Esta
estación es muy personal porque se trata de construir la propia cruz:
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Un
palo vertical para tus espacios de dolor: ¿en casa, en la familia, en el
trabajo o estar sin trabajo, en la iglesia, al estar solo o con los demás...?
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Un
palo horizontal para tus tiempos de dolor: son los tiempos de duda, de
tristeza, de soledad, de aburrimiento o hastío...
Cruza
los dos palos y sigue a Jesús, con tu vida clavada. Con tu vida pendiente cada
día de esa cruz, la que no se ve ni se nota. La que no se desagarra en grandes
dolores, pero pesa y sigue pesando sobre nuestros hombros.
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