MARTES
16 DE ENERO
Marcos 2,23-28
23Sucedió que un sábado, atravesaba él un sembrado, y
sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas. 24Los
fariseos le preguntan: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?
25El les responde: ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando
él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, 26cómo entró en la
casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la
proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio
también a quienes estaban con él? 27Y les decía: "El sábado se
hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre
es señor también del sábado".
COMENTARIO
Los judíos no trabajan el
sábado para dedicarse a la alabanza de Dios, la lectura de las Escrituras y el
descanso en familia. No es una simple costumbre, sino el tercero de los diez
mandamientos de la ley divina, respaldado por el relato de la creación, según
el cual Dios creó cuanto existe en el curso de una semana de seis días, al cabo
de los cuales Él mismo descansó de su actividad creadora.
23Sucedió que
un sábado, atravesaba él un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban,
iban arrancando espigas.
Los discípulos, con el ejemplo y la
enseñanza de Jesús, manifiestan la nueva libertad en la que se encuentran con
Jesús. No hacen caso de la interpretación del mandamiento del sábado, que,
según los fariseos, compendiaba la Ley entera; arrancar espigas era considerado
por ellos equivalente de segar, trabajo prohibido en sábado.
24Los fariseos
le preguntan: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido? 25El
les responde: ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres
se vieron faltos y con hambre, 26cómo entró en la casa de Dios, en
tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que
solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes
estaban con él?
Apoyándose en su interpretación de la Ley, los fariseos acusan a los discípulos y reprochan a Jesús su
violación de la ley. Jesús rebate su acusación con la Escritura, recordándoles
un conocido episodio de la vida de David, figura indiscutible para los judíos.
Si David comunicó a sus seguidores la libertad de saltarse lo mandado para
satisfacer su hambre, la interpretación rigorista de la Ley es errónea, pues
esta debía ceder ante la necesidad del
hombre. El absoluto es el ser humano y no la ley.
También Jesús comunica libertad a los suyos, pero no ya para
remediar una necesidad, sino simplemente porque la presencia del Espíritu, que
inaugura la nueva época de la humanidad, ha hecho caducar las instituciones de
la antigua alianza.
27Y les decía: "El sábado se hizo para el hombre y
no el hombre para el sábado...
Dios creó al hombre a su imagen, es decir, con la posibilidad de
ser libre y señor como él. La antigua alianza instituyó el precepto del
descanso para que el hombre pudiera disfrutar de su libertad, se liberase del
trabajo y pudiera gozar y disfrutar siendo semejante a Dios. El precepto era
así símbolo y promesa de libertad y recordaba al hombre que su situación era
transitoria. La Ley existía para beneficio del hombre.
... así que el Hijo del hombre es señor también del
sábado".
En la nueva comunidad humana o Reino de Dios, la libertad no se
vive ya como símbolo, sino como realidad. El Hombre pleno, el Hijo del hombre, al ser portador del Espíritu de Dios, está por
encima de la Ley; es señor de la Ley
y no está sujeto a ella. La denominación el
Hijo del hombre se aplica a Jesús y, tras él, a los que de él reciben el
Espíritu. Justifica así Jesús el proceder de los discípulos en los versículos
anteriores: la actividad de Jesús y la de sus seguidores no está guiada por
normas externas, sino por el Espíritu-amor. Hay que distinguir entre:
-
el
sábado como día de la semana,
-
y el
concepto más general de día de precepto,
por proyección el precepto del descanso.
En la antigua alianza, pues, el hombre era relativamente superior
al precepto; en el Reino, es señor del precepto. La Ley queda superada, ha
perdido su papel.
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