jueves, 10 de septiembre de 2015

SEMANA XXIII
SÁBADO

Lucas 6,43-49

43 Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; 44 por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. 45 El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. 46 ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?

47Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: 48 se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida. 49 El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa.

COMENTARIO
Con tres ejemplos Jesús va a completar lo desarrollado en el sermón:
a.       vv-39-42: es necesario tener por guía al maestro;
b.      vv.43-45: sin cambio interior, el proyecto de Jesús no se puede llevar a cabo;
c.       vv. Sin hechos, no hay nada. 

43 Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; 44 por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. 45 El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. 46 ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
Sólo con actitudes nuevas se puede hacer cosas nuevas. Todo depende del corazón en donde fructifican las cosas buenas que han entrado por el ojo limpio de antes, el ojo purificado por los criterios del Maestro.
No podemos echar la culpa a nadie. Puede ser que no logremos nada hacia fuera porque los demás se resisten, puede que las circunstancias sean muy adversas, pero siempre podremos hacer algo por nosotros mismos: purificar nuestro ojo de modo que en nuestro corazón fructifique lo bueno.
Sólo hay cambio cuando se purifica la raíz, el corazón del hombre.


47 Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: 48 se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida. 49 El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa.
De nada sirve las palabras si no se traduce en obras.
Los discípulos o la gente han podido descubrir que Jesús es el Señor, que sus palabras son vida, pero si no las ponen en práctica son palabras que arrebata el viento y la tormenta.
-          El que las pone en práctica son su roca inamovible que le ayudan a no zozobrar en los momentos malos.
-          Cuando la palabra no se pone en práctica es palabra vacía y llegado el momento de la prueba el agarradero es el vacío.

Esto es muy importante para nuestra vida social, eclesial, personal y social. Si no se traduce en vida, son meras palabras. Solo un ser humano, un creyente o una comunidad comprometida con todo lo expuesto es este sermón de la llanura puede resistir los vendavales y las contradicciones de la historia. 


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