domingo, 14 de enero de 2018

SEMANA II

MARTES 

16 DE ENERO

Marcos 2,23-28
23Sucedió que un sábado, atravesaba él un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas. 24Los fariseos le preguntan: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido? 25El les responde: ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, 26cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él? 27Y les decía: "El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado".

COMENTARIO
Los judíos no trabajan el sábado para dedicarse a la alabanza de Dios, la lectura de las Escrituras y el descanso en familia. No es una simple costumbre, sino el tercero de los diez mandamientos de la ley divina, respaldado por el relato de la creación, según el cual Dios creó cuanto existe en el curso de una semana de seis días, al cabo de los cuales Él mismo descansó de su actividad creadora. 

23Sucedió que un sábado, atravesaba él un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Los discípulos, con el ejemplo y la enseñanza de Jesús, manifiestan la nueva libertad en la que se encuentran con Jesús. No hacen caso de la interpretación del mandamiento del sábado, que, según los fariseos, compendiaba la Ley entera; arrancar espigas era considerado por ellos equivalente de segar, trabajo prohibido en sábado.

24Los fariseos le preguntan: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido? 25El les responde: ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, 26cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?
Apoyándose en su interpretación de la Ley, los fariseos acusan a los discípulos y reprochan a Jesús su violación de la ley. Jesús rebate su acusación con la Escritura, recordándoles un conocido episodio de la vida de David, figura indiscutible para los judíos. Si David comunicó a sus seguidores la libertad de saltarse lo mandado para satisfacer su hambre, la interpretación rigorista de la Ley es errónea, pues esta debía ceder ante la necesidad del hombre. El absoluto es el ser humano y no la ley.
También Jesús comunica libertad a los suyos, pero no ya para remediar una necesidad, sino simplemente porque la presencia del Espíritu, que inaugura la nueva época de la humanidad, ha hecho caducar las instituciones de la antigua alianza.

27Y les decía: "El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado...
Dios creó al hombre a su imagen, es decir, con la posibilidad de ser libre y señor como él. La antigua alianza instituyó el precepto del descanso para que el hombre pudiera disfrutar de su libertad, se liberase del trabajo y pudiera gozar y disfrutar siendo semejante a Dios. El precepto era así símbolo y promesa de libertad y recordaba al hombre que su situación era transitoria. La Ley existía para beneficio del hombre.

... así que el Hijo del hombre es señor también del sábado".
En la nueva comunidad humana o Reino de Dios, la libertad no se vive ya como símbolo, sino como realidad. El Hombre pleno, el Hijo del hombre, al ser portador del Espíritu de Dios, está por encima de la Ley; es señor de la Ley y no está sujeto a ella. La denominación el Hijo del hombre se aplica a Jesús y, tras él, a los que de él reciben el Espíritu. Justifica así Jesús el proceder de los discípulos en los versículos anteriores: la actividad de Jesús y la de sus seguidores no está guiada por normas externas, sino por el Espíritu-amor. Hay que distinguir entre:
-          el sábado como día de la semana,
-          y el concepto más general de día de precepto, por proyección el precepto del descanso.

En la antigua alianza, pues, el hombre era relativamente superior al precepto; en el Reino, es señor del precepto. La Ley queda superada, ha perdido su papel.

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