viernes, 2 de octubre de 2015

SEMANA XXVII
VIERNES

Lucas 11,14-26

14Estaba Jesús echando un demonio que era mudo. Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, 15pero algunos de ellos dijeron: Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios. 16Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. 17Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. 18Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. 19Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. 20Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. 21Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, 22pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín. 23 El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. 24 Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por lugares áridos, buscando un sitio para descansar, y al no encontrarlo, dice: "Volveré a mi casa de donde salí. 25Al volver se la encuentra barrida y arreglada". 26Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.

 COMENTARIO
14Estaba Jesús echando un demonio que era mudo. Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, 15pero algunos de ellos dijeron: Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios. 16Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.
Todo comienza con un exorcismo sobre alguien del que no se nos dice nada, ni siquiera el nombre. Esta indeterminación es porque el personaje anónimo es signo de cualquier persona:  
·         Todo ser humano que pide en la oración, Dios le concede su Espíritu, la palabra. El Espíritu acaba con la mudez. El Espíritu es el más fuerte v.22 que vence al fuerte y bien armado v.21 que es el adversario, Belzebú, el que custodia el palacio del ser humano y lo tiene sometido, sordo y mudo.
·         El Reino llega cuando la persona acepta la Palabra. Pero hay unos que no la aceptan y la confunden porque no coincide con sus pensamientos e intereses. Tienen la verdad, Dios es como ellos lo conciben. Pero cualquier manera de concebirlo de manera distinta al de Jesús, es estar “endemoniado”

17Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. 18Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. 19Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. 20Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. 21Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, 22pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
Hay otros que aceptan el éxito del exorcismo. El ser humano ha superado la mudez y la sordera por haber aceptado la Buena Noticia. Pero ese hablar no es el del Espíritu Santo, sino el de Belzebú (es una divinidad filistea de la ciudad de Ekron, su significado es “la casa elevada”, “Señor de la casa elevada”, del templo; y el ser humano es el templo, el palacio de Dios, el que viene a desalojar al adversario de la casa del ser humano. El auténtico Señor de la casa es Dios y Él es quien echa de la casa al falso “señor del a casa”, a Belzebú), el príncipe de los demonios.
Jesús responde en tres tiempos marcados por si en los vv.18.19.20:
·         v.18: Si los echo con el poder de Satanás, del Adversario, quiere decir que su reino está y a la vista está que no es así. Él va a ser descrito como el fuerte y bien armado.
·         v.19: Vuestros hijos, el pueblo liberado, ¿también los echan por el poder de Satanás? ¿es la fuerza del Adversario la que mueve al pueblo a la liberación? Esta manera de pensar es absurda. Vuestros hijos saben muy bien y han experimentado cual es la fuerza que libera. Ellos serán vuestros jueces si seguís en esta postura de cerrazón ante Jesús.
·         v.20: Así pues, no es Belzebú, sino el dedo de Dios el que libera. Entonces el Reino de Dios ha llegado. No es que se acerque, sino que está ya. Está presente gracias a Cristo, a su Palabra y su Espíritu. No obstante, la presencia del Reino no elimina el sufrimiento ni la muerte, pero si la confiere un significado.

23El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.
 Ante la presencia del Reino, no cabe la neutralidad. La persona o sigue al Espíritu de Jesús o sigue a los espíritus inmundos; o se entra por el camino salvador, recoge conmigo (símbolo de la salvación: recoger los frutos) o desparrama, entra por el camino que lleva al fracaso.

24 Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por lugares áridos, buscando un sitio para descansar, y al no encontrarlo, dice: "Volveré a mi casa de donde salí. 25Al volver se la encuentra barrida y arreglada". 26Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que al principio.
Según la creencia de la época, los espíritu inmundos vagabundeaban por el aire deseando meterse en el ser humano por cualquiera de sus orificios (las orejas, la nariz… por eso surgieron los pendientes como amuletos protectores). Esta manera de pensar puede parecer bastante anticuada, pero tiene una verdad de fondo: Toda ideología contraria a Dios, espíritu inmundo, no es nada sin un ser humano que la sustente y la defienda. Cualquier ser humano, casa, que no esté lleno de Dios está en condiciones para ser llenado por el contrario. La ideología necesita una persona en quien encarnarse.
Esto indica que el más fuerte desaloja en nosotros al Adversario, pero eso no significa que él nos invada. Él desaloja al adversario, pero nosotros debemos de elegir y acoger al nuevo huésped, que es plenitud, o al antiguo con los nuevos inquilinos, que también son plenitud, siete espíritus peores que él. Nos libra y nos deja en libertad. Esta es la auténtica liberación. El vacío y la neutralidad no son posibles.

Se nos habla de un espacio a ocupar, una casa, el ser humano. El Espíritu de Dios lucha y vence al espíritu contario, en ese campo de batalla que es el ser humano.  

1 comentario:

  1. Buen mensaje y exposicón del pasaje, lo que más me gusta es la reflexión de que el Reino ya está aquí, y que no elimina el sufrimiento ni la muerte, sino que le otorga un significado.

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