SÁBADO
Lucas 6,43-49
43 Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol
malo que dé fruto bueno; 44 por ello, cada árbol se conoce por su
fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los
espinos. 45 El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón
saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que
rebosa el corazón habla la boca. 46 ¿Por qué me llamáis "Señor,
Señor", y no hacéis lo que digo?
47Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las
pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: 48 se parece a
uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino
una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque
estaba sólidamente construida. 49 El que escucha y no pone en
práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento;
arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue
grande la ruina de aquella casa.
COMENTARIO
Con
tres ejemplos Jesús va a completar lo desarrollado en el sermón:
a.
vv-39-42:
es necesario tener por guía al maestro;
b.
vv.43-45:
sin cambio interior, el proyecto de Jesús no se puede llevar a cabo;
c.
vv.
Sin hechos, no hay nada.
43 Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol
malo que dé fruto bueno; 44 por ello, cada árbol se conoce por su
fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los
espinos. 45 El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón
saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que
rebosa el corazón habla la boca. 46 ¿Por qué me llamáis "Señor,
Señor", y no hacéis lo que digo?
Sólo
con actitudes nuevas se puede hacer cosas nuevas. Todo depende del corazón en
donde fructifican las cosas buenas que han entrado por el ojo limpio de antes,
el ojo purificado por los criterios del Maestro.
No
podemos echar la culpa a nadie. Puede ser que no logremos nada hacia fuera
porque los demás se resisten, puede que las circunstancias sean muy adversas,
pero siempre podremos hacer algo por nosotros mismos: purificar nuestro ojo de
modo que en nuestro corazón fructifique lo bueno.
Sólo
hay cambio cuando se purifica la raíz, el corazón del hombre.
47 Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las
pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: 48 se parece a
uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino
una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque
estaba sólidamente construida. 49 El que escucha y no pone en
práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento;
arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue
grande la ruina de aquella casa.
De
nada sirve las palabras si no se traduce en obras.
Los
discípulos o la gente han podido descubrir que Jesús es el Señor, que sus palabras son vida, pero si no las ponen
en práctica son palabras que arrebata el viento y la tormenta.
-
El
que las pone en práctica son su roca
inamovible que le ayudan a no zozobrar en los momentos malos.
-
Cuando
la palabra no se pone en práctica es
palabra vacía y llegado el momento de la prueba el agarradero es el vacío.
Esto
es muy importante para nuestra vida social, eclesial, personal y social. Si no
se traduce en vida, son meras palabras. Solo un ser humano, un creyente o una
comunidad comprometida con todo lo expuesto es este sermón de la llanura puede
resistir los vendavales y las contradicciones de la historia.
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