BELÉN
2019.
Voy a
hacer un Belén. Y voy a poner en él a todas las personas que pueda. Me gustaría
que estuvieran representadas todas las personas del mundo. Todas. Que nadie se
quede fuera.
Extiendo las luces.
Representan a todas aquellas personas que son capaces de ver la realidad de
otra manera, aceptan las cosas como son, han dejado de exigirse y necesitar.
Pongo las casas viejas.
Representan a aquellas personas que de lo viejo, de lo antiguo, de lo que está
en ruinas, hacen nuevas todas las cosas.
Pongo el riachuelo, el
lago, el manantial. Simbolizan a todas aquellas personas que no se cansan de
perdonar. Viven perdonadas y perdonando.
El castillo de Herodes. Es
el más lejano de la cueva de Belén, pero también forma parte de mi Belén. Está
Herodes. Representa a todos los que tiene poder (sea del tipo que sea:
político, económico, cultural, mediático, social, eclesial…). A todos los que
se aprovechan de su cargo para bien propio… En las cárceles de este castillo
están los corruptos, los pederastas, los asesinos... Están lejos pero están en mi Belén.
Pongo a los soldados como
símbolo de aquellos que utilizan la fuerza para vivir. Abusan, utilizan,
manipulan… Parecen que son los otros, pero también en mi descubro estas
actitudes.
En la esquina del castillo, pongo a las
prostitutas. Antes que nada son mujeres. Son personas. De ellas dijo aquel
niño cuando fue mayor que llevan la delantera a las personas muy religiosas
para entrar en su Reino.
Pongo a los panaderos.
Representan a aquellas personas que se hacen pan para ser alimento para los
demás.
Pongo unas lavanderas.
Para que no se cansen de lavar todos esos trapos sucios que escondemos, que no
nos gustan de nosotros mismos y de los demás. Que continúen restregando
nuestras suciedades en la losa de la bondad.
Pongo un herrero.
Simboliza a todas las personas que se machacan o machacan. Y también simboliza
a esas cosas que solo se pueden manejar desde el fuego del amor.
Pongo unos niños jugando.
Distraídos, alegres, como si el juego fuera lo más importante en sus vidas,
pues la vida es un juego maravilloso. ¡Qué bello es vivir!
Una mujer que transporta agua.
Como símbolo de todas las mujeres que hacen de su vida un manantial que colma y
calma la resaca del odio, la división, la venganza.
Pongo unos abuelos de
largas barbas en una plaza. Símbolo de la sabiduría, de la acogida, de aquellos
que no tienen que demostrar lo que saben, sino que transmiten lo esencial de la
vida sin necesidad de imponerse.
Coloco un paralitico en una camilla.
Símbolo de todos aquellos que viven paralizados por sus miedos, su
irracionalidad, su falta de confianza. Viven en la continua sospecha.
Pongo a los ángeles que anuncian la buena
noticia del nacimiento de Jesús. Como símbolo de todas aquellas
personas que han encarnado en sus vidas la buena noticia del evangelio, han
hecho de su vida un puro evangelio.
Coloco a los pastores muy
cerca de mi Belén. Con sus ovejas y todo. Ellos representan a todo lo que hay
marginal en mi vida, y marginal en mi familia, en mi pueblo, en este país en el
mundo entero.
Pongo la estrella.
Simboliza a todas esas personas que son luz para los demás. Cuando te acercas a
ellas descubres que la vida merece la pena de ser vivida y entregada.
Pongo a los reyes mayos.
Pero no son tres son muchos más. Son todos aquellos que buscan, que se ponen en
camino. Son los que tiene capacidad para mirar el cielo y descubrir la estrella
que les guía hasta el pesebre. A los que no tienen la verdad en posesión sino
que la comparten haciendo un mundo más justo.
Coloco a la mula.
Representa a todos los animales. En este Belén cabe toda la creación: las
aguas, los cielos, las plantas, los animales, pues todas las criaturas son
reflejo del Creador.
Y al buey. Es
símbolo de la sencillez y la humildad radical. Solo los que pasan por la vida
de pobres y tontos disfrutan de ella pues no tienen convencer, sino solo hacer
la vida más agradable.
Pongo a José. Representa
a todas las personas que acogen el Misterio en su vida y lo cuidan, lo
protegen.
Pongo a María. Es
símbolo de los creyentes, de los hombres y mujeres de fe, de los que acogen la
Palabra en su vida y crean vida en sus ambientes.
Pongo a Jesús. Es
el centro del Belén. De él sale toda la luz que ilumina mi Belén. “Yo soy la
luz del mundo”. Representa a todos los “alejandros” de mi vida, a todos los
niños que viven en la debilidad, en la fragilidad, en el abandono, en el
desprecio… De ellos es el reino de Dios.
Muchas gracias por esta reflexión tan profunda y bonita.
ResponderEliminarFeliz Navidad.