jueves, 10 de septiembre de 2015

SEMANA XXIII 
JUEVES


Lucas 6,27-38

27En cambio, a vosotros los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, 28bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 29Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. 30A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
31Y como queráis que la gente se porte con vosotros, de igual manera portaos con ella.
32Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman.
33Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
34Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
35Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
36Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; 37no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; 38dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros.

COMENTARIO
Es la segunda parte del discurso de la llanura, dirigida a los que me escucháis, es decir, a todos los discípulos, a la gente venida de todas partes. Los que siguen a Jesús deben luchar contra los opresores pero sin odiarlos, más aún perdonándolos y amándolos.

Jesús lo que quiere es cambiar el sistema de tesis-antítesis, acción-reacción contraria. Y la manera de hacerlo es que no exista en la persona la parte negativa:
·         Necesidad de liberarse del odio al opresor; de no considerar a alguien como enemigo; de ejercitar la parte positiva: amor y perdón. El amor no puede depender del amor que recibo, el amor no quiere el bien del otro independientemente de lo que el otro haga por mí. Así es el amor de Dios: quiere mí bien independientemente de lo que yo quiera, por eso acaba el texto diciendo seréis hijos del Altísimo, os pareceréis a él.
·         A esta luz, todas estas  frases que parecen absurdas, adquieren un sentido nuevo. No se dice que nos dejemos pisotear por el otro y además lo bendigamos, sino que en nosotros no exista o no ejerza la reacción negativa. El odio es absurdo porque es camino de destrucción.
·         Estos versículos nos quieren decir que si ya hay odio en el mundo, combatamos ese odio de la única manera posible: amando. No considerar al otro como un enemigo, es la manera de ir creando una sociedad nueva.

Creo que es importante traer aquí algunos párrafos de  A. de Mingo Kaminouchi (sígueme, Salamanca, 2007, pp.71-81) comentando estos versículos:
"Ofrecer la otra mejilla" y otros dichos de Jesús  no son una conminación a la pasividad, sino, bien al contrario una llamada a la defensa de la dignidad de los más desprotegidos desde la no violencia activa.
Imaginemos el gesto. ¿Qué reacciones suscitaría tanto en el agresor como en los que contemplan la agresión? Que el abofeteado ofrezca la otra mejilla no es lo esperado. El agredido se sale del guion culturalmente prescrito y toma la iniciativa para negarle a su agresor lo que se había propuesto: reafirmar su superioridad mediante la humillación.
El que presenta la otra mejilla desmonta los presupuestos sociales que confieren al agresor el poder de humillar y someter. Su gesto es un desafío. Ha demostrado que su dignidad no se desmorona con un bofetón... "
Es la posibilidad de ofrecerle al que te ha pegado en la mejilla volver a ponerle la mejilla y una y mil veces hasta que se dé cuenta que es un maltratador de la vida. Se trata de confrontarse con el ofensor. No de dejarse humillar.

36Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; 37no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; 38dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros.
Estos versículos corroboran y amplían los versículos anteriores: si la persona ha hecho opción por Dios se convierte en hijo, y si es hijo ha de parecerse al Padre. Esto se transmite a través de 4 imperativos:
·         No juzgar: el juzga no ha renunciado a la opción de condenar.
·         No condenar: es paralela al no odiéis del v.27. Se trata de la liberación de la esclavitud y parecerse a Dios que es el amor pleno. Dios precisamente no juzga ni condena. Él solo ha expuesto el camino de la vida.
·         Perdonad: es el distintivo del discípulo porque es el distintivo de Dios.
·         Dad: es el ideal de la vida es vivirla como entrega.


La medida que uséis (de juicio y condena o de perdón y don), es la que os medirá. 

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