martes, 25 de junio de 2019

SEMANA XIII


DOMINGO

Lucas 9,51-62

51Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de caminar a Jerusalén. 52Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. 53Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
54Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?
55Él se volvió y los regañó. 56Y se encaminaron hacia otra aldea.
57Mientras iban de camino, le dijo uno: Te seguiré adondequiera que vayas.
58Jesús le respondió: Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
59A otro le dijo: Sígueme. Él respondió: Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre. 60Le contestó: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.

61Otro le dijo: Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa. 62Jesús le contestó: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios.


51Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de caminar a Jerusalén.
52Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. 53Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. 54Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos? 55El se volvió y los regañó. 56Y se encaminaron hacia otra aldea.

COMENTARIO
Aquí comienza una nueva sección que ocupa la parte central del evangelio de Lucas. La subida a Jerusalén.
El primer versículo está lleno de términos técnicos que es preciso traducir para extraer su mensaje.
-          llevado al cielo: arrebatamiento. Es un término técnico que hace referencia a la ascensión de Jesús (Hec 1.2.11-12). Unido a las palabras que aparecen, el evangelista está haciendo referencia a todo el proceso de Jesús camino de la pasión, muerte y resurrección. Es todo el camino de entrega de Jesús que termina en la Ascensión.
-          Jesús tomó la decisión: endureció su rostro. Es una expresión extraña tomada del profeta Ezequiel en la que Dios invita al profeta a encararse, a endurecer el rostro contra Jerusalén, sus autoridades, el Templo Ez 21,7. Es precisamente lo que va hacer Jesús a lo largo del viaje. Hace referencia la firme resolución de afrontar su destino que va a encontrar con la hostilidad manifiesta por la falta de comprensión de su mensaje y su modo de salvar.
-          Irrevocablemente: no aparece en esta traducción pero si en el texto original. Es la firme resolución sin vuelta atrás. Es algo personal.
Todo el camino hacia Jerusalén se convierte en una enseñanza teórico-práctica de cómo el discípulo debe llevar a plenitud los días de su vida para que a través de la entrega y plantando cara a los judaísmos y jerusalenes de cada época se pueda llegar a ascender al Padre.

Y envió mensajeros delante de él. Los mensajeros que envía Jesús tienen que realizar una misión precursora en Samaría, semejante a la que había llevado a cabo Juan Bautista en el país judío.

Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Judíos y samaritanos eran enemigos mortales. Era necesario, por tanto, que los men­sajeros preparasen convenientemente los ánimos de los samaritanos, para que estos recibieran a Jesús de buen grado. Si los misioneros les anuncian que Jesús se dirige a Jerusalén para plantar cara a la institución judía, no hay duda de que será bien recibido. Precisamente lo que no podían soportar era que el Mesías fuese el rey destinado por Dios como jefe del pueblo judío y que desde Israel debiese dominar a los demás pueblos. Si ahora resulta que aquel de quien habían oído decir que era un gran profeta o hasta puede que el Mesías, no iba a Jerusalén a tomar el poder, sino a hacer frente al sistema teocrático judío, los samaritanos le darán masivamente la bienvenida.

¿Qué les han contado los mensajeros? Literalmente han ido proclamando con aires triun­falistas que porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén ¡para coronarse rey de los judíos! Jesús les había dicho que iba a plantar cara a la institución encaminándose hacia Jerusalén. Ellos silencian lo más importante y dicen simplemente que su aspecto, persona, se encamina a Jerusalén. No es extraño que le cierren todas las puertas. La misión precursora de los misioneros ha sido un fra­caso rotundo.
Profeta es precisamente aquel mensajero “por cuya boca habla” Dios o el Señor Jesús. Y lo es cuando el contenido de la palabra que pronuncia no es lo que él piensa, sino aquello que, desde lo más profundo, experimenta de manera irresistible que debe comunicar.

Santiago y Juan, en representación del grupo de los Doce, después de haber comprometido con sus tejemane­jes el viaje de Jesús a través de Samaría, lanzan ahora el grito al cielo y claman venganza. La propuesta que hacen a Jesús la formulan con palabras del libro de los Reyes, donde se dice que Elías, en un caso parecido en que el rey Ocozías de Samaría le envió unos mensajeros pidiéndole que acudiese para librarlo de la muerte con que Dios lo había castigado por culpa de su idolatría, hizo bajar fuego del cielo que consumió a los cincuenta hombres que había enviado 2 Re 1,1-14. Piden, por tanto, a Jesús que actúe al modo de Elías y se vengue de la mala acogida de los samaritanos. No les basta con tergiversar el mensaje, sino que exigen un castigo en nombre de Dios contra sus enemigos mortales.

