domingo, 7 de febrero de 2021

 SEMANA V

JUEVES, 11  FEBRERO

Marcos 7,24-30

24Desde allí fue a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. 

25Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. 

26La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. 27Él le dijo: Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos. 

28Pero ella replicó: Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños. 29Él le contestó: Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija. 30Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

 

COMENTARIO

24Desde allí fue a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.

Jesús se va de la región judía de Galilea a la ciudad pagana de Tiro. Como ya nos contaba Marcos en el episodio del geraseno, los discípulos no aparecen, no participan de la mentalidad de apertura de la salvación de Jesús.

Tiro era una ciudad odiada por los judíos por su paganismo e insolencia. Jesús se aloja en una casa de la que no se nos da ningún dato. Solo se nos dice procurando pasar desapercibido, pero no pasó inadvertido. Jesús entra en todas las casas, no diferencia entre puros o impuros, judíos o paganos.

 

25Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.

Una mujer sin nombre, representativa de los paganos que han oído hablar de Jesús, se acerca y se echa a sus pies como signo de impotencia, de necesidad. En este caso, no como en el de Jairo, es el evangelista quien nos transmite el motivo de su urgencia su hija tenía un espíritu impuro. La hija aparece como un personaje dependiente, menor de edad (no en sentido físico de años, sino en sentido de madurez), inmaduro. El problema de la mujer es que su hija/oprimida no se encuentra en paz, sino poseída por un espíritu de violencia contra su madre/poder dominante.

 

26 La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.

Marcos presenta a la mujer por su lengua y cultura, fenicia/“griega”, que se considera superior, perteneciente a la clase dirigente, y por su origen, de fenicia de Siria.

La mujer/clase dirigente, pide a Jesús que echase el demonio de su hija. No pide por ella, sino para su hija que necesita cambiar. Es la hija la que ha de cambiar. Es la niña, símbolo del pueblo inocente e inmaduro, la que se rebela contra los dirigentes. Le pide que calme la rebeldía de su hija contra ella misma.

 

27Él le dijo: Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos. 28Pero ella replicó: Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños. 29Él le contestó: Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija.

Sorprende la respuesta de Jesús, parece un desprecio. Pero…

·       el perro era considerado, en el pueblo judío, como el animal más despreciable de los animales; 

·       el pan es una figura para hablar de la ley, ley que les convertía en un pueblo superior a los paganos. Pero en este contexto, el pan se refiere al mensaje y la actividad de Jesús.

Con estos datos, podemos decir que la respuesta de Jesús está en la línea del pensamiento de esta mujer. Es como si le dijera: “según tu mentalidad fundamentada en la desigualdad, que divide en hombres de arriba y abajo, no está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perros”. La mujer no entendía que los paganos, perritos, tuvieran menos privilegios que los hijos, los judíos. Si en Israel, la discriminación es por motivos religiosos, en los paganos es por motivos económicos. Ninguna de las dos discriminaciones es querida por Dios.

 

La mujer no se marcha al oír la respuesta de Jesús. Su necesidad es mayor que su orgullo, y responde a Jesús, manteniendo la discriminación en la que vive. Pero hay cierta apertura: también los de abajo, (los paganos, para los judíos, o los oprimidos, para los paganos), debajo de la mesa, pueden comer el mismo pan, aunque sean migajas.   

Vista la rectificación de la mujer, admitiendo cierto grado de responsabilidad en la situación injusta y posesiva, Jesús le dice que se marche, el demonio ha salido de su hija. En cuanto la igualdad y la justicia se equiparan para todos, la opresión se rebaja de intensidad, los demonios salen. Cuando la madre cambia de mentalidad, desaparece el demonio de su hija. 

 

30Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

Al llegar a su casa, la mujer se encuentra a su hija sin demonio, pero echada en la cama como le había asegurado Jesús. La Palabra de Jesús es eficaz cuando se acoge con fe. La hija, aun, no tiene vitalidad, fuerza, para ponerse y mantenerse en pie. Hay que seguir alimentándola con el pan de la justicia, del compartir, de la entrega. Esto es solo el comienzo.

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