viernes, 13 de diciembre de 2019

Otro comentario...  III domingo de Adviento (Ciclo A) --
Paolo Squizzato

Juan el Bautista, el más grande de los profetas, duda. Duda y pregunta: ¿Eres tu el que ha de venir?
Juan el Bautista es un hombre del Antiguo Testamento que se ha formado en la escuela para la cual Dios es también un Dios de muertos, y no solo de vivos, en el sentido de que puede incluso dar muerte, quemando a los malos y premiando a los buenos. 
El Dios de Juan Bautista es el Dios del Éxodo
que, para liberar y salvar a los suyos,
no tiene problemas en quitar la vida a sus enemigos,
en sepultar bajo un océano de agua a un ejército de egipcios
y en hacer caer sobre ellos su maldición con diez increíbles plagas,
entre las cuales se cuenta el asesinato de una multitud de recién nacidos. 
El Dios del profeta Juan ya tiene en la mano el hacha, para cortar de raíz los arboles que no dan fruto y echarlos luego al fuego que nunca se extingue (Mt 3, 10-12).

Ahora, delante de Jesús, el supuesto Mesías tan esperado, que debe ser la imagen viva del mismo Dios, está justificado que Juan el Bautista dé tumbos, entre en crisis y pregunte: ¿pero eres precisamente tú?

¿Es posible que tu Dios sea solo un Dios de vivos y no de muertos ? (Mt 22,31)
¿Es posible que no desintegres a los malvados, sino que los bendigas dándoles el sol y haciendo caer sobre ellos la lluvia? (Mt 5,45)
¿Es posible que no nos muestre ya su omnipotencia con diez acciones infernales, sino más bien con diez obras extraordinarias, que además hace a favor de las personas menos pensadas? (Mt 8-9)
Pero, ¿quien es este Dios tuyo?

Si. Jesús hace presente un Dios totalmente diferente, 
que emplea la misericordia con los miserables, 
que perdona a los imperdonables, 
que ama a quien no se lo merece y, sobre todo, que no se deshace de aquel a quien le cuesta dar fruto. Este Dios espera pacientemente un año y otro más, cuidando de él todos los días, con la esperanza característica de los amantes (Lc 13,9)

El Dios real de Jesús de Nazaret no es el "ideal" de Juan el Bautista ni el que se espera, según tantos cristianos, todavía hoy. 

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En este camino de Adviento, me pregunto, pregunto a Dios, y contemplo: ¿que imagen tengo de Dios? ¿La del Evangelio o la de mi sinagoga?
¿Soy seguidor de Juan Bautista o de Jesús?
¿Sigo a un "dios de mis ideas" o a una Persona?
¿El evangelio me afecta en mi pensar, sentir y hacer?



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