Él se volvió y los regañó. Literalmente “conminó”, como si estu­viesen endemoniados. De hecho, están “poseídos” por una ideología que les impide actuar como personas sensatas: están repletos de odio, de intolerancia religiosa y de exaltación nacionalista. Jesús se volvió: esto quiere decir que Él no se había inmutado y que proseguía su camino, mientras que los discípulos se habían quedado atrás, esperando la venganza del Mesías contra aquellos canallas samaritanos. El conjuro que les lanza debió ser sonado.
La travesía de Samaría continúa. Ahora veremos las consecuen­cias de esta oposición sistemática de los Doce a los planes de Jesús.

57Mientras iban de camino, le dijo uno: Te seguiré adondequiera que vayas.
58Jesús le respondió: Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
59A otro le dijo: Sígueme. Él respondió: Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre.
60Le contestó: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.
61Otro le dijo: Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa.
62Jesús le contestó: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios.

COMENTARIO
Como los discípulos judíos van a la contra de Jesús y algunos samaritanos han comprendido su actitud, quieren incorporarse al grupo. Jesús, acepta nuevos discípulos, que se unen a él mientras iban por el camino. No importa que sean samaritanos, sólo es necesario, que vivan las actitudes del verdadero discípulo:
-          que sepan que el camino que emprenden no los hará ricos: Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. Al primero, que se ha ofrecido espontánea­mente, Jesús le exige que no se identifique con ninguna institución, no tiene donde reclinar la cabeza. Jesús nos quiere abiertos a todos y universales.
-          que abandonen la herencia del mundo viejo para construir una humanidad nueva: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.  Al segundo, Jesús lo invita él mismo porque sabe que ya ha roto con la tradición paterna (muerte del padre, figura de la tradición que nos vincula con el pasado). Le pide que se olvide del pasado, enterrar, y que se disponga a anunciar la novedad del reino; 
-          y que, comprometidos con ese futuro radicalmente nuevo, no sucumban a la tentación de una nos­talgia paralizadora que los incapacitaría para la misión: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios. La familia es figura, en este contexto, de Samaría: la opción por el reino universal rompe con cualquier particularismo. En adelante lo que impor­ta es una nueva humanidad.

Lucas describe con estos tres personajes la constitución de un nuevo grupo (tres indica siempre una totalidad). Estos personajes, sin embargo, no tienen nombre. La situación que describe tiene más de ideal que de real. Hay una referencia implícita a la primera llamada de discípulos israelitas: Pedro, Santiago y Juan. También tres. Las condiciones que les impone ahora son más exigentes si cabe: les exige una ruptura total con el pasado: casa, familia y, sobre todo, padre, como portador de tradición.

El seguimiento de Jesús es una invitación y un don de Dios, pero al mismo tiempo exige nuestra respuesta comprometida. Es don y conquista. Una invitación de Dios, y una meta que nos debemos proponer con confianza. Pero sólo por amor, por enamoramiento de Jesús, podremos avanzar en el seguimiento. Ni las prescripciones legales, ni los encuadramientos jurídicos, ni las prescripciones ascéticas pueden suplir el papel que el amor, el amor directo a Jesús y a Dios mismo a través de la persona de Jesús, tiene que jugar insustituiblemente en nuestras vidas llamadas. 

SEMANA XII

SÁBADO, 29 DE JUNIO
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SOLEMNIDAD, SANTOS PEDRO Y PABLO


Mateo 16,13-20
13Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? 14Ellos contestaron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. 15El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.
17Jesús le respondió: ¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. 19Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. 20Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

COMENTARIO
13Al llegar a la región de Cesarea de Filipo…
No hay que perder de vista la dinámica de toda la catequesis de Mateo. Estamos al otro lado, los discípulos han completado su travesía y llegamos a la capital del otro lado, a Cesárea de Filipo. Era lo más opuesto y lejano a Jerusalén con la carga judaica que esa ciudad lleva consigo, lugar de donde vienen escribas, fariseos, saduceos.
Ahora que los discípulos han llegado a las antípodas de Jerusalén, que se han universalizado y han llegado a la capital del otro lado, que están fuera del territorio donde reina la concepción mesiánica de David como rey poderoso, ahora es el momento de proponer a sus discípulos la cuestión sobre la identidad.

Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
14Ellos contestaron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.
Esta es la primera pregunta.
Hijo del hombre es una expresión que se refiere a Jesús mismo. Es equivalente a que decir yo, “de mi”.  Mateo y sus lectores saben el significado de la expresión del Hijo del Hombre por la tradición cristiana, por ser una expresión que Cristo utilizó históricamente para referirse a sí mismo. Esta expresión evoca todo lo vivido con Jesús a lo largo del discipulado. Es el título con el que Jesús describe toda su andadura por la Historia, y en el discípulo evoca esto, el descubrimiento de quien es Jesús a través de su andadura junto a él: el hombre perfecto, pleno, acabado, con mayúsculas.
Por lo tanto, cuando en la primera pregunta Jesús dice ¿Quién dice la gente es que es el Hijo del Hombre? Equivale a decir: ¿la gente ha llegado a captarme a través de mi andadura por la historia como el que realmente soy?

Y los discípulos contestan: la gente te ve como un personaje excepcional; te compara y te ve con los grandes personajes del pasado: un enviado de Dios en continuidad con el pasado. Y esto, en cierto modo, es verdad, pero como no han profundizado no captan su condición única, no descubren la novedad de su mesianismo y, por tanto, no descubren su figura.
Hijo del Hombre es una expresión que tienen sentido para los discípulos, para los demás es un misterio. Cuando se entiende cuál es el camino manifestado en Jesús, cuando entendamos a Jesús y su caminar en sentido pleno, al Hombre con mayúsculas, es cuando el Padre nos revela que Él es el enviado, el Hijo de Dios vivo.

15El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.
Por esto, en la segunda pregunta, cuando Jesús les dice y vosotros ¿quién decís que soy yo?, los discípulos ya han captado la plenitud y la novedad que Cristo trae y la calidad de su mesianismo. La respuesta escenificada por Pedro podríamos traducirla así: “En nuestra andadura contigo hemos descubierto que eres la plenitud del ser humano, el hombre acabado, el Hijo del Hombre, esto es, el Hijo del Dios vivo. Además eres el Mesías, el enviado por Dios para que nosotros lleguemos también a ser sus hijos. Soy criatura llamada a ser hijo de Dios. Reconozco en ti, Jesús, al Ungido/Mesías enviado que me potencia para llegar a lo que debo ser”.


17Jesús le respondió: ¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Pedro no es nombre. Cristo o Mesías/Ungido no son nombres de Jesús, son “sobrenombres”. Son palabras que indican una función. La función de Pedro y la de todos ese ser piedra útil para la edificación de la Iglesia de Dios, para el pueblo de Dios.

Mi padre que está en los cielos, está en paralelo con Padre nuestro del cielo (Mt 6,9). Los que reciben del Padre la revelación sobre Jesús son los que ven en Jesús la imagen del Padre, al Hijo de Dios vivo. Y los que reciben de Jesús la experiencia de que Dios es Padre, lo pueden convocar como tal. Esta es la dicha de la que Pedro participa y todos los que siguen a Jesús. La bienaventuranza, Bienaventurado, se dice solo a Simón, pero es representante y solo como primacía, como hermano mayor.

Es paralelo de las palabras de Pedro, tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo, están las de Jesús: tú eres Pedro y sobre esta piedra… “Todo el que profesa lo que tú has dicho se convierte en piedra apta pata al construcción de la asamblea/pueblo de Dios. Y sobre esta roca inamovible que es la confesión de fe que acabas de hacer edificaré mi comunidad que se edifica con piedras que como tu profesan esa fe en mí[1]. La fe en Jesús es la roca firme que permite la construcción de una sociedad humana nueva. Ni sobre Simón ni sobre sus sucesores se construye nada, no son cimiento, todos son piedras móviles, de paso por la vida, que elevan el edificio. El edificio crece con piedras, el cimiento no crece, es roca firma, asentado desde siempre y para siempre. Todo el que da adhesión a este cimiento se convierte en piedra utilizable para la construcción.

Continua Jesús: Y el poder del infierno/del Hades…Es  una expresión fija que designa, en la literatura bíblica y en la literatura griega, a la muerte. No la derrotará, no prevalecerá sobre la edificación cimentada sobre la roca que es el Dios vivo. Jesús es el Hijo de Dios vivo, su obra no puede estar sujeta a la muerte.  




