y en su cuerpo para su esposo. La relación
entre Dios y su pueblo era pensada y expresada en términos esponsales. Dios era
el esposo y el pueblo de Israel era la esposa. Pues bien, incluso esta prerrogativa
exclusiva del pueblo de Israel se abre ahora y se extiende a todos los pueblos paganos.
No se puede ya hablar en términos excluyentes de un pueblo que es la esposa del
Señor. Decir esposa indica comunicación íntima, relación íntima. Toda la
humanidad está llamada a ello".
No hay comentarios:
Publicar un comentario