SEMANA XIX DEL TIEMPO ORDINARIO
MARTES
Mateo 18,1-5.10.12-14
18 1En
aquel momento, se acercaron los discípulos a lo Jesús y le preguntaron: ¿Quién
es el mayor en el reino de los cielos? 2Él llamó a un niño, lo puso
en medio 3y dijo: En verdad os digo que, si no os convertís y os
hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 4Por
tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino
de los cielos. 5El que acoge a un niño como este en mi nombre me
acoge a mí. 6 Al que escandalice
a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra
de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar.
10Cuidado
con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están
viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial.
12¿Qué
os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no
deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? 13Y
si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las
noventa y nueve que no se habían extraviado. 14Igualmente, no es
voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos
pequeños.
COMENTARIO
Niño judío y niño palestino... juntos |
18 1En
aquel momento, se acercaron los discípulos a lo Jesús y le preguntaron: ¿Quién
es el mayor en el reino de los cielos?
Este relato
tiene lugar en la misma casa donde estaban Jesús y Pedro. Es la casa que
representa la comunidad de Jesús. Comienza así una enseñanza que tiene como
punto de partida la pregunta de los discípulos. El reino de Dios es la
comunidad cristiana; los discípulos, según la mentalidad del judaísmo, suponen
que hay en ésta diferencias de rango.
2El
llamó a un niño, lo puso en medio
A un niño,
a un criado, en griego "paidion" (diminutivo
de "país": muchacho
/ mozo / chico) denota un niño o niña de hasta doce años, mozuelo / chiquillo).
En este pasaje no se trata de un
chiquillo cualquiera, como aparece claramente a continuación. El chiquillo es
un joven sirviente. Al colocarlo en medio, lo hace Jesús centro de atención y
modelo para los discípulos.
3y dijo: En verdad os digo que, si
no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más
grande en el reino de los cielos.
Si no
os convertís, "si no dais la vuelta", sino cambiáis la dirección de
vuestra mentalidad, de vuestro pensamiento.
Hacerse como los chiquillos/servidores significa renunciar a toda ambición personal. Siendo este
cambio condición para entrar en el Reino, está en relación con la opción
expresada en la primera bienaventuranza (5,3), que es la que permite entrar en
el reino; lo mismo, con la fidelidad exigida en 5,20 y con «renegar de sí mismo», condición para el
seguimiento (16,24).
En la
comunidad cristiana, la grandeza se juzga por criterios opuestos a los de la
sociedad. El que sirve, no el que manda, es el más grande. Toda ambición de
preeminencia o de dominio queda excluida.
5El que acoge a un niño como este
en mi nombre me acoge a mí.
El chiquillo/servidor pasa a ser modelo de discípulo. La disposición al servicio
debe acompañar al discípulo en la misión. Ella hace que el discípulo lleve
consigo la presencia de Jesús.
6Al
que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le
colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar.
10Cuidado
con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están
viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial.
La
conclusión de lo anterior viene resaltada por Jesús con la comparación de los ángeles. Según la creencia judía,
sólo podían contemplar el rostro de Dios los llamados siete ángeles del
Servicio. Más tarde, por subrayar la trascendencia divina, se pensó que ni
siquiera éstos podían hacerlo. Para ponderar el respeto debido a los pequeños
se apoya Jesús sobre esa imagen: los pequeños son delante de Dios los más
importantes de los hombres. Lo que a ellos ocurre tiene inmediata resonancia
ante el Padre del cielo.
12¿Qué os parece? Suponed que un
hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en
los montes y va en busca de la perdida? 13Y si la encuentra, en
verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se
habían extraviado. 14Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que
está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños.
¿Qué os parece? Es un giro castellano usado para proponer una pregunta que
introduce un tema diferente o un nuevo desarrollo del mismo tema. Hasta ahora
se había tratado de no escandalizar a los pequeños mostrando superioridad y
desprecio hacia ellos. Ahora, del cuidado que merecen.
La
parábola está construida sobre el verbo perderse.
El peligro de uno hace aumentar el amor por él y su salvación causa mayor
alegría. El lugar de salvación para el individuo es la comunidad. Fuera de ella
está en peligro de perderse.
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