CELEBRACIÓN. TRES PALABRAS PARA ORAR EN
"NOCHEVIEJA"
SEÑOR:
Estoy a punto de terminar mi Diario de este año.
Me queda en blanco su última página.
Y la voy a emplear en decirte tres palabras: Gracias... Perdón... Ayúdame...
GRACIAS, SEÑOR:
Por haber llegado al ocaso de este año creyendo, confiando y amándote a
Ti.
Fueron muchas las veces que tonificaste mi fe, encorvada bajo el
desánimo.
Y no pocas las que corriste a mi encuentro, al volver de cuidar cerdos.
Siempre sentí el calor de tu mano, aun en plena oscuridad.
·
Gracias, también, por esa otra fe — no menos
necesaria ni difícil- qué he conservado: me refiero a la fe en mis hermanas y
hermanos.
·
Gracias por las ayudas, la compañía y la alegría
que me han brindado.
·
Gracias por tantos ojos como me miraron con
ternura.
·
Gracias por tantas manos como se adelantaron a
estrecharla mía.
·
Gracias por tantos labios cuyas palabras y sonrisas
me alentaron.
·
Gracias por tantos oídos que, no sólo me oyeron,
sino que me escucharon.
·
Gracias, Señor, por tanto como he recibido; que no
fueron méritos míos, sino dones tuyos...
Gracias por el éxito que me estimuló.
·
Gracias por la salud que me sostuvo.
·
Gracias por el trabajo que desempeñé y por descanso
de que disfruté.
·
Gracias —me cuesta mucho decirlo- gracias por la
enfermedad.
·
Gracias por aquel fracaso y aquella
desilusión.
·
Gracias también, ¿por qué no?, por el insulto, la
calumnia, la injusticia...
·
Gracias, incluso, por aquel ser querido que perdí
Tú sabes bien, Señor, qué difícil me resultó aceptar todo esto. Hoy, en esta
Noche, no sólo lo acepto, sino que hasta te lo agradezco, pues me acercó más a
Ti.
PERDÓN, SEÑOR:
·
Por la palabra que callé.
·
Por esa mano que no tendí
·
Por la mirada que escatimé.
·
Por el saludo que negué.
·
Por la mirada que desvié.
·
Por la alabanza que no regalé.
·
Por la disculpa que no pedí.
·
Por esos oídos que no presté.
·
Por ese gozo que no compartí.
·
Por tanta lágrima como no enjugué.
·
Por esa verdad que omití.
·
Por tantas veces, Señor, como me marché dé Ti o
como no Te abrí...
AYÚDAME, SEÑOR:
·
Ayúdame porque, cerrado un volumen de mi vida, debo
comenzar otro.
·
Lo hecho mal, perdonado está por tu bondad.
·
Lo que queda por hacer, es un cheque en blanco; es
mi nueva oportunidad...
·
Ayuda mi libertad.
No me hiciste marioneta... ni robot programado... ni puro instinto.
·
Puedo darte la espalda. Eres Tú quien no puedes
dármela.
·
Ayuda mis retornos. Fuiste Tú quien contaste todo
aquello de la "oveja perdida". Del padre que tenía dos hijos. De la
mujer, adúltera.
·
Ayúdame en medio de mis éxitos: ¿Ves? Ya los he
llamado "míos", siendo así que eres Tú el autor de todo don. Mira que
cada momento de éxito me resulta más difícil de digerir que todas las derrotas
de mi vida.
·
Ayúdame,
o
para qué no se me suban a la cabeza.
o
Para que no entre en delirios de estúpida autosuficiencia.
o
Para que te los atribuya a Ti
y los
utilice como instrumento de trabajo para servir mejor a mis hermanos.
·
Ayúdame -¡cómo no!- en mis momentos bajos:
o
Ayúdame cuando tenga la sensación de no tener ni
meta ni brújula ni horizonte.
o
Ayúdame cuando crea que ya no puedo más.
o
Ayúdame cuando mis redes salgan continua y
completamente vacías.
o
Ayúdame cuando me duerma... me adormezcan tantas y
tantas drogas hacia las que demuestro no poca dependencia...
o
Ayúdame cuando me crea o me sienta solo.
GRACIAS...
PERDÓN...
AYÚDANOS...
Te repito estas palabras, no sólo en nombre propio,
sino en el de cuantos esta Noche no se acuerden de decírtelas o no te las
quieran dirigir. Y cierro, por fin, este volumen de mi
"DIARIO-20…..".
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