[1] La palabra piedra tiene varios significados:
-          Piedra. Es “petros”, en griego. Significa la piedra que puede moverse, incluso lanzarse. Es, por ejemplo, las piedras que se usan en una construcción. Pedro no es nombre ni existía como nombre de persona en griego antes del cristianismo ni Cefas (en arameo) tampoco.
-          Roca. “petra”. Significa la roca inconmovible, inmensa, anclada en el suelo, equivale al cimiento de una casa y en este sentido se usa en Mt 7,24-45: el hombre que construye su casa sobre roca.
Son conceptos muy diferentes. Jesús, tomando el sobre nombre de Pedro crea una imagen. “Simón por esta confesión que me has hecho, por esta fe que profesas, ahora es cuando tu sobrenombre de piedra se ha hecho realidad. Eres piedra labrada y apta para la construcción de mi Iglesia. Todo el que siga tu proceso se convierte en piedra apta para la construcción de la Iglesia”.
Y continua Jesús: Y sobre esta piedra/rocaLuego, esto ya no se refiere a Simón. Simón no es roca, sino piedra. La Iglesia no se cimienta sobre Simón, ni sobre ningún hombre. ¡Menuda garantía de estabilidad es Simón-Pedro que de aquí a unos versículos se opone a la entrega de Jesús y es llamado Satanás! (22-23). Estas palabras no se refieren a Simón, sino a la fe expresada por Simón, Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios, o se refiere al mismo Cristo que a la postre es lo mismo que lo anterior. Esta interpretación de San Agustín predominó durante la Edad Media y esta interpretación agustiniana derivó en una doble perspectiva:
-          No es el Papa el fundamento de la Iglesia, sino a la inversa: la Iglesia es el fundamento y la madre del Papa. 
-          Tomás de Aquino intenta agregar a la interpretación cristológica de San Agustín, la interpretación papal, y dice: Cristo es fundamento de la Iglesia por sí mismo, Pedro es fundamento en tanto que confesó a Cristo. Esta distinción de Sto. Tomás es la que marcó decisivamente la interpretación católica posterior. Además no es exacto, Pedro en tanto confesó a Cristo se convirtió en piedra de construcción, no en piedra de fundamento.
-          La reforma protestante adoptó la interpretación de la Iglesia primitiva y la de San Agustín y las acentuó en sentido anti-papal: la roca es la fe, la roca es Cristo. Y Lutero dirá: Pedro es roca en tanto que encarna la fe, y no el poder. 

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VIERNES, 27 DE JUNIO- SOLEMNIDAD DEL CORAZÓN DE JESÚS



15 1 Solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo.2 Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Ese acoge a los pecadores y come con ellos.

 3 Jesús les dijo esta parábola: 4¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? 5Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; 6 y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: "¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido". 7Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

8 O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? 9Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: "¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido". 10Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.

COMENTARIO
En el camino hacia Jerusalén, Lucas nos presenta las parábolas como un alto en el camino para suscitar la reflexión. A veces, salir del camino y descansar es otra manera de caminar. En Lc 15, el evangelista muestra, al comienzo, los personajes que van a ser destinatarios de estas parábolas. Por un lado, los publicanos y los pecadores, los “descreídos”, representan a los seres humanos separados de Dios. Jesús/Dios los busca, ellos le siguen, se acercan para escucharle. Su aproximación es positiva, están en proceso de conversión. En la parábola del padre y de los hijos están representados en el hijo menor.
Por otro lado, están los escribas y fariseos. Representan a los seres humanos, no separados de Dios. Están en la casa de Dios, se ocupan de las “cosas de Dios”. Dios no necesita buscarlos, están. Por considerarse justos y no sentirse necesitados de conversión, no escuchan a Jesús. Al final quedan representados en el hijo mayor que está en la hacienda (como se verá en el próximo capítulo), está en casa pero no entra al banquete del Reino.

1Solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo.2 Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
 3Jesús les dijo esta parábola: 4¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? 5Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; 6y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: ¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido". 7Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Comenzamos con una curiosidad. En el v.3 se dice les dijo esta parábola y luego se narran tres. ¿No será que se trata de una misma parábola? Posiblemente sea una parábola, la del padre con los dos hijos; las otras dos son dos relatos de introducción al cuerpo central constituido por los vv.11-32. Veamos estas dos parábolas introductorias.
Los publicanos eran unos impresentables al servicio de los poderosos, especialmente de los romanos que tenían ocupada Palestina. A los ojos de la gente, eran unos traidores al servicio de Roma, y de cara a los romanos, unos ladrones. La primera Iglesia los elegirá para hablar de ellos en sus catequesis, en sus evangelios, no para ponerlos como ejemplos, sino para hablar de la fuerza transformadora que tiene el evangelio.

