domingo, 10 de agosto de 2014

SEMANA XIX DEL TIEMPO ORDINARIO
LUNES
Mateo 17,22-27
22Mientras recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, 23lo matarán, pero resucitará al tercer día.
Ellos se pusieron muy tristes.

24Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? 25Contestó: Sí. Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? 26 Contestó: A los extraños. Jesús le dijo: Entonces, los hijos están exentos. 27Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.

Un dracma. 

COMENTARIO
22Mientras recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, 23lo matarán, pero resucitará al tercer día.
Ellos se pusieron muy tristes.
De nuevo en Galilea. Han vuelto del territorio de Cesarea (16, 13).
Segunda predicción de la muerte y resurrección, muy distinta de la primera (16,21). Jesús utiliza la denominación el Hijo del hombre, de valor amplio. Lo que afirma toca, por tanto, en primer lugar a él, pero también a sus seguidores. No menciona lugar ni personajes concretos; sus asesinos serán hombres. Repite que la muerte no es lo definitivo; en breve tiempo se manifestará la vida.

La oposición entre los hombres y el Hijo del hombre es común en los evangelistas. Si el Hijo del hombre se caracteriza por poseer el Espíritu de Dios, los hombres son los que carecen de él y no comprenden ni secundan el plan de Dios, que representan, en el caso de Jesús, a las autoridades judías. Jesús, el Hombre- Dios lleva en sí la vida que le permite levantarse de la muerte.

La reacción de los discípulos no es de fe/confianza. Quedan tristes ante la perspectiva de la muerte. Tampoco los que han estado presentes a la escena de la Transfiguración han entendido.

24Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?
El impuesto del templo (literalmente: las dracmas, impuesto anual que todo judío de Palestina o del extranjero había de pagar al templo desde los veinte años (Éx 30,11-13). Dos dracmas es el equivalente a dos días de jornal. Se cobraba el impuesto en la segunda quincena de marzo (Adar). En Nisán (Abril), que señalaba el comienzo del año litúrgico, tenía que estar cobrado. La Pascua no estaba lejos.

La pregunta de los recaudadores a Pedro espera respuesta afirmativa, pero dejando abierta la posibilidad contraria. Los sacerdotes y algunos rabinos pretendían estar exentos de pagar el impuesto. Dado que a Jesús se le llama maestro, podría pretender el mismo privilegio.

25Contestó: Sí.
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? 26 Contestó: A los extraños. Jesús le dijo: Entonces, los hijos están exentos.
Pedro, sin más, responde afirmativamente, mostrando su concepción de un Mesías que respeta y continúa las instituciones de Israel. No le afectan las predicciones que ha hecho Jesús de su muerte; a pesar de la increpación de Jesús (16,23) y de la transfiguración (17,l ss), su idea sigue siendo la restauración.
Jesús le da la lección, ampliando el caso a los tributos reales. Los reyes de este mundo, expresión judía corriente en oposición con el rey del cielo;
A los suyos: se refiere a los súbditos de su reino; son los extraños/extranjeros, es decir, los pueblos sometidos, los que pagan el tributo. Jesús y sus discípulos son los ciudadanos del reino de Dios y están exentos del pago. Como el texto juega con el doble significado de hijos, súbditos del rey / hijos de Dios, se escoge una traducción, los suyos, que permite ambos sentidos.
La frase central del pasaje es los suyos/los hijos están exentos. Tal ha de ser la conciencia de la comunidad cristiana. La condición de hijos de Dios lleva consigo la absoluta libertad respecto a toda clase de poder e imposición.

 27Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.

Ni Jesús ni los suyos tienen ninguna obligación de pagar. Si lo hacen, no es por respeto al templo, sino al pueblo. El escándalo es un tema de Mateo (5,29; 11,6; 13,21.57; 15,12; 18,6, ).

No hay comentarios:

Publicar un comentario