lunes, 31 de agosto de 2015

SEMANA XXII
LUNES

Lucas 4,16-30
16Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. 17Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: 18El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; 19a proclamar el año de gracia del Señor. 20Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
21Y él comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.
22Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ¿No es este el hijo de José?
23Pero Jesús les dijo: Sin duda me diréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo", haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.
24Y añadió: En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. 25Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; 26sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. 27Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio.
28Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos 29y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. 30Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

COMENTARIO
16Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.
Jesús visita los lugares y días de reunión del pueblo, las sinagogas, los sábados. Ambas realidades pertenecen a la esencia de la religión judía.

17Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: 18El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; 19a proclamar el año de gracia del Señor.
Jesús mismo busca el pasaje de Is 61,1-2, que aplica al Mesías y su misión, a través de dos elementos:
·         Primero, el Espíritu del Señor, es el Espíritu de Dios manifestado en el Bautismo de Jesús que habita en Él, que le empuja a conducir a la humanidad a su plenitud.   
·         Después, se explicita la misión y los destinatarios en cuatro bloques:  
Llevar-------- buena nueva--------------los pobres.
Anunciar------libertad--------------------cautivos.
Dar ---------- la vista ------------------- a los ciegos.
Liberar------ (de la esclavitud) --------a los oprimidos.
Proclamar un año de gracia del Señor.
Son cuatro los destinatarios. El número cuatro significa universalidad. El evangelista nos está comunicando que la liberación de Jesús, para la cual ha sido ungido por el Espíritu, es para todos, es universal. Es Jesús, como nuevo Moisés, el que va a conducir a la humanidad entera hacia su plena humanidad.
La mentalidad de sus oyentes, y de aquí la fuerte reacción contra Jesús, es justamente la contraria: la salvación sólo es para el pueblo elegido, y dentro de este pueblo quedan excluidos los marginados de cualquier tipo, judíos o paganos. Jesús, al anunciar la buena noticia, lo primero que ha de trabajar es liberar de esta mentalidad o ideología.
Tantos los pobres, cautivos, ciegos y oprimidos son representantes de toda aquella gente que vive sometida al yugo impuesto por una concepción religiosa y social que determina el destino de las personas. Desde el comienzo de su actuación, Jesús va a proponer su forma de vida alternativa al sistema de vida judío, y sobre todo, en lo referente a la exclusión y marginación que se interpretaban desde una visión legalista de la religión y de Dios.     

20Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó.
El evangelista describe a cámara lenta lo que Jesús hace y la reacción paulatina de sus paisanos. Se sentó significando la postura del maestro, no como los maestros de su tiempo que sometían a sus seguidores a cumplir mil y una prescripciones legales, sino como el maestro que libera. Y ahora viene la novedad radical.
Esta lectura debió llamar la atención tremendamente, dada la libertad que se tomó el Maestro nazareno al suprimir una frase del texto sagrado que era sumamente grata a los oídos del pueblo judío, vejado durante siglos por otros pue­blos, animoso y deseoso de que Dios se vengara de los pueblos que lo oprimieron. El párrafo de Isaías, tras aludir al “año de gracia del Señor”, continuaba: “para proclamar el desquite de nuestro Dios”.

Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
El ritual de la sinagoga prohibía que el lector o comenta­rista añadiese o suprimiese verso alguno de la lectura de turno. El atrevimiento de Jesús provocó la reacción de sus paisanos e hizo que “toda la sinagoga tuviese los ojos fijos en él. Pero la cosa no quedó ahí. Jesús, enrollando el volumen, lo devolvió al sacristán y se sentó. Y empezó a hablarles: Hoy, en vuestra presencia, se cumple este pasaje.

Con la supresión de la frase de Isaías el desquite de nuestro Dios, Jesús había terminado la lectura del texto-base de su futura actuación. Lo suyo sería proclamar el perdón y el amor de Dios no sólo para su pueblo, sino para todos los pueblos de la tierra, incluidos los enemigos del pueblo ele­gido.
Jesús venía de parte de Dios a cancelar, de una vez para siempre, la ola de venganza que, a lo largo de la historia, había ido tomando carta de ciudadanía en el corazón humano. Lo del Dios de Jesús era proclamar el año de gracia, per­donar, olvidar, cancelar de las relaciones hu­manas realidades tan tristes como el desquite, la venganza, la revancha, el odio, la represalia,

21Y él comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.
Jesús se aplica a sí mismo el pasaje del profeta Isaías. Lo que estaba escrito sobre el Mesías, Jesús se lo aplica a sí mismo. Él es el Mesías, el esperado, el liberador, el autor de la salvación, y ésta es universal. La palabra hoy  es intemporal, como el hoy del anuncio de los pastores: Hoy en Belén os ha nacido el salvador Lc 2,11 o el hoy de Zaqueo: Hoy ha sido la salvación para esta casa Lc 19,9, o en la cruz: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso Lc 23.43.  Es el hoy de Dios que no está sujeto a tiempo. La liberación, la sanción no es algo reservado para el futuro, sino para el presente.

22Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ¿No es este el hijo de José?
La primera reacción es contradictoria. Están en contra de Jesús y quedan admirados por la hermosura de sus palabras, y, a la vez, se preguntan por su padre, no en el sentido de engendrar sino en el de la gran diferencia de pensamiento que había entre José y su hijo. El padre, en los evangelios, es símbolo de la tradición, de la autoridad. La pregunta aquí significa ¿cómo puede éste pensar y actuar tan contrario a su padre, cómo puede tener esta mentalidad tan distinta y alternativa a la de su padre?

23Pero Jesús les dijo: Sin duda me diréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo", haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.
La reacción de Jesús no se hace esperar. Contesta adivinando lo que piensan los de su pueblo, primero ocúpate de nosotros, de Israel, y olvídate de los demás.  

24Y añadió: En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. 25Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; 26sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. 27Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio.
Los habitantes de Nazaret son expresión de cómo trata el pueblo de Israel a sus profetas. La falta de confianza en Jesús impide que sus paisanos crean en él. Nazaret/Israel rechaza a los profetas, y por tanto, al Mesías y a los que le anunciaban.  Ya pasó en tiempos de los profetas Elías y Eliseo, que el pueblo de Israel, por su cerrazón, quedó sin el auxilio, el favor de Dios. No por Dios, sino por su actitud exclusiva.

28Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos 29y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Antes que renunciar a su mentalidad nacionalista, son capaces de acabar con el ungido por el Espíritu santo. Lucas anticipa la reacción que el pueblo judío, las instituciones y autoridades de Israel van a tener hacia Jesús. Dice que lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte, pero… Nazaret no estaba situado en un monte, sino en llanura. Es símbolo de Jerusalén y del templo, de la reacción violenta de las autoridades de Jerusalén.

30Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Expresión para manifestar la libertad de Jesús. A Jesús no le quitan la vida, es Él el que la entrega por amor, en el momento que llegue su hora, no cuando los de su pueblo decidan. Jesús sigue su camino, continua con la realización de su proyecto desafiando la hostilidad, actitud transversal del judaísmo. En Lucas, Jesús nos va a aparecer siempre en camino, en éxodo, guiando al nuevo Israel hacia la plena libertad. 



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