¿Quién de vosotros…? Empieza implicándonos a todos: los que se consideran justos piensan que los malos no tienen derecho, y los que se consideran perdidos piensan que no hay solución. Jesús con parábolas pretende sacarlos de ese punto final. Les cuenta una historia para que viendo las cosas desde otra perspectiva puedan cambiar y convertirse.
El relato nos sitúa como dueños de un rebaño de cierta importancia, cien ovejas. La pérdida de una de ellas no parece tan importante, no empobrece a su dueño. Pero sí lo es. El pastor echa en falta una de cien porque las conoce a todas y cada una, se preocupa y las cuenta. Será solo una, pero es la suya, la quiere, el rebaño no será completo sin ella. Dios es así. Dios no quiere que nadie se pierda y no cesa de buscarlo hasta que lo encuentra, llevarlo a casa y hacer banquete.

Todo se describe con el verbo perderse. Verbo que significa morir, desaparecer, estar perdido, no saber dónde estás, no encontrar el camino, a Jesús. En el lenguaje de los cristianos es el verbo que significa lo contrario a la vida, como levantarse, resucitar, incorporarse. Si sólo hay un verbo para expresar lo negativo, hay muchos de ellos para describir el rescate/salvación: buscar, no para de buscar hasta que la encuentra, y cuando la encuentra se la carga sobre los hombros, y cuando llega a casa reúne a todos en una celebración donde destaca la alegría. Es la forma que tiene Lucas de remarcar la inimaginable misericordia de Dios que apabulla nuestras miserias.

Previo a esa búsqueda, el pastor abandona las noventa y nueve. Al final del relato nos enteramos que esas noventa y nueve son justos que no necesitan conversión, se corresponden a los salvados ya en el cielo que también son rebaño del Señor, habrá más alegría en el cielo… v.7. La oveja perdida representa a toda la humanidad que está en proceso de conversión. Los humanos nos perdemos con más frecuencia de lo que podemos pensar. Jesucristo, buen pastor, no las abandona. El desierto es el lugar donde de una manera ininterrumpida está presente. Además, el verbo abandonar en Lucas es lo que hay que hacer para obtener la salvación Lc 5,28;10,40. Abandonar no es negativo, es introducción de salvación.

Todo lo realiza el pastor. La oveja es totalmente pasiva: la obra misericordiosa de Dios es lo primero en este proceso de conversión y salvación. La misericordia de Dios precede al arrepentimiento. No es que nosotros encontremos el Camino, es el Camino quien nos encuentra a nosotros. Es entonces cuando revivimos, nos ponemos en pie y decidimos caminar a la casa del Padre.

5Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; 6y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: ¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido". 7Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Una vez que la encuentra la carga sobre sus hombros. Más que una imagen dulzona, es que el animal perdido está aterrorizado, herido, mal oliente. El pastor lleva encima un cansancio suplementario, pesa más de lo que imagina: está sucia, fea, mermada y no huele bien, como los pobres, los marginados, los enfermos.  No obstante, nada  de esto agota la energía del pastor ni su alegría.

Los noventa y nueve justos representan a la Iglesia del cielo. De ahí la alegría por nuestra conversión. Ellos ya lo han logrado, pero algo les falta para llegar a la unidad (noventa y nueve más uno son cien). Faltamos nosotros. Todos estamos en proceso de conversión porque todos somos débiles y oveja perdida. Sólo somos uno, pero tan importante para Dios como el todo. Sin el uno no hay totalidad y no hay alegría plena. Podemos parecer poca cosa, pero somos el todo, sencillamente porque sin nosotros el todo no existe. De ahí el interés de Dios en que nadie se pierda.







SEMANA XII

JUEVES, 27 DE JUNIO


Mateo 7, 21-29
21No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22Aquel día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? 23Entonces yo les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad.
24El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. 25Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
26El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. 27Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande.
28Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, 29porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.

