Estación 7: Jesús condenado a muerte
Hemos entregado nuestro tiempo,
nuestro
buen hacer,
nuestra vida a otras personas y vemos que se olvidan,
e incluso que
se oponen a nosotros.
A veces no hay mejor manera de no agradecer algo que
"hacerse el enfadado".
Nos condenan o condenamos al otro.
Vemos que
no contamos para nadie, nos vamos quedando atrás.
Vienen otros más jóvenes y
mejor preparados que nos sustituyen.
Nos hemos dejado la vida, pero el tiempo
borra el recuerdo,
el agradecimiento,
el trabajo
y el servicio hecho.
Es el dolor del paso inexorable del tiempo,
de las
ilusiones muertas,
de los deseos agonizantes,
porque la realidad,
la
impotencia,
se impone.
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