Escribía el gran Martín
Descalzo, escritor, poeta... y sacerdote que: "Hay que amarse deprisa,
porque la vida es corta". Él se lo decía al hablar de la muerte de su
padre. Como había dejado muchos domingos de ir a verlo, cuando estaba enfermo,
porque tenía muchas cosas que hacer, muchos artículos que escribir... Y tanto
era el amor de su padre hacia él, que los domingos no eran cuando coincidían en
el calendario, sino cuando iba a verle su hijo.
Esta referencia nos puede
servir hoy, en estos días, y siempre, para descubrir lo esencial e importante
de nuestras vidas. ¿Cuántas veces dejamos de vivir en lo “importante” porque
vivimos apretujados por lo “urgente”? Y así, al final, todo se convierte en
"urgente" como si nada fuera importante.
También, creo que estos días son
oportunidades para valorar lo esencial. Distinguir lo esencial de lo accesorio,
que sigue la misma lógica que lo dicho anteriormente. Si damos la misma
importancia a lo accesorio que a lo esencial, al final todo parece que se convierte
en esencial. Y no lo es.
¿Qué es para mí en estos momentos lo esencial
de mi vida? ¿Son cosas, son aspiraciones, son personas, son valores? ¿Cuándo parece
que todo se tambalea, dónde pongo el ancla (símbolo de la esperanza) de mi
vida?
Otro ejemplo. Ha salido una nota de la
conferencia Episcopal española, diciendo que se suspenden todas las procesiones
y actos públicos de la Semana Santa. ¿Esto
esencial o accesorio, importante o urgente?
Me imagino que hay para todas las
opiniones.
Pero volvamos a lo esencial. ¿Cuál es el
centro? Jesús de Nazaret, celebrar su pasión, muerte y Resurrección. Y de aquí
viene todo, todo lo demás. En tiempos de fuertes crisis, no deberíamos estar
dando tantas vueltas a todo aquello que no corresponde al centro. Si quitáramos
la fe en Jesús de Nazaret, ¿las procesiones se seguirían celebrando?
(Pero esto mismo se podría aplicar en
cualquier orden de la vida social, política, económica… Hace mucho daño el
querer estar siempre reivindicando privilegios, derechos. ¿Por qué no hablamos
de servir, de renunciar?)
Estamos en el desierto de la cuaresma, os
invito a acercarnos al oasis del Evangelio. En el centro del oasis: Jesús,
fuente de agua viva.

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