COMENTARIO
Jesús continúa con el primado de las obras sobre las palabras. Recuerda cuales son los frutos buenos: cumplir la voluntad de Dios, de mi Padre.
Nos situamos ahora en el final:
·         Allí no valdrán las palabras ¡Señor!..
·         Ni siquiera valdrán las obras: profetizamos, expulsamos demonios, hicimos milagros en tu nombre... Se puede invocar a Dios como Señor e incluso hacer buenas obras. Si los criterios son mundanos, no solo no los acepta sino que los considera sin valor y propio de malhechores (agentes de iniquidad... v. 23)
El verdadero discípulo no es solo el que dice ¡Señor, Señor! y hace cosas buenas en nombre del Señor, sino el que las hace con recta intención, sin disfraz.
El criterio que decide sobre la validez y la autenticidad son las obras, aunque sobre la validez de esas obras solo decide Dios, no el hombre o la comunidad.
Hay que mirar sobre qué cimentamos nuestra vida, nuestra existencia, nuestra casa. Se habla de dos tipos de hombres, prudentes y necios, que han oído el discurso precedente. La diferencia está en llevar  o no llevar a la práctica las palabras de Jesús.
La casa representa al ser humano. El éxito de su vida y la capacidad de mantenerse firme depende de que su vida tenga como cimiento unas obras acordes con su mensaje.  
Mateo concluye el Sermón del Monte con esta doble parábola que coloca a los lectores ante la gran alternativa. Son palabras escatológicas: será como...No se trata de una situación intramundana, sino del juicio final. La supervivencia del constructor que ha edificado sobre la roca (es la roca del calvario y la roca del sepulcro, símbolos de la entrega total) o ha edificado sobre arena, que en el contrapunto con la roca, significa lo inestable, o diminuto, lo que casi ni cuenta ni se ve.

28Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, 29porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.
Asistimos al final del Sermón del Monte.
La multitud que había seguido a Jesús, antes de comenzar el discurso (Mt 4,25) y que ha escuchado su enseñanza, reacciona con asombro. Está entre la enseñanza de Jesús y la de los fariseos... les enseñaba con autoridad, no como los escribas.

Hay que notar que las palabras de Jesús no están dirigidas solo a los discípulos, sino a la muchedumbre. El Sermón del Monte va dirigido a todo ser humano que deberá elegir entre:
·         Los escribas de cada tiempo: la cultura, el ambiente, la mentalidad, etc;
·         y la enseñanza de Jesús que unas veces interpretan, otras corrigen y otras anulan la cultura y la mentalidad en la que vivimos.
SEMANA XII

MIÉRCOLES, 26 DE JUNIO


Mateo 7,15-20
 (Se han añadido algunos versículos… porque así tiene más sentido)

13Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. 14¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.
Jesús habla del camino que conduce a la vida.
Dicho camino es placentero, da más placer profundo ser buena persona y estar lleno de buenos sentimientos que vivir de manera hipócrita. La puerta que lleva a la vida no puede ser estrecha ni pequeña.
·         El término usado para hablar de puerta hace referencia a la puerta de una ciudad o del templo.
·         El término para hablar de camino angosto  no quiere decir estrecho, sino que expresa la gran avenida porque vivimos tan llena de gente, hay tanta aglomeración, que el avance se hace difícil, y más cuando se va en sentido contrario al de la gente.
El camino y la puerta no son estrechos. Lo que lo hace dificultoso es la mentalidad de este mundo, que deslumbrado por lo aparente y por los valores de este mundo, ambición/poder/prestigio, no la ve e intenta impedir que se acceda a ella.
Las dos imágenes son complementarias: recorremos el camino que lleva a la puerta de la vida. Ser cristiano no es cruzar un umbral, sino elegir cada día un camino que bien elegido lleva al final a la puerta de la vida.

15Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? 17Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. 18Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. 19El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. 20 Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

En el camino hacia la puerta de la Vida hay mucho disfraz: que no engañen con el disfraz de las palabras, el criterio son las obras.

Para Jesús, las obras brotan espontáneamente de la realidad interior de las personas. Las obras delatan el interior de las personas. Lo que cuenta es la realidad de la conducta. No es a base de obrar bien como uno acaba siendo bueno, sino que a consecuencia de que es bueno, obra bien. No hay vida interior independientemente de lo externo: las obras delatan lo que son las personas. En la actitud con el medio, esta es una máxima a guardarse de tanta falsedad. 

SEMANA XII

MARTES, 25 DE JUNIO



Mateo 7.6.12-14
6No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros. 12Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas.
13Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. 14¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.

COMENTARIO
 6No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Junto a esta actitud está la de la prudencia y el discernimiento. No es excluir a nadie del amor, ver en el ser humano un hermano, y esto no llevará a la ceguera. Es preferible ser prudente y discernir. No todo se puede comunicar a cualquiera.
Las comparaciones nos pueden parecer fuertes y brutales. El perro y el cerdo son los animales impuros por excelencia. Figuran aquí representando a los que no son limpios/puros de corazón, a los que por buscar su propio interés cometen la injusticia contra el prójimo. Más que llamar perro o cerdo a nadie juega con el concepto, con lo que simbolizaban en aquella cultura. Frente lo más depreciable aparece lo más valioso y lo más sublime:
·         Las perlas (el Reino es comparado con una perla preciosa, Mt 13,45-46).
·         Lo santo, es decir, lo perteneciente a Dios, la ofrenda sacrificial, la carne del sacrificio.
·         La ofrenda de ti mismo no la puedes dar al que no la conoce, ni la valora, ni la aprecia, ni la entiende. Lo mismo pasa con las perlas del Reino.
Es necesario, que en las relaciones con los demás exista el discernimiento y la prudencia:
·         El Reino/las perlas pueden acabar pisoteadas por los cerdos (los que solo miran su interés);
·         el ofrecimiento personal (tu carne, lo santo) puede acabar destrozado por cualquier perro vagabundo. En aquel pueblo judío el perro no es un animal doméstico.

12Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas.
13Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. 14¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.
Este texto empieza con la llamada regla de oro. Es la conclusión de todas las enseñanzas y al mismo tiempo insiste en la acción (hagan...haced). Esta regla de oro no es propia del cristianismo, tiene validez y vigencia universal, está recogida en todas las religiones y culturas del mundo.
¿Qué sentido tiene esta regla universal?
·         No habla de un egoísmo ingenuo. Lo que motiva mi acción es lo que quiero recibir de los demás.
·         Tampoco se trata de una ley del talión que se resuelve contra el semejante.

San Mateo nos remite al principio del Sermón del Monte donde Jesús declara con su vida y su enseñanza la plenitud de la ley y de los profetas. Todo lo dicho en el Monte eran ejemplos concretos de perfección que deben situarse en un horizonte que abarque toda la vida entera. Los dichos del Monte eran ejemplos concretos que luego el ser humano debe ampliar a todas las facetas de la vida. Es el hombre el que tiene que inventar el sermón del monte en su vida concreta a la luz del amor.

jueves, 20 de junio de 2019

Resultado de imagen de corpus christi FANOSEMANA XII
DOMINGO
SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO


Lucas 9,11b-17

En aquel tiempo, Jesús les hablaba del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación.
12El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado». 13El les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».
14Porque eran unos cinco mil hombres.
Entonces dijo a sus discípulos: «Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno». 15Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos.
16Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente.
17Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.

1.    COMENTARIO
Mucha gente acudía a escuchar a Jesús. A veces venían de lejos, y era lógico que vinieran preparados para pasar unos días. Venían atraídos por la fama de los signos y señales que realizaba.

La gente “seguidores” al darse cuenta (que Jesús se retiraba a solas con sus discípulos), lo siguió.
La predicación de Jesús del Reino va acompañada de obras, sanaba. Es la fe acompañada de obras, la Palabra de obras, el anuncio de liberación con hechos de liberación.

Es la misma frase que en el relato de Emaús Lc 24,29. Los Doce no están muy iluminados, caminan hacia la oscuridad/incomprensión, como los de Emaús. Desde aquí piden lo contrario al estilo de Jesús, despide a la gente, échalos. Justamente Jesús acaba de acogerlos a ellos y a la gente.
Esta gente que no comparte los planes nacionalistas/mesianismos de los apóstoles, han salido de las aldeas camino de la ciudad, han salido al otro lado, les molesta su presencia. Que cada cual se lo resuelva por su cuenta. Que vuelvan a la ciudad, donde había actividad económica y comercial, podrían comprar su vida: alimento y descanso. Ellos, los Doce, son la élite, no están para servir sino para que la gente esté pendiente de ellos. Los doce elegidos por el Dios que acoge, piden a Dios que no acoja a otros o que cese en su acogida.
Jesús está centrado toda su atención en esa gente.

Algunas traducciones dicen desierto. Pero no hay desierto en Galilea.
Van desde Cafarnaún hacia Betsaida, son pueblos próximos, unos 7 km. Luego, no tiene sentido mandarles a otros lugares. Sus casas no estaban lejos. Podían volver en cualquier momento. 
El descampado/desierto es la vida concebida como éxodo. Se refiere a lo que da vida mientras hacemos el éxodo por este mundo. A todo lo que da calor, seguridad, hogar y descanso.

Jesús les habla de entrega, ellos de comprar. Reconocen que tiene plenitud (5+2=7), pero no están dispuestos a compartir. Prefieren ir a comprar, cargar y volver, antes que darse.
El milagro no es tanto la multiplicación del alimento, sino lo que ocurre en el interior de sus oyentes: se sintieron interpelados por la palabra de Jesús y, dejando a un lado el egoísmo, cada cual colocó lo poco que aún le quedaba, y se maravillaron después de que vieron que el alimento se multiplicó y sobró.

El gesto de compartir marca profundamente la vida de las primeras comunidades que siguieron a Jesús. Compartir el pan se convierte en un gesto que prolonga y mantiene la vida, un gesto de Pascua y de Resurrección. Al partir el pan se descubre la presencia nueva del resucitado.

5000 es múltiplo de 50, de 5. Son símbolos de la comunidad del Espíritu. Este número hace relación a los grupos de profetas, compuestos de 50 hombres adultos, indicando la plenitud humana que produce el Espíritu. Es el Espíritu, el amor de Dios que se ofrece y se recibe con el pan. La comunidad seguidora de Jesús es una comunidad del Espíritu, por tanto, profética.

Jesús no hace caso del pesimismo e impotencia de los discípulos, ordena a sus discípulos para que estos manden a la gente que se siente. Sentarse, recostarse, comer recostado era propio de hombres libres. La libertad es el primer efecto de las palabras y gestos de Jesús. La nueva Pascua, en el nuevo éxodo, no se come de pie ni deprisa como en la antigua alianza. Ahora, es una Pascua de hombres pobres, no de esclavos, y no hay que recorrer un largo camino para llegar a la nueva tierra prometida. La multitud se convierte en comunidad.  

Todos somos portadores de:
-          Pan: símbolo de Jesús mismo; 5 panes= portadores de Jesús por medio del Espíritu.
-          Peces: símbolo de Jesús en cuanto salvador: pez=<ijzis>=Jesús Hijo de Dios hombre Salvador.

En definitiva, el relato nos dice quiénes somos:
-          Portadores del pan de vida, pan de plenitud por medio de la entrega cinco panes =entrega;
-          Portadores de los peces de la salvación para los demás dos peces= salvación;
-          Ungidos por el signo del Espíritu (5.000 hombres), que nos potencia y nos hace madurar.

Jesús toma los panes de la comunidad y hace los siguientes gestos:
- alzando la mirada al cielo.  El gesto que va a realizar es don del cielo, don de Dios.
- pronunció la bendición. Es la bendición a Dios por sus dones. Bendecir es reconocer que algo que se posee es don del amor de Dios y alabarlo por ello. Al reconocer que el origen de los panes y de los peces está en Dios, el alimento queda desvinculado de su poseedor humano, pasa a ser de todos, como la creación misma;
- los partió. Lo troceó. Símbolo de la entrega. Vivir es un camino de entrega. El signo que Jesús realiza consiste precisamente en liberar a la creación de la acumulación y ambición egoísta. Cuando el hombre reconoce el amor de Dios que se manifiesta en ella, entonces, se dispone a compartir lo que tiene y manifestar su amor. Cuando se comparte hay para todos, cuando cada uno comparte con los demás hay para todos;
- se lo iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Dando...para servir: Si todo es don y regalo es porque Dios es regalo total; si somos hijos de Dios, podríamos parecernos a él en el camino de la entrega.

Se subraya la abundancia que es al mismo tiempo libertad. Jesús cuando satisface la necesidad humana lo hace plenamente. Con estos gestos muestra a los discípulos, los Doce, cuál era la función del nuevo Israel: el servicio de la mesa, signo por excelencia del tiempo mesiánico. Deben ponerse al servicio de los marginados de Israel.
Cuando se comparte, hay de sobra para todo el pueblo de Israel doce cestos, para las doce tribus de Israel. El programa que Jesús había propuesto a Israel ha comenzado a realizarse. El acento está puesto en el compartir.

2.    ORACIÓN
Jesús gracias por la "acción de gracias",
por la Eucaristía.
Eres tu quien actúa, como aquel día,
en aquel descampado.

Gracias por hacerte Eucaristía,
banquete que nos recuerda el camino de la entrega.
Haced esto en memoria mia,
entregaos como yo lo hice,
como yo lo hago.

Gracias por hacerte Eucaristía,
que sacia y conduce a la plenitud.

Gracias por hacerte Eucaristía,
invitándonos a partirnos y repartirnos,
o que nos partan y repartan,
como tu hiciste,
como hicieron contigo.

Gracias por hacerte Eucaristía,
Tú eres el centro,
Tú nos reúnes en comunidad,
aunque no seamos conscientes ni lo aparentemos,
abiertos